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Agosto 2024

ENTORNO AFECTIVO, NOSTALGIA Y ESPERANZA EN LA POESÍA DE ODALYS INTERIÁN. PARTE II. Héctor Manuel Gutiérrez

Continuamos con la segunda mitad de nuestra entrevista a Odalys Interián, a quien vemos junto a la también poeta cubana Lilliam Moro, en una de las sesiones de la tertulia «La otra esquina de las palabras», de Joaquín Gálvez, en su antigua morada, el «Café Demetrio», de Coral Gables.

 

SEIS:

Como te insinuaba anteriormente, siempre he pensado que el elemento religioso es componente indispensable para que el lector inciso logre captar el rico universo de tu andar poético. La observación de la trayectoria que proyecta tu base de criterios es precisamente lo que me permite construir ésta y la pregunta anterior.  ¿Cómo explicarías este fenómeno en el corpus de tu obra en general?

 

En efecto, si la poesía es «el lenguaje de la Creación», como decía Huidobro, ésta también contiene la voz y presencia de la divinidad. Hay espiritualidad en el hombre y la poesía es un canto de comunión absoluta y de reconciliación; es otra certeza del sentimiento del amor de Dios hacia toda su creación, en especial al hombre. Dios quiere ser sentido en nosotros, como dice en verso Rilke, y nos ha dado la mejor forma de sentir y trasmitir esa sensibilidad usando un lenguaje: el de la poesía. Yo no hago separación: para mí Dios y poesía se corresponden. La segunda pone en mí un incentivo y a la vez la responsabilidad de sentir y expresar no sólo lo que es visible, sino la energía que hace que las cosas existan, ese fondo que sostiene toda la percepción, y el conocimiento del Todo inaccesible. Se nos dio la poesía y la palabra como herencia… estaban ya antes de que llegáramos aquí, y sirven para revelar mucho del misterio y los sinsentidos de la existencia. Mi poesía es temblor, lleva ese leve pánico que provoca estar frente a la inmensidad y lo desconocido, ante la riqueza del hallazgo y la continuidad. De modo que la poesía sirve para encontrarnos o reencontrarnos, hallar respuestas, seguir en la búsqueda de la palabra o el Verbo originario que traspase el cuerpo de silencio de Dios y nos revele la verdad esencial.

SIETE:

Es un noble propósito que encaja muy bien en las rarezas del universo estético y demuestra que eres una poeta sui géneris. Esto lo afirmo, porque noto que contrasta con otros convencionalismos en los cuales, por más que disimulen la presencia de doctrinas socio-culturales en la actualidad, por lo general muestran propósitos un tanto alejados de las interioridades del pensamiento comprometido con la inquietud ontológica y/o espiritual.

Es que la poesía necesita determinadas constantes, obsesiones, temas que configuren ciertas peculiaridades manejadas con equilibrio. Un balance es necesario entonces; el poeta es un adiestrado, necesita salirse, tiene que desaprenderse, desanclar la materia aprendida, encontrar nuevas maneras de explorar y trasgredir la realidad. Hay mucho estímulo donde quiera que miremos, sólo el poeta sabe captar ese instante para devolverlo y hacerlo trascendente. El sentir religioso y la religiosidad imbricados en los versos, lograron convertirse en el eje discursivo de la Loynaz: 16 sonetos a Cristo. ¡Válgame!  Yo ni siguiera he escrito uno. Los códigos religiosos están contantes en su obra y en la de muchos autores: Rilke, Dylan, Vallejo, por mencionarte sólo algunos, y así desde «Cantar de los cantares», desde San Juan de la Cruz, desde la mejor tradición hasta hoy, encuentro profundos simbolismos y acentos bíblicos, repitiendo un discurso inagotable, abriendo un diálogo con el Absoluto que no termina.

 

 

 

OCHO:

Asimilo sin dificultad esa perspectiva y, si me lo permites, manteniendo vivas las connotaciones, adentrémonos en otro de tus temas: ¿qué inquietudes te produce la ineludible circunstancia de la muerte?

Escribo con intensidad al tema de la muerte, a la desesperanza, al amor, al milagro de la vida. Los que conocen mi obra saben que no hago proselitismo con mi poesía, y que tampoco es un panfleto de religiosidad, donde Dios no está atado al concepto estructurante de “cultura” o como intertextualidad. No hay dobleces, ni poses, ni simulaciones. Dios es en mí una forma de pensamiento, una disposición, y un estilo de vida, siento que no puede encasillarse lo que lleva el sello de eternidad: la belleza, el amor, la verdad y la vida, y son temas que nunca serán agotados. Amo la poesía porque es un reino de libertad, que está en renovación constante, es búsqueda, descubrimiento, riesgo, impulso, avance, se alimenta de tiempo, de futuro.  Llena de esa incesante apertura de la experiencia íntima para acceder a otra experiencia superior. La poesía es esa zona de confort de la que no quiero salirme y como ella detesto la inmovilidad, repetirme, hay siempre una urgencia (la urgencia viva de estar en movimiento hacia el ser), y mucho inconformismo, quizás eso justifique un poco ese síndrome o compulsión que padezco: soy obsesiva, voraz a la hora de leer y de escribir, cada vez más consciente de que por ahora la perfección es inalcanzable… La poesía es lo mejor que tenemos para hacer algo con el dolor y la tristeza, con los sentimientos de inutilidad, ella nos da aire para respirar y coraje, mucho coraje y alivio.

