Autor. Egon Wolf. Dirección y Puesta en Escena. Yoshvani Medina. Elenco. Renato Campilongo y Vivian Morales. Fotografía. Alfredo Armas.
Egon Wolff, muerto recientemente antes de su estreno en este teatro el pasado 2 de noviembre en Santiago, fue un reconocido dramaturgo chileno y autor premiado en su país natal por su carrera literaria y dentro del teatro. Con obras de corte social y comprometido con su “hoy”, ha sido un detractor en su ámbito de una dramaturgia copiada del extranjero. Firme defensor a la hora de abordar lo existencial y humano de cada comunidad, aspectos que siempre reivindicó en su vida, en 2009 en una entrevista declara: «El texto teatral ha tenido un cambio fundamental. De ser unipersonal, se ha convertido en un producto basado en adaptaciones de cuentos y noticias. Ya nadie escribe sobre la intimidad de los personajes» Flores de Papel es un claro ejemplo de lo que sostiene en su declaración anterior en defensa de lo íntimo.
Sinopsis
Roberto, un vagabundo aparentemente heroinómano, entra en casa de una mujer con la excusa de ayudarla con unos paquetes. Al principio, gracias a la compasión de la misma, se creará un diálogo de conocimiento y confianza mutuos entre ambos. Un acercamiento que permitirá a los dos unir sus posturas de vida en una aparente y deseada relación. Un desenlace inadvertido, dará fin a una historia de amor irreal y enajenado.
La obra, que arranca con cierta comicidad compasiva, aborda desde una tendencia hacia el teatro del absurdo un encuentro y una cotidianeidad posible entre dos sujetos. El hilo conductor es la existencia misma de las fantasías y delirios del indigente que, desde un espacio urbano cerca de un río, elabora sus deseos y su desequilibrio junto a una mujer. Temas como la frustración, el pasado familiar represor, los deseos sexuales contenidos, las condiciones de los desamparados en la calle “Donde vivo no hay mucho interés por escuchar” o los caprichos para poder “ser y seguir” en este mundo, conformarán, en un apartamento donde sucede la historia, la unidad de acción donde se desarrolla esta magníficamente escrita pieza que ganó el Premio de Casa de la Américas en 1970.
Con buena dirección de actores -…si bien tengo mis dudas con la escenografía objetual algo repetitiva en otros proyectos del director- consigue que intérpretes de la talla de Renato Campilongo y Vivian Morales vibren o se sostengan con naturalidad para expresar lo lúgubre, lo cómico o lo pasional de la escena.
Una queja, y no precisamente a la institución teatral, sino al público ausente: Miami puede caer en el olvido del buen teatro si no acude a sus espectáculos. Art Spoken, por otra parte, sigue en la brecha. ER