ÉRAMOS ÁRBOLES DESNUDOS
Ramas perdidas
avanzando en un otoño largo, fuimos resbalando
la lejanía de todos los inviernos juntos. Fuimos
el desgarro de una vida partida en dos.
Vivimos el amor más grande de este mundo
y pedimos por ello mil perdones… Traspasamos
fronteras y rompimos cristales
hiriéndonos en silencio la sangre.
Fuimos cómplices bajo la sábana del cielo
buscando siempre la clave de un tiempo fatigado.
Obsesionados en ese altar de tumbas elevándose
al abismo… y de esa música rasgada, abrasada
en fuegos… En este
misterio pierdo. Aunque los ruegos sean
inútiles, defiendo la vida y voy contigo lejos,
allá donde se extienden la alas
y las madrugadas se suceden.
POBRE CORAZÓN
Tanto recorrer inviernos
bordeando las entrañas del alma,
tanto luchar por la justicia…
por la alegría. Para acabar
siendo ternura en tu pecho.
Me pregunto qué es el equilibrio
de una vida, qué leyes baña
la túnica de tus manos,
qué versos nacen allá donde las águilas…
Quedan palabras en el aire,
y esta tarde humanamente hermosa
se está muriendo…
Pobre corazón, siempre al remanso
del mundo, y ahora entre tiernas amapolas
resiste el tacto que acaba sepultado.
LLEGAR
Donde la poesía descansa,
rozar el murmullo de su voz,
recuperar la calma abrazada a ti,
y sentir el hogar nevado, con los pies descalzos.
Desorientada por tanta blancura
emplearé los cinco sentidos y diré palabras:
Amor, lágrimas, miedo…
palabras todas en peligro de muerte.
Ahora sé por qué las cosas se hacen añicos.
Y por qué en el huerto revientan los cerezos.
…Y tengo pánico de ahogarme
en este río desbordado,
donde árboles sin ramas
dibujan la cruz de la tristeza.
ESTÁ LA TARDE AL DESCUBIERTO
En busca de los remos perdidos,
está el alta mar ahogándose,
mientras yo me aprieto en sueños ya vencidos.
Estoy perdiendo el miedo a la oscuridad
sumergida de lleno en esta marejada
de ternuras, persiguiéndome, haciéndome
perder la costumbre de hablar contigo a solas.
Oculta entre susurros y misterios,
desposeída del filtro del sol,
casi sin palabras que la voz devora…
Esa voz vacilando, vigilando mis pasos,
sigue aquí, junto a mis manos
y mis sueños, junto a los mejores tiempos.
Ellos son los espejos en los que no se mira nadie.
© All rights reserved Araceli Sagüillo
Nacida en Palencia (España), Araceli Sagüillo, ha sido hasta 2018 coordinadora del reconocido ámbito cultural “Los viernes del Sarmiento”, que se celebraba semanalmente en Valladolid y que sumó más de 2000 actos literarios. Tiene publicados una decena de poemarios, como La charca de los lirios (1994), Mujer (1996), Tiempo de silencio (1999), Las voces (2003), el poema dramático En la alameda (2004), El ático vacío (2009), Treciembre existe (2011) o Las Moiras (2016), entre otros. Su poesía ha sido traducida al italiano, croata, búlgaro, árabe y portugués. Los poemas que ahora se presentan han sido publicados en su último libro, Nosotros (2018), aparecido bajo el sello de Ediciones Vitrubio, de Madrid.