 

 

NUEVE:

Pues mira que es otra idea en la que también coincidimos, Odalys… y caminando paralelamente en esa dirección, agrego que he leído más de uno de tus bien logrados acercamientos a la obra de otros poetas; me consta que manejas con extraordinaria eficacia el recurso de las referencias, tanto temáticas como bibliográficas. Esta singularidad que posees nos pone en contacto con las peculiaridades de otros autores. ¿Crees que algunos de esos nombres —particularmente los llamados canónicos, que con tanta certitud alimentan las evaluaciones y acercamientos— han tenido alguna influencia en tu forma de escribir, tanto en el género poético como en la prosa?

Sin duda hay una deuda, y justamente aquí parece cobrar significado la expresión: no hay nada nuevo bajo el sol.  La poesía no muere, regresa, renace, se renueva, lleva la esencia de la resurrección.

Somos poesía, ellos, nosotros, todos juntos en las viejas y nuevas visiones, en las palabras que nombran y liberan, en ese constante batallar entre el ser y la consciencia, entre la memoria y la esperanza. Porque la poesía es y está a pesar de todo, a pesar de lo que digan, es libre, prolija, omnisciente, con esa sapiencia que descubre el ser y los rincones que nos deshabitan, ella se lamenta con el hombre, ella eleva el canto de sitios fracturados de ausencias, se llena de nostalgias para decir lo nuestro, de verdad, para decir la vida.

DIEZ:

Concluyendo nuestro encuentro y teniendo en cuenta tus sólidos criterios en el difícil trajín de la Poiesis: ¿qué temas o conceptos captan la atención de Odalys la poeta de la actualidad, comparada con la Odalys que empezaba a escribir años atrás?

En la presentación de mi primer libro de poesía, Respiro Invariable; Jesús David Curbelo resaltó el hecho de que mi poesía fuera extremadamente intimista, apenas tenía lecturas de poesía y me eran desconocidos muchos autores. Escribía entonces para un público muy reducido, una poesía intelectiva, hermética, oscura, y altamente simbólica. Luego hubo un estallido creativo desde mi llegada a Miami. Mi obra no ha dejado de ser intimista; aunque ha ido incorporando otras voces. Me interesa la poesía que se preocupe por el hombre en general, me importa el sentir colectivo de las circunstancias, la voz que alivie a una mayoría. Me ocupo en construir y trasmitir emociones, la interacción con un público que lee inmediatamente lo que escribo, ese contacto con los lectores directo e inmediato favorece mucho mi vena creativa.

Mi poesía no puede desentenderse de su entorno afectivo, de las nostalgias y los recuerdos. Poesía que busca la verdad, poesía del silencio interior que presiente vivimos tiempos finales, que busca amparar al hombre, señalar un camino hacia el Todo glorioso que es Amor donde renace la fuerza de la vida. Poesía de esperanza, un canto de consolación que abraza la existencia y es abrazado, que desde la lucidez de sus imágenes es solidaria con el dolor de todos.

Coincidiendo una vez más con las nociones y preceptos que has compartido en esta ocasión, agradezco tu presencia en mis proyectos e invito a los lectores a familiarizarse aún más con los textos que generas. Los incito a aventurarse y adquirir tus libros. De ahí que me atreva a incluir en esta edición de nuestro encuentro, algunas de las carátulas del fruto de tu afición a la escritura. Reiterándote las gracias, te extiendo un abrazo martiano.

 

FIN PARTE II

Quod scripsi, scripsi.

 

© All rights reserved Héctor Manuel Gutiérrez.

  Héctor Manuel Gutiérrez, MA., Ph.D., es instructor de español avanzado y literatura hispana. Funge como Lector Oficial de Literatura y Cultura Hispánicas en el programa de evaluación superior Advanced Placement, College Board/ETS. Colaborador mensual de la revista musical «Latin Beat», Gardena, California. Miembro/fundador de la revista literaria «La huella azul», FIU, Miami, Florida. Editor de contribuciones, «Revista Poetas y Escritores Miami», Miami, Florida. Colaborador «Revista Suburbano», Miami, Florida. Colaborador/ columnista, «Nagari Magazine», Miami, Florida. Colaborador «Linden Lane Magazine», Fort Worth, Texas, Colaborador, «Insularis Magazine», Miami, Florida. Es autor de los libros: Cuarentenas, Cuarentenas: Segunda Edición, Cuando el viento es amigo, Dossier Homenaje a Lilliam Moro, De autoría: ensayos al reverso. Les da los toques finales a Encuentros a la carta: entrevistas en ciernes, a publicarse en 2025, La utopía interior: estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato, a publicarse en 2025, y la novela El arrobo de la sospecha, a publicarse en 2026.

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