Me place compartir una escueta y acelerada entrevista que el profesor Alfredo Triff me concedió. Detrás de la intrigante personalidad de este talentoso miembro de la comunidad del sur de la península floridana, existe un rico caudal socio-cultural que merece un sólido y justo reconocimiento… y me sumo a los que así lo consideran. Admito que el tiempo disponible para el encuentro fue impetuoso y limitado. Aunque me veo influenciado por este efímero contratiempo, espero que las preguntas logren el propósito de mi acercamiento periodístico. Empecemos.
Carátula de «Parodies: Jazz Music for violín and octet», con Alfredo Triff y amigos.
1] ¿Qué detalles en particular alimentaron las situaciones que te permitieron convertirte en uno de los artistas más conocidos en los círculos culturales del área?
Una familia sólida. Una madre muy dedicada y la suerte de tener buenos maestros. Después está la voluntad en uno mismo de no cejar, de mejorar, de buscar la excelencia.
2] Pues me parece que el legado se acopla muy bien a la buena intencionalidad de los que te precedieron y guiaron. Esto lo digo porque noto tu entusiasta participación, no sólo en la docencia universitaria que abarca los campos de la filosofía, la estética y la escritura, sino también en tu marcado apego a la interpretación y composición de música contemporánea. Por supuesto, el entrenamiento en estas disciplinas lleva tu sensibilidad y talento a una dimensión muy peculiar. Háblanos primeramente de tus influencias en la música y de cómo el violín se convirtió en el instrumento de tu predilección.
Mi tío me puso el violín en la mano a los siete años. Y me maravillé con el instrumento. Antes de cumplir ocho años fui admitido en el Conservatorio Nacional. Hay muchos niños que comienzan con el violín y después cambian a otro instrumento. Para mí el violín era y sigue siendo un juguete mágico y conté con la suerte de tener buenos maestros.
3] ¡Cómo no! Soy testigo de ese efecto hechizador del instrumento en tus manos. He estado presente en varias de tus presentaciones: en el Colony Theatre de Miami Beach, el Maggie Pelleyá Arts Gallery de WDNA, en Coral Gables, el Centro Cultural Español, relegado ya a un apretado rincón en Biscayne Boulevard y otros. La entrega de tus composiciones es un verdadero banquete de propuestas musicales impresionantes, tanto por la calidad como la originalidad. Esa parte de tu constitución artística la podría reservar para otro intercambio. Mientras tanto, archivémosla en el Departamento de Posibilidades, S.A.
Pasando momentáneamente la página, agrego que a ti se te percibe como miembro de la «Academia», particularmente en el terreno de las Humanidades. En por lo menos una ocasión a mí alguien que tú también conoces, me hermanó al gremio y, por asociación, me identificó —maligno error— como representante y ejemplo de ese grupo a quienes calificó —literalmente— como los peores enemigos de los poetas. No sé si has tenido la misma experiencia. En tu caso, ¿cómo ves esta forma de referirse a los que alguna vez se atrevieron a escribir una evaluación literaria de un poema y, también por asociación, del poeta que lo creó?
Ángulo de un regalo caligráfico del entrevistado.
No me considero un académico. He hecho crítica de arte y otros tópicos aledaños; por ejemplo, política, urbanismo, y cultura en el sentido general. La crítica tiene un lado bueno y uno malo. Hay críticos destructores, no por eso menos admirables. Luego tienes la peor especie: el crítico mediocre y destructor.
4] En eso estamos muy de acuerdo y puede que esa última variedad sea la que más abunda en nuestros tiempos. Sin embargo, en busca de un balance estético que alivie la comezón al ego de este grupo, me temo que tendríamos que decir algo similar de un buen número de terrícolas que se auto denominan poetas. Esto lo digo con todo el respeto que me caracteriza, y la ocasión me da pie a la siguiente pregunta: ¿Cómo ves el estado de las artes en general y las artes clásicas, vanguardistas o «marginales» en particular, en lo que conocemos hoy como Miami y sus vecindades?
El arte siempre cambia. Sólo la modernidad presenta muchas fases: renacimiento, barroco, rococó, realismos, impresionismos, simbolismos, la vanguardia y sus “ismos” y cuando todo eso se agota, viene ese período de mescolanza que llamamos posmodernismo. Es como si lo “nuevo” no pudiera despegar y se estanca. De manera que la modernidad trajo la posmodernidad y ahora que la posmodernidad se extingue, queda una especie de terreno de nadie. Vivimos una etapa viciosa y mediocre de arte reciclado.
Ángulo de otro regalo caligráfico del entrevistado.
5] Coincidimos en eso también. Me explico: por décadas he usado y abusado del concepto «El Imperio de la Mediocridad», como modo de reaccionar a los métodos que usan tanto políticos como burócratas en general, y a las tendencias retrógradas que se han ido filtrando en el pensamiento, aptitud y actitud de nuestras sociedades, incluyendo —como muy bien señalas— el universo de la estética. Reaparecen entonces las ideas disfrazadas de humanistas, cuando en realidad son todo lo contrario. Noto que sutil e intencionalmente permean los géneros literarios, visuales, musicales, las plataformas partidistas y gubernamentales, tácticas en el modus operandi de las grandes empresas de compra y venta, más las instituciones bancarias, sin dejar de contar las armamentistas. Incluyo en este grupo, los medios de comunicación y, más recientemente, las universidades, colegios privados y escuelas públicas, particularmente en el lado occidental del globo. Pero dejemos el tema para otra ocasión. Continuemos el diálogo en la Parte II, y desde allí, demos un paseo confidencial, visitando algunos lugares de interés metafísico, aunque las coincidencias de criterio durante nuestro viaje sean un tanto contradictorias.
Fin Parte I
© All rights reserved Héctor Manuel Gutiérrez.
Héctor Manuel Gutiérrez, Ph.D., es instructor de español avanzado y literatura hispana. Funge como Lector Oficial de Literatura y Cultura Hispánicas en el programa de evaluación superior Advanced Placement, College Board/ETS. Colaborador mensual de la revista musical «Latin Beat», Gardena, California. Miembro/fundador de la revista literaria «La huella azul», FIU, Miami, Florida. Editor de contribuciones, «Revista Poetas y Escritores Miami», Miami, Florida. Colaborador «Revista Suburbano», Miami, Florida. Colaborador/ columnista, «Nagari Magazine», Miami, Florida. Colaborador «Linden Lane Magazine», Fort Worth, Texas, Colaborador, «Insularis Magazine», Miami, Florida. Es autor de los libros: Cuarentenas, Cuarentenas: Segunda Edición, Cuando el viento es amigo, Dossier Homenaje a Lilliam Moro, De autoría: ensayos al reverso. Les da los toques finales a Encuentros a la carta: entrevistas en ciernes, a publicarse en 2024, La utopía interior: estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato, a publicarse en 2025, y la novela El arrobo de la sospecha, a publicarse en 2026.