Cuásar
De entre el subsuelo
el sol naciente me envuelve los pies,
me arrulla en la distante
canción que retumba
corazón adentro.
Y nada existe, más que
los incesantes gritos de
quienes habitan Saturno.
Un golpe de sudor
empapa mi frente,
la pastilla existe dentro de mí,
guiando el paso interestelar
que mi mente toma.
El exterior se deshace,
me fundo en los brazos
de Casiopea, pues no me resisto
a la inmensa tentación
de poseerle.
Entonces todo termina
no hay agua que satisfaga la sed
de vida.
El cuerpo se rinde, la noche me llora.
Relatividad
Cuando el sol se ocultó
apareció tras el carmesí
de las luminarias en la calle,
blandiendo su espíritu
sobre la piel.
Dejó caer sobre mi
la insoportable brevedad
de sus brazos,
trayendo el rumor primaveral
que ha olvidó a la ciudad.
Mi corazón omitió un latido,
suspendiendo el tiempo
entre las alas del colibrí.
Mi vida entera ha transcurrido
en ese latido pendiente.
Supernova
En tu manto de terciopelo
me pregunto si aún habito,
sí de nuestros andares aún
queda el dejo de lo que nunca fuimos.
Porque entre tus nubes
aún veo los poemas que
nunca llegaste a escribir,
pero repetías sin cesar.
En el vestido que abandonaste
bajo las sábanas,
el planetario olor a nardo
permanece a forma de tortura china.
Supernova: lee mis versos,
perdona los mares que
puse de por medio,
pues siento que ahora te extravías
en el velo del olvido.
Nebulosa
El agua corre por mi piel,
buscando una escapatoria
de la incesante conversación,
el tragante es su único refugio.
Me perfumo (para estas ocasiones se agradece),
me visto de blanco
para ahuyentar malos espíritus
y me encamino hacia el abismo.
Allí me esperabas, con tu vestido azul,
lista para darme
la que tu no sabías, pero, sería nuestra última cima.
Hablamos lo que dura el concreto,
tu llorabas, apretabas el vestido
con la punta de los dedos,
mientras yo renunciaba a ti.
Tus labios secos de suspiros
me pedían unas horas más;
horas que yo no te podía dar.
Comenzó a llover, me marché.
Ahora cuando intento recordarte
mis pupilas se inundan de azul,
no hay nada más,
solo tiempo y el vestido azul.
Púlsar
En aquellas épocas
estuvimos a salvo,
por las tardes fumábamos
y me dabas besos en las mejillas.
Fue cuando la primavera
nos unió, nos hizo de nuevo
y nos despertó,
cuando me ayudaste
a transitar en la noche.
Cuando entre las estrellas
solamente estabas tú,
cuando mi casa aún
no era invadida por fantasmas.
Ahora me pregunto
si la primavera aún te ve
y piensa en nosotros,
si tendrá algún recuerdo
de las flores que nos dio.
© All rights reserved Santino Cortés
Santino Cortés (2002) Es un poeta y cuentista cubano-mexicano. Fue finalista del I Premio Nacional de Poesía FILCO-Sophia “Voces del Futuro”. Escribió el poemario “Icaria” publicado con Katakana Editores. Ha colaborado con revistas como Revista Etcétera, Revista Purgante y Nagari Magazine. Ha publicado poesía con el conjunto sevillano Cuadernos de Roldán. Actualmente estudia en la Universidad Iberoamericana.