Es evidente que lo humano de una ciudad está aquí plasmado en esta muestra llamada Inside Miami. Unos cuantos rostros bien captados y libres de engaños son una fotografía sintáctica de lo que es esta metrópoli, desde el punto de vista de quien la habita. Y lo es tanto desde la perspectiva sociológica del emigrante feliz que aparece de cuclillas en Immigrant I 2013 posiblemente recién llegado con sus manos y pies desnudos hacia el público, como su antítesis -desde el punto de vista de la estabilidad que da ser un ciudadano legal- una mujer sentada en una silla, en espera de tomarse un baño en Keybiscaine, por poner un ejemplo local.

Humano, pero también bajo un tono plástico y formal que Antonio Correa muy bien define en el folleto de la exposición. “Yovani Bauta deja fluir los pigmentos como si de un torrente sanguíneo se tratara. Como si una herida súbitamente se abriera y con lo fuerza de las contracciones inundara la escena pictórica llenando  de intensidad y texturas la composición.”

A veces la mirada -valga el énfasis- está en la propia mirada del “otro”.  Esta actitud natural al observar al amigo que está a tu lado en un paseo como en Looking for the future, 2013. En ocasiones, emula a Munch en el “título”, y en The Scream 2011 aparece la soledad sin estar el mar de protagonista como lo hizo el escandinavo. Es un rostro de un hombre empastado de fuerza y dolor en primer plano el que sustituye a la angustia.

Piezas urbanas y figurativas. Llenas de rojo o sinceridad. Bajo el trazo del empaste o los fondos deliberadamente no definidos y, a veces, superpuestos como alegorías. Que dan una fuerza brutal al significado y a la actitud que muestran los personajes en sus intenciones.  Relatan lo habitual en nuestro entorno… o muestran la crudeza de quienes pisan como individuos por primera vez esta tierra. Telas que hablan, como dice el título, “de adentro”. Y que nos llenan de esta palabra tan manida y abusada  hoy por la moda, que se llama “felicidad”. Afirmo que la sentí. Lo que vi me produjo un descanso y a la vez me removió los intestinos con suavidad. Un sentimiento contradictorio donde se funde lo real, el dolor, y lo vivo de quienes compartimos esta metrópoli.

Y por último, una pregunta a modo de cierre ¿Qué más miamense hay, que presentar esta exposición en el interior de una casa en plena “Sagüesera”?. Esto es lo que yo llamaría arte in situ sin haberlo pretendido. ER