THE SHAWL. Título original en inglés.
La descubrí gracias a la crítica que Flavia Company, escritora catalana, escribió en el semanario cultural, Babelia, editado por el periódico El País. Cynthia Ozick nació en New York en 1928 y en sus obras refleja la vida de los judíos americanos.
El Chal da título a dos cuentos publicados en “The New Yorker: “El Chal” en 1980 y “Rosa” en 1983. Ambos recibieron el premio O.Henry de narrativa breve. Los leí en 2010 y me impresionaron; el reencuentro con ambos relatos en febrero del 2013 me deparó una sorpresa: la calidez invernal de Miami, había atenuado las gélidas temperaturas de una Barcelona sombría y plana por la crisis que vivimos
Rosa Lublin, personaje central de las dos narraciones vive la senectud en la Florida, un estado ajeno a la angustia vital de una mujer polaca que sufre la estancia terrorífica en un campo de concentración durante el dominio nazi.
En el primer cuento que inicia la obra, nos describe la vida de tres mujeres de la misma familia (madre-hija-sobrina) de una forma descarnada y sin concesiones. Una trinidad maléfica que deambula enajenada por un campo de concentración. Rosa y su sobrina Stella serán dos supervivientes del holocausto alemán. Magda, hija de Rosa, morirá electrocutada en las vallas que rodean el lugar. La pañoleta que envolvía su cuerpo famélico,será el único resto mortal que su madre conservará después de su fallecimiento.
En el segundo cuento, “Rosa”, han transcurrido treinta años. La protagonista es una residente americana aún por integrarse que evoca la memoria de su hija como si fuera un amuleto vital. Stella es una ciudadana ferviente que ha enterrado su nacionalidad primigenia. El nexo de unión entre estas dos mujeres, volverá a ser el chal, reliquia que Stella enviará a Rosa por correo certificado con destino Miami.
Cynthia Ozich construye los dos cuentos con una economía acerada del lenguaje en la que no hay ninguna licencia romántica. La trama abierta del primero y la desolación del segundo, provocan una lectura compulsiva que no puedes abandonar.
Si deciden leer esta obra en Miami, les aconsejo que no lo hagan en un transporte público. Elijan la Biblioteca del downtown y compartan la lectura con los vagabundos que se cobijan en la casa oficial de la cultura pública. Descubrirán que todavía existen personajes como el de Rosa Lublin. Bueno…espero que la frivolidad de mi sugerencia no les provoque un rechazo a la hora de escogerla. “El Chal” es una novela extraordinaria, escrita por una mujer que narra historias con la precisión de un miniaturista…Un relato liviano impreso en un papel aterciopelado.
Ángels Martínez