He firmado
He firmado la aceptación de un destino efímero que dejaron en mis manos los dilectos diligentes.
Ni mi sangre ni mis apellidos gozan o llevan un rancio abolengo.
Me muero en el dilema, dejarme morir o matar.
Si me abandono seré criticado por nihilista.
Si mato lo seré por asesino.
Por uno se preocupan, por temor al contagio que se propaga en otros.
Por otro se escandalizan, por las víctimas inocentes.
En el fondo temen que atente contra ellos, los que me dirigen, pues no se sienten seguros.
En algún lugar del mundo un soldado mata por salvaguardar los valores
y el modo de vivir en su país, sito tal vez, en el otro extremo del mundo.
Los militares estiman positivo ensañarse con la población civil
bajo la premisa de que el miedo les haga presionar a sus dirigentes
para que acepten algún tipo de acuerdo tendente a que no mueran
más militares
Mi cuaderno de hojas blancas
Hoy tengo hojas para estrenar.
El placer sutil de abrir un cuaderno por primera vez.
Un cuaderno de notas sin contaminar.
Hojas tan blancas que debes escribir a la sombra,
a plena luz el reflejo deslumbra.
Molesto a los ojos.
Refulgir a pleno sol,
su blancura hace daño.
Emborrono el papel
con bolígrafo usado
que se amolda,
perfectamente
a la mano.
En franco contraste
de las límpidas hojas de papel
el lápiz, el bolígrafo, la pluma,
que ya tuvieron su momento
entre manos y son
por su uso
un acople perfecto
para los dedos,
mis dedos.
Julia
Mamá, no llores, que ya no me duele.
Las niñas valientes no necesitan barqueros
para cruzar los ríos, para pasar sus duelos.
La valiente niña toma algarabías
para hacer escobas y limpiar dolores.
Esa niña valiente soporta su herida.
Nos enseña en los reflejos de sus pupilas,
las alegrías.
A la valiente niña.
Le sonríen los ojos envidia de luceros.
Construye su vida jugando,
cicatrizando,
curando,
esos momentos no tan lindos.
La aguerrida niña no necesita barqueros
para cruzar las aguas,
los mares,
la vida.
La niña valiente usa las canciones, para jugar.
Valiente. Valiente Julia.
© All rights reserved Felipe Fernández Sánchez
Felipe Fernández Sánchez. Vine al mundo en Madrid mediado el siglo veinte, por azares del destino terminé trabajando en el mundo bibliotecario. Sin motivo aparente, soy de los que disfrutan leyendo: al poco tiempo, con una chispa de ingenio a lo que soy proclive, me percaté de que eso era lo mío, aún me acuerdo cuando descubrí Bartleby el escribiente de Hermann Melville cuando lo colocaba en su lugar.
Pasado el tiempo me dio por escribir, fruto de ello es el blog “Inverosímil_felipe” http://inverosimilfelipe.blogspot.com.es/ en el que consigo comentarios amables de familiares y amigos. Item más, se me ocurrió lanzarme a Internet y han tenido a bien publicarme pequeños relatos en Sci-Fdi, Prosofagia, Planetas Prohibidos, Ariadna rc , Letralia Tierra de Letras, Palabras Diversas, Axxon, El coloquio de los perros, Monolito y Triadae.
Además han salido poemas en las revistas Ariadna rc, Almiar margencero, Destiempos, Palabras Diversas, Letralia: Tierra de Letras, Viceversa Magazine, Alhucema, Nagari, Sol negro y Archivos del sur.
Colaboraciones en libros electrónicos:
Una colaboración en Doble en las Rocas en conmemoración de los 19 años de Letralia Tierra de letras. ( Sigüenza)
El relato “El bibliotecario” para los veinte años de Letralia Tierra de letras.
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