El principio de Arquímides.
Autor. Josep María Miró. Dirección Kevin Cass. Elenco. Anna Silvetti, David Chocarro, José Guillermo Cortines, Alberto Mateo.
“¿Qué le hiciste a Alex?”
Sinopsis
Un monitor de natación abraza y da un beso a un niño en la piscina. ¿Un simple gesto de ternura o algo más? A partir de ahí se levanta rápidamente una tormenta de suposiciones, malentendidos y desconfianzas que aturden al protagonista, a sus amigos e, incluso, al espectador. Gestos aparentemente inocentes que, sumados a una impenetrable capa de prejuicios, se transforman en miedo y violencia y que no dejan a nadie indiferente ( sinopsis sacada del estreno por el Teatro Abadía, Madrid)
Todo ocurre en un vestuario de una piscina pública, con una luz y mobiliario digno de una buena producción. Donde según las escenas, existe un cambio, nunca mejor dicho, mágico por lo sutil en la ubicación del decorado. Allí los protagonistas dialogan sobre sus vidas: la que ocultan, la pasada, la posible, o las que callan a través de un texto que juega constantemente ante un punto: la duda.
Sobre todo Rubén (David Chocarro), el monitor, que tiene que justificar ante una “fea