Letras bajo el volcán
Bajo el volcán es la novela que convirtió a una región de México en un hito literario. Cuernavaca, en particular, y Morelos, en general, se reconocen en ese Quauhnáhuac donde Malcolm Lowry sitúa su narración. Pero en ese mismo territorio, a medio camino entre la historia y el mito, personajes como Hernán Cortés, Alexander von Humboldt, Maximiliano y Carlota, Ignacio Manuel Altamirano, Alfonso Reyes, David Alfaro Siqueiros, Tamara de Lempicka, Pablo Neruda, Elena Garro, Gutierre Tibón, Erich Fromm, Iván Illich, Manuel Puig, entre muchos otros personajes, hallaron un espacio de sosiego y libertad que enmarcó sus proyectos.
Siguiendo esa tradición cultural, desde las últimas décadas del siglo XX, oriundos y residentes de la región —no hay distinción entre unos y otros— han nutrido un diálogo literario en el que se reúnen diversas voces, géneros y promociones. La sección “Letras bajo el Volcán” en Nagari Magazine busca precisamente tender un puente intelectual entre este fluir artístico de Morelos y el movimiento literario en español de Estados Unidos. Mes a mes se presentará una escritora o escritor morelense cuyas letras gozan de luz propia. El objetivo es claro y único: que en la literatura nos reconozcamos como parte de esa patria grande y transcendental que es el castellano en el Mundo.
Xalbador García
Fungifuturismo (fragmentos)
“La noche en que las tumbas florecieron”
I
Un día, de tan noviembre, las tumbas florecieron:
la tierra a cielo abierto, campo sobrepoblado,
nos devolvió las pérdidas: cuerpos y cuerpos del olvido
comenzaron a hablar con la boca llena
de cal y cempasúchil.
II
Hongos naciendo por debajo de los féretros. Hongos que primero mordieron la cabeza de la flor. Flores arrojadas a un lado de los cuerpos. Flores que arroparon y cubrieron el horror ante el último atisbo. Manojos de flor tendidos en las lápidas. ¿Me quiere?
Flores hechas de hueso. Sacrificadas otra vez. Vericuetos. Damasquina. Pétalos regando su color por los panteones. Hongos abriéndose paso en la madera. Hongos buscando el camino hacia otra tumba, reptando lado a lado y metro a metro, bajo las capas del sueño. Flores cautivas. ¿No me quiere?
Hongos cuya presencia se parece a una mirada, larga como una tregua. Hongos silenciosos, pues su lenguaje es de agua y de contagio. Gomosos hongos. Flores como disculpas. Proliferación. Aquí. ¿Me quiere?
III
El último domingo que tocaste a mi puerta
dejaste de llamarte María Luisa.
La luz de la mañana
era rosadamente umbría, casi tan normal,
y las guirnaldas de noviembre
decoraban el piso de amarillos.
¿Habrá sido el chiflón de medianoche,
tal vez otro silencio despeinando la brisa,
lo que tumbó la ofrenda en ese escándalo de pétalos?
Flores descabezadas.
Tu llamado hecho una furia en la escalera.
Una calle que sopla
colores más opacos que el antaño.
Tú golpeaste el sonido desde el fondo,
como un furor de baile que disloca,
como un saco de huesos
guiado por el ritmo de los nervios.
La ausencia matutina de otras voces
debió ser mal indicio, como si las personas,
con todo y sus labores, se hubieran ido lejos
a una ciudad sin tiempo.
Pero una ventisca tosía estrepitosa.
Sus invisibles cuerdas intentaban advertir,
con una voz que chilla, un mensaje encriptado
que eriza, tal vez, porque es inentendible.
Abrir mi casa entonces sería echarme a la suerte,
correr por el pasillo, y ver en cada objeto
el potencial de las armas, la cura del refugio.
María Luisa, eras una irrupción dominical,
una catástrofe que anuncia su inicio,
un rastrojo de telas y carne dentellada
deseando triturar incluso el aire.
IV
21:36 horas
La Rotonda de los Hidalguenses Ilustres, Pachuca de Soto, Hidalgo, México.
Desperté de mí misma. Me recuerdo. Adivino mi rostro y sé mi nombre. Y la puerta se abre. Y yo penetro en mi primera identidad y salgo con la casa fugaz de mi esqueleto. Pero antes fui una alcoba: la noche dentro mío. Pero antes fui carcasa; mis hijos son insectos. Arropé a otras criaturas. Qué difícil volver, con la memoria de aquella viva muerte que se tuvo. Qué difícil saber la vida muerta que hoy mana misteriosa desde dentro; decirme Margarita y levantarme con estas 9 letras que me nombran. Qué mirarse a sí mismo, ya ser desconocido e increíble, vagando por el dédalo sonoro de una desconocida sangre, por la patria extraña de unos ojos, desprovistos de luz después de haber pisado un umbral de centellas. Ser más palabra y menos organismo, más consciencia que carne, más verso que columna. ¿De quién es este pienso, de quién es esta fuerza renacida, la sangre que bombea por los cauces vertidos, agua ambigua, y las manos, que brotan como súbitos seres impensados, y esta ciudad equívoca del cuerpo donde somos viajeros extraviados? ¿Quién profanó mi voz? ¿Quién levantó mi mano? ¿Qué corazón es este que rebosa? ¿Quién camina mis pasos? ¿Qué es esta barahúnda de tumbas deshuesadas al pie de mi epitafio?
* Poemas de Fungifuturismo (Ediciones El transbordador, 2022, España)
© All rights reserved Jimena Jurado
Jimena Jurado (Cuernavaca, Morelos). Es autora del poemario Confín de nadie (FEDEM, 2019) y Fungifuturismo (Ediciones El Transbordador, 2022, España). Participa en la antología Shadow Atlas: Dark Landscapes of the Americas (Hex Publishers, 2021, EE.UU.) y en Desde el contorno, antología de poesía morelense (Ediciones Simiente, 2019). Fue becaria en el programa PECDA Morelos 2020-2021, en la categoría de poesía.