Hace veinte años, cuando llegué a EE.UU, un amigo de mi tierra me dio a entender que si en algún momento sentía la nostalgia de Catalunya, siempre había algún bakery en Miami donde degustar uno de los postres más populares y deliciosos que dan internacionalización a mi país: la crema catalana.
Era evidente que mi amigo no había profundizado en que no es lo mismo una “crema pastelera” llamada popularmente “natillas” en la dulcería cubana, que lo que se entiende originalmente por crema cremada o crema de Sant Joseph ya que es popular hacerla y degustarla durante la festividad de San José. Y poco tiene que ver con su hermana casi gemela: la famosa crème brulée de origen francés que se cuece por el archiconocido procedimiento de cocción lenta llamado baño Marìa y que en sus ingredientes utiliza la nata en vez de la leche. Pues bien para aclarar…la crema catalana solo incluye las yemas –no las claras- de los huevos, leche, azúcar y almidón, no la popularmente conocida maizena, que no es más que un espesante hecho a base de harina de maíz. Y tiene la opción, popularmente conocida, de ser quemada en su superficie con azúcar, con la particularidad de que, si se hace, el dulzor en su masa líquida tiene que reducirse para no enfatizar y adquirir un sabor empalagoso en el gusto final.
Una vez aclarado vayamos a los hechos
Por la proximidad que tengo con el famoso restaurante cubano Versalles, ubicado cerca de Coral Gables donde resido, a veces, cuando el infortunio o la soledad hacen presa en mi espacio… no dudo de ir andando por la calle 8 y entrar, ya no en el restaurante o su mostrador exterior, sino a su bakery. Allí, casi siempre le pido a Francis, a Rosario, Dayani, Carmen o a Olguita una crema catalana. La respuesta a menudo es “Lo siento, hoy te has quedado sin postre como siempre…. hubieras venido más pronto”.
Pues bien el otro día, sin olvidar el mal humor que provoca la respuesta, en medio de una discusión ligera entre distintos clientes de si son “natillas o crema catalana” lo que hay que pedir, un joven detrás del mostrador, con una amabilidad más cerca del savoir faire americano que a la gritería latina, me dijo “Ya sé como le gusta a usted. Y ahora mismo se la traigo y le digo al jefe de pastelería que se la queme con delicadeza… deme unos minutos”.
Pues bien, éste es el segundo artículo que escribo sobre este espacio particular. El primero fue en tumiamiblog hace bastantes años hablando de sus famosas y finas croquetas de jamón, las mejores de esta ciudad sin duda. Hoy no precisamente porque las “natillas” contengan almidón o sólo yema de huevo en sus ingredientes, es evidente que no. Pero por el detalle hospitalario de saber que alguien había oído hablar de este dulce que internacionaliza a nuestra cultura y a mi país de origen, Catalunya, vale la pena desvelar el nombre de esta persona. Gracias Giovani Lugo, manager directo del Versalles. Esto es una muestra que, el conocimiento, debe estar ligado a la profesionalidad y no solo mostrarte como un gestor del personal que tienes a cargo en tu función supervisora del negocio.
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