Inusuales trazos de humor tropical que a veces alcanza hilarantes carcajadas del lector sorprendido por la astucia con que el autor maneja el arte de la comicidad, nos sorprende gratamente cuando tenemos en nuestras manos este libro del autor puertorriqueño Carlos O. Colón, nacido en 1958 en Cayey, Puerto Rico. Actualmente reside en Miami y funge como vicepresidente de la Asociación Internacional de Poetas y Escritores Hispanos: Aipeh-Miami.
Para conocer de cerca la génesis de esta obra de no-ficción, los invito para que compartamos los secretos del autor quien en su propia voz nos dirá al oído las <<indiscreciones>> cometidas para que este formidable libro pudiera llegar a ver la luz:
“Después de estar deambulando como un trotamundos durante algunos años por Centroamérica, Sudamérica y el Caribe, hermosos lugares donde he tenido la oportunidad de conocer y tener a un sinnúmero de amigos, me dediqué a recopilar algunas anécdotas e historias de las tantas que he escuchado, muchas veces de estos mismos amigos o referidos por ellos. Conociendo un poco a nuestra sociedad —siempre pensé que estos comentarios (cómo y dónde algún amigo fue sorprendido fuera de lugar, mejor dicho, en el sitio, fecha y hora no indicada)— decidí tratar de plasmar todo ello en un libro. Debía ser un proyecto que, de alguna forma, contribuyera a que hombres y mujeres aprendieran a hacer las cosas sin vanagloriarse, más discretamente, sin dejarse llevar por los momentos de placer o, simplemente, a no hacerlo y meter en cintura los deseos de bucear a espaldas de su pareja.
Intento por este medio que los lectores traten de deleitarse por un rato mientras leen lo que yo llamaré, de aquí en adelante, Errores de los hombres infieles, especialmente, aquellos y aquellas que son casados (a) y que en una u otra ocasión han sido infieles a sus cónyuges o simplemente a sus novias (o), que tampoco se salvan.
No solamente los que lo han hecho en una ocasión, sino también a los que son reincidentes. Estos últimos creen tener más experiencia, pero aún así no dejan de cometer los mismos errores. Muchas veces hasta más elementales. Porque al sentirse con más confianza, con regularidad pierden las destrezas, por así decirlo, o se la juegan fría, como decimos en mi país. Por lo menos, los primerizos tratan de cuidarse más. Aunque muchas veces se ponen nerviosos o se arrepienten de lo que están haciendo y dan unas metidas de pata…que ni pa’ qué.
Les cuento esto para que, de alguna forma en un futuro, puedan ser más cuidadosos y no cometan los mismos errores que han cometido muchos que han sido infieles. Aunque estoy seguro de que aún así los seguirán cometiendo. Ya que esto de ser infiel a una persona es como una droga que nadie quiere probar por miedo a enviciarse, pero, una vez que la prueba, le gustaría seguir usándola sin mirar las consecuencias. También porque a los hombres a veces nos gustan los retos y esto de ser infiel es siempre una tentación. Les hacemos esto a las personas que amamos, tomándolo a veces como un desafío, a ver si podemos sobrepasar la prueba de fuego. Nunca pensamos el daño que podemos hacer o nos podemos hacer a nosotros mismos.
Saben, entiendo y creo que es mi deber darles por lo menos alguna información antes de que comencemos. Este tema que voy a tocar es de por si delicado y deben de estar bien empapados del asunto. Dentro de todas estas cosas graciosas, chistosas o jocosas que vamos a leer a continuación, también hay cosas en las que debemos reflexionar con mucho juicio.
Por ejemplo, aquí hay algunos datos que he buscado para ustedes, se trata de diversas teorías que buscan explicar ese irrefrenable deseo de cometer infidelidad. Para algunos, su origen se encuentra en el Eros del Poder, es decir, en esa fuerza inexplicable que nos induce a complacer nuestro ego con la dominación sobre los demás. Para otros, el ejercicio de la infidelidad radica en la pulsión casi instintiva de transgredir la Norma en este caso, el juramento del matrimonio o el simple respeto de la pareja. No son pocos quienes aducen como causal de este comportamiento a un ejercicio de la libertad que se rebela a acatar la convención del matrimonio. Para muchos, entre ellos los sibaritas del placer (gozones, para decirlo más coloquialmente), toman como cierto el refrán de que en la prohibición esta el placer, y le dan rienda suelta a su desenfreno.
Después de haber leído todo esto podríamos decir que hablar o tratar de explicar algo sobre infidelidad es sumamente difícil, todo es, como dice el refrán, del color del cristal con que se mire. Es una cuestión, como dirían los entendidos: cultural. Hay países donde el vivir o convivir con una o más de una mujer es completamente normal. Acuérdense de los Harén de algunos clanes árabes. Claro que en estos países y en estas costumbres no están incluidas las mujeres (a excepción del legendario matriarcado de épocas antiguas); estas cosas son solo aceptadas cuando son los hombres los que ejercen el poder, o sea que en esto solo los hombres son favorecidos y no son reprobados socialmente.
Estos solo son unos datos adicionales y consideraciones que traigo a colación con el único propósito de no pasar por alto lo que está sucediendo en la actualidad. Esto no significa que ésto vaya a contribuir en forma alguna a que la infidelidad vaya a mejorar pero por lo menos les da un poco de seguridad a estas parejas.
Ahora por el contrario, creo que entre más civilizados nos creemos y entre más derechos <<humanos>> tenemos, más dueños nos consideramos de nuestros actos. No prestamos importancia alguna a lo que le hacemos a nuestras parejas. A menos que esto no lo suframos en carne propia, no nos importa. Les advierto que través de todas estas experiencias que les han sucedido a estos amigos he podido llegar a la siguiente conclusión: para los hombres es más dolorosa la infidelidad que para las mujeres. Se destruyen emocionalmente con más facilidad, les es más difícil recuperarse de esto y cuando se junta con otra pareja tienden a celarlas y desconfiar de ellas en todo momento.
La mujer, por el contrario, tiende a sanar más fácil sus heridas, renueva su vida con más rapidez y cuando comienza a convivir con otra pareja tiende a encontrar más fácil la felicidad. Como dijera Severo Catalina: “La mujer perdona las infidelidades, pero no las olvida. El hombre olvida las infidelidades, pero no las perdona”. No sé si esto será por costumbre o por la mentalidad machista con que les han criado, desde la que se piensa que el hombre nunca es fiel, así que se aprenden a vivir de esa forma y son felices. También debo aclarar que esto no es un comportamiento del 100% de la mujeres, no quiero me vayan a malinterpretar mis lectoras y me vaya a tildar de machista. Sólo sigo estadísticas y estudios que están a beneficio de cualquiera que los quiera leer. Sean o no actuales o reales, existen, y yo no creo debo pretender cambiar algo que no está en mis manos”.
Bueno, ahora sí mis amigos, armados con esta cantidad de datos, nos llegó el momento de leer el libro.
Que los disfruten.
Reseña de José Díaz-Díaz