Mucho se ha escrito, se escribe y se escribirá sobre los cambios de los vínculos humanos en esta era global. Un mundo afectado por las relaciones virtuales y los contactos –o su reverso, la desconexión- a través de las nuevas tecnologías. Los dos últimos giros de La aldaba estuvieron referidos a dos modalidades de encuentro entre personas dedicadas a la escritura: uno el que se gestó a partir de la actividad docente de un poeta, el otro, nacido de la inquietud de escritores por experimentar la poesía como herramienta para incluir a amplios sectores de población que tienen escaso o ningún contacto con la palabra literaria. Hoy insistimos una vez más en la temática del encuentro y la vinculación entre escritores y, a su vez, entre ellos y la sociedad. Lo haremos dedicándonos especialmente a hablar sobre la experiencia de una nueva etapa de Pen Argentina.
Pen es una comunidad internacional de escritores representada por más de 25.000 socios. Cuenta con 149 centros en más de 100 países. Pen Argentina, a su vez, fundada el 8 de abril de 1930, tuvo como primer presidente a Manuel Gálvez. La Presidenta actual es Luisa Valenzuela a quien le consultamos sobre cuál fue su interés a esta altura de su brillante carrera literaria, para involucrarse en esta tarea institucional: “En realidad la situación se fue concatenando a lo largo de los años. Durante el Hay Festival de Cartagena 2013 conocí a John Ralston Saul, entonces presidente de PEN Internacional, quien me instó a revivir el antiguo y venerable Pen Club Argentino que estaba aletargado desde hacía décadas. Con su apoyo, pudimos lograrlo al año siguiente, y de golpe me encontré en algo que no había buscado: la presidencia de lo que pasó a llamarse Centro Pen Argentina. Pensé que sería solo por un año, pero la cosa se fue dilatando… Me alientan dos temas, la idea de conformar una comunidad de gente de letras compartiendo proyectos, y las actividades de los Centros Pen en tanto observatorios de los derechos humanos de quienes escriben.”
La presidencia de Luisa Valenzuela y el cambio de orientación ideológica que esto implica, es señalada como motivo fundamental para su acercamiento, tanto por Gabriel Seisdedos, su Vicepresidente, como Por Miguel Gaya, su actual Secretario: “El Pen Club tuvo desde sus inicios en Argentina una marcada orientación clasista –nos dice Gabriel– la rama local ha sabido ‘aggiornarse’ en los últimos años con la política inclusiva del Pen Internacional. La gestión de Luisa ha sido fundamental para el renacimiento de una entidad que estaba adormecida desde mucho tiempo atrás. Justamente, me llevó a participar, el comulgar con sus ideales de fraternidad y defensa de los escritores del mundo entero. Miguel Gaya inclusive, señala que tuvo que superar el rechazo causado por la memoria del “fracaso de Pen Argentina en defensa de los escritores nacionales perseguidos durante la dictadura cívico-militar que padecimos, actitud que se contrapuso con el compromiso que tantos Centros Pen de otros países tuvieron en ese tiempo. Pero la presencia de Luisa Valenzuela y de otros escritores, en clara defensa de los Derechos Humanos, me resultó una garantía de respeto a los valores tradicionales de Pen Internacional.”
El mismo origen de esta asociación tiene que ver con la defensa de los escritores, Luisa nos cuenta el nacimiento “en Londres en 1921, gracias a la idea de la poeta y periodista Catherine Amy Dawson Scott. Ella lo creó con el propósito de reunir a sus colegas de todas las adscripciones que habían quedado desamparados después de la Gran Guerra. Pensemos que Pen, además de significar pluma en inglés, desde el comienzo fue la sigla para poetas, ensayistas y novelistas. Ahora incluimos a toda persona que use la palabra escrita para expresarse. Sin distinción de raza, lengua, credo, filiaciones políticas, preferencias sexuales o de las otras. Cada Centro Pen es un lugar de encuentro de todos los géneros y todas las ideologías, donde prima la libertad de la palabra. Para Pen la libertad de expresión es un tema crucial, insoslayable. Creo que eso es lo que más me atrajo a esta entidad, desde los ‘80, cuando vivía en Nueva York y era miembro del Comité para la Libertad de Escribir (Freedom to Write Committee) de Pen American Center. Hoy Pen America semanalmente manda a sus socios un informe detallado de los atropellos que la era Trump va provocando en los EEUU. El informe lleva por título “Anímese a estar informado”. Creo que tendríamos que hacer algo equivalente acá, antes de que la posverdad acabe con nosotros.
De hecho, cuando asumí la presidencia decidí agregarle al lema global de Pen, “Por la libertad de la palabra”, el término responsabilidad. “Por la libertad y la responsabilidad de la palabra”. Es lo que nos atañe. Nuestra propuesta entraña un verdadero activismo literario, y cada centro Pen lo aborda de la manera que más conviene a su región. Por eso, además de las campañas internacionales en defensa de escritores y escritoras perseguidos y otros horrores, nosotros, en nuestro Centro de Argentina, nos abocamos a la defensa de las lenguas originarias y a llevar el microrrelato — es decir la conciencia del lenguaje y de la propia historia– a centros carenciados. También desde el primer momento hemos ido con el banner de Pen a las marchas de #Ni una menos (1), y a la del 2×1 (2), para hacernos presentes y apoyar en lo posible. Creo que se impone recuperar el papel de los intelectuales en la lucha contra la violencia y por la libertad y la justicia en todos los frentes.
Aquí me parece importante trasmitirles también cómo ve este momento y el trabajo de la Asociación, Miguel Gaya: “Creo que estamos en una etapa muy diferente, donde los valores de la libertad de la palabra y del escritor están asediados por otros peligros, tal vez no tan evidentes pero no menos insidiosos para nuestra tarea. La libertad se expresa en forma nítida en los derechos a expresarse y a moverse sin temor a la exclusión o persecución. Nuestro mundo hoy padece amenazas graves a ambos derechos, y creo que los escritores debemos movilizarnos en su defensa.
Creo que vamos teniendo claros los principios de Pen y los cambios que ha habido desde su instalación en Argentina hasta la actualidad. Pero miremos desde el otro lado. ¿Qué buscan los escritores? ¿Qué les resulta convocante? Porque sabemos que no es fácil reunir a las personas en este momento donde se propicia el trabajo desde cada computadora y el encuentro sólo virtual: “El trabajo de escritor – continúa Miguel– es solitario por definición, pero desde Pen Argentina nos gusta ver a los escritores como parte de la comunidad del libro. En ella participan no solo quienes contribuyen a la escritura y su puesta en circulación, sino sobre todo los lectores. Bien visto, el lector también es un tipo solitario, y bienvenida esa soledad. Pero cuando miramos un poco en detalle sus motivaciones e intereses, allí surge la posibilidad de la comunidad. En el amor por la literatura, y su valoración.” Luisa, con la experiencia de sus viajes constantes, puede comparar el panorama en las comunidades literarias de los distintos países: “lo que sí veo en otras partes, Canadá por ejemplo, es un verdadero apoyo a su gente de letras. Y veo también tantos conflictos y persecuciones en otros lados, México sin ir más lejos, donde los asesinatos de periodistas quedan impunes a pesar de los esfuerzos de Pen Internacional y de todos los Centros para lograr que se condenen.”
Entre los componentes de esta “comunidad literaria” además de los escritores y los lectores también hay que nombrar a los editores. La industria editorial en Argentina atraviesa uno de sus momentos más difíciles como ha quedado expresado en la reciente Feria del Libro de Buenos Aires. También esto preocupa mucho nos dice Luisa Valenzuela: “lamento que, poco a poco, nos vayamos quedando sin nuestros grandes editores históricos, el monstruo de la globalización se traga las editoriales emblemáticas, pero por otra parte es alentador comprobar el auge de las pequeñas editoriales, algunas casi caseras, que se mueven muy bien para divulgar a sus autores. Cosa que los grandes consorcios sólo hacen con quienes consideran ‘comerciales’, concepto poco afín a la verdadera literatura.”
Al respecto la opinión de Miguel Gaya es especialmente crítica de la situación actual. Debemos aclarar que esto genera debates en el seno de la Asociación y no es –ni podría serlo-una posición uniforme- justamente es la riqueza del intercambio y el debate lo que se sostiene: “En Argentina, y luego de una década de expansión, la industria editorial padece una aguda crisis. A esta crisis generada por políticas públicas recientes, tanto culturales como económicas, se agrega la crisis general de la cultura y el libro. Si bien nos preocupa en grado sumo la primera, procuramos atender la segunda, que entendemos tan relevante como irreversible. Como apuntamos, el libro literario atraviesa una aguda crisis que afecta su valoración y circulación. Esta crisis no se limita, aunque se asienta, en los soportes tecnológicos, sino que es cultural en su sentido más profundo. Nos interesa reflexionar y difundir esta temática. Como siempre que ocurren cambios profundos, con su carga de incertidumbre sobre el futuro, la reacción de cada persona y grupo es replegarse sobre sí mismo y defender su territorio. Desde el Pen Argentina promovemos la opción contraria, porque solo una discusión y reflexión de todos los involucrados en la circulación del libro puede ayudarnos a enfrentar los desafíos que tenemos por delante. En el caso de los escritores argentinos, el listado de reclamos es largo y fundado. Contratos tan leoninos como incumplidos, falta o muy mal pago, caída de las ventas del libro nacional, pérdida de mercados y desatención gubernamental. Pero en lugar de cruzarnos en una discusión estéril con editores y libreros, abogamos por un frente común, que permita definir buenas prácticas en la industria, y tener una voz fuerte de frente al estado y la sociedad. Por definición, los Centros Pen no se involucran en los procesos políticos locales con afán partidario. Pero estamos atentos a defender los intereses de los escritores, entendidos en sentido amplio. Y estos intereses, no solo económicos o corporativos, están en serio riesgo como consecuencia de políticas globales que los ignoran y condenan a la marginalidad. Ahora desde mi posición personal, que es públicamente conocida, me preocupa especialmente que se hayan suspendido desde los premios nacionales hasta las compras de autores nacionales destinadas a las bibliotecas públicas y el fomento de la traducción y exportación. Una política económica que deja desguarnecida la industria gráfica y genera una apertura de mercado dañina a nuestros intereses nacionales. Y en materia de educación, la baja presupuestaria no solo afecta de modo grave el salario de los docentes, sino la mera existencia de la educación pública, uno de los pilares de la formación ciudadana.”
Hoy asistimos a una manipulación perversa de la información y por ende del uso de la palabra que trae nuevos desafíos a la libertad de expresión. Se ha dicho que la palabra clave del año 2016 fue “postverdad”: “Creemos que la palabra –nos dice Miguel – debe ser respetada y valorada, y ejercida con responsabilidad, en el sentido de hacerse cargo de lo dicho y sus consecuencias. Algo que la idea de postverdad denigra. La literatura en general requiere de la valoración de la palabra y de la libertad para ejercerla. Y esto no tiene nada que ver con la postverdad, que solo apunta a su tergiversación y la falta de asunción de sus consecuencias. En los aspectos prácticos, nos preocupa en particular un aspecto novedoso de la libertad de expresión. Hasta ahora, el rasgo más destacado con respecto a ella ha sido la libertad que debe tener el individuo para expresarse, sin censura y sin temor. Pero a partir de los cambios tecnológicos, y su impacto en el negocio periodístico y comunicacional, nuestra preocupación se ha ampliado a la otra faz del derecho a la información, que es el derecho a estar informado de un modo veraz y responsable. La manipulación de la conciencia no es un temor sino un hecho en nuestras sociedades, de implicancias aún no del todo mensuradas. Por eso, nuestra preocupación mayor relacionada con la prensa hoy está puesta en el derecho a no ser manipulado en la información, de tener acceso a la verdad y a fuentes fidedignas.”
Me parece que resulta atractivo el hecho de que esta asociación de escritores conecta los problemas y posibilidades locales con muchos otros países, Luisa señala la importancia de estos vínculos: “todos los Centros son una rama de ese tronco que es Pen Internacional, si bien podemos actuar en forma autárquica. Nuestros miembros son a la vez miembros de esa vastísima red mundial de gente de letras. Pen Internacional centra lo que pasa en el mundo, y llama a inmediata acción cuando es necesario. Con el apoyo de todos los centros se han obtenido grandes logros, tales como sacar de la prisión a escritores perseguidos en diversas regiones del mundo, o por lo menos alivianarle la pena, o lograr gracias a una intensísima campaña que por ejemplo el destacado poeta chino recientemente fallecido, Liu Xiaobo, obtuviera el premio Nobel aún estando en prisión. De hecho, fue Pen America quien durante la dictadura cívico militar vino a la Argentina y logró la liberación de Antonio Di Benedetto. En cuanto a nuestro contacto actual con Pen Internacional, hay muy grandes proyectos que comunicaremos en su debido momento.” A su vez, Luisa recuerda el aporte histórico de nuestro Pen: “el primer congreso internacional en continente americano se realizó en Buenos Aires en 1936 y desde entones no ha habido otro en nuestra región. En breve aparecerá un libro, escrito por nuestro vicepresidente Gabriel Seisdedos, que narra los pormenores de aquel congreso al que asistieron grandes figuras literarias. Y estamos organizando un proyecto para armar PenSur con todos los centros de la región. Y mucho más también. Así que vale la pena mantenerse en contacto.”
La aldaba quiere convertirse en un instrumento que favorezca la información y el diálogo, entonces, le parece interesante agregar a este informe sobre Pen la voz de dos escritores que aún no se han acercado a la asociación. Les formulamos estas preguntas: ¿Qué le parece convocante hoy en día para que las personas que escriben se reúnan en una asociación? ¿Cuáles definirías como las mayores necesidades entre quienes forman parte del mundo literario y periodístico argentino a las que una asociación en defensa de la libertad de expresión y de prensa debe atender? ¿Estás al tanto de la actividad de Pen Argentina? ¿Sentiste interés en acercarte? ¿Por qué?
Paula Jiménez España (poeta y periodista): “Indudablemente, me parece convocante la cuestión política, no creo que este sea un momento en que pueda autoconvocarse un colectivo de escritores por intereses puramente literarios, al margen de la situación social. Esta demostradísimo que el estado del lenguaje corrompido por el poder, degradado, es reflejo de la dinámica social. En este sentido, hay mucho para hacer. Por otra parte, la presencia humana en lugar de los grupos virtuales de facebook o los foros, es algo para recuperar.
Creo que, como decía antes, hay toda una semiología puesta al servicio del poder y una de las mayores necesidades que tenemos los periodistas es devolver al lenguaje con el que informamos un uso no corrosivo, no tramposo, no expuesto a la perversión. En cuanto a los escritores, creo que es diferente. Se trata de poder producir y circular sin sentirnos amenazados por el desprecio del gran mercado hacia la mayoría. Seguir haciéndolo a pesar de no tener un horizonte seguro, una garantía de reconocimiento. No bajar la guardia, recuperar el verdadero motor por el cual empezamos a escribir y no tener miedo de lo que tenemos para decir. Y si lo hubiera, poder vencer ese miedo. Me gustaría estar más al tanto de las actividades de PEN. Por cuestiones de tiempo aún no pude acercarme.”
Alejandro Méndez Casariego (poeta, gestor cultural): “Cualquier asociación, que vincule a personas entre sí a través de un oficio, debería atender la problemática e intereses comunes al oficio que comparten. En el caso de los escritores, creo que ninguna asociación logró hasta ahora armar una estructura de contención significativa en temas tales como Obra Social, Jubilación, Créditos, Cooperativismo, etc. Obviamente la defensa de otros derechos tales como la libertad de expresión, representación legal y laboral en conflictos, y muchas otras, deberían ser contempladas. Es decir, ninguna se ocupó cabalmente de la escritura como un oficio, considerándola en cambio, más que nada, una afición. La segunda pregunta es más compleja de responder, ya que creo que hoy lo que más atenta contra la libertad de expresión es la imposibilidad de publicar, tanto por los costos que esto implica, como por el manejo de los medios y las principales editoriales están en manos de medios monopólicos. Otras formas de censura tienen que ver con este mismo control de los grandes medios, que afectan incluso la posibilidad de que las voces con menos poder mediático puedan hacerse oír. Una asociación de este tipo debería atender este tipo de problemas, creando verdadera igualdad de oportunidades, y permitiendo que todas las ideas, con la riqueza y variedad que ellas expresan, puedan salir a la luz. La verdad, no estaba al tanto de la actividad de Pen Argentina, pero a partir de esta consulta me informé, y la idea y la propuesta me parecieron interesantes. Es decir, todo aquello que garantice el libre flujo de ideas, noticias y opiniones, en absoluta libertad, me parece importante y enriquecedor”.
La aldaba espera, con su giro, esta vez, en la puerta de Pen Argentina, ofrecer una posibilidad de enriquecerse en el encuentro. Las personas debemos poder seguir teniendo rostro, voz, una vida que pueda llamarse a conciencia “propia”, libre de autoritarismos y manipulaciones. Para lo cual resulta indispensable que no desertemos de la búsqueda por obtener una palabra libre y responsable para todxs.
#Ni una menos: Ni Una Menos es una protesta colectiva en Argentina contra la violencia machista. Surgió de la necesidad de decir “basta de femicidios”. La convocatoria nació de un grupo de periodistas, activistas, artistas, pero creció cuando la sociedad la hizo suya y la convirtió en una campaña colectiva. El 3 de junio de 2015, en la Plaza del Congreso, en Buenos Aires y en cientos de plazas de toda Argentina una multitud de voces, identidades y banderas demostraron que Ni Una Menos surge de una verdadera necesidad de la mayoría.
2X1: Alude a una multitudinaria movilización popular en mayo del 2017, en rechazo al fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que declaró aplicable la Ley 24.390 –conocida como 2×1–en los casos de personas culpables de delitos de lesa humanidad. Dicha Ley que estuvo vigente entre los años 1994 y 2001 y hoy está derogada, reduce el cómputo de la prisión.
© All rights reserved Graciela Perosio
Graciela Perosio. Bs. As (1950) Escritora. Prof. Universitaria en Letras. Recibió la Beca Nacional de Investigación del Fondo Nacional de las Artes para estudiar la obra del poeta argentino Carlos Latorre. Publicó ocho libros de poesía: del luminoso error (1982 de autor), Brechas Muro (1986, Tierra Firme), La varita del mago (1990, Tierra Firme), La vida espera (1994, Del Dock), La entrada secreta (1999, Grupo Editor Latinoamericano), Regreso a la fuente (2005, Del Copista), Sin andarivel (2009, Del Copista), Balandro (2014, Paradiso), la antología Escampa, el corazón (Editorial Ruinas Circulares 2016) y El privilegio de los años, (Editorial Leviatán 2016)
Su obra ha motivado puestas escénicas multimediáticas, esculturas, pinturas y otras obras literarias. Muchos de sus poemas se han difundido por la red en sitios nacionales y extranjeros mereciendo juicios elogiosos de críticos y colegas. Un poema de su autoría fue seleccionado para realizar un afiche con ilustración de Alexiev Gandman que se presentó en las veredas de la Ciudad de Buenos Aires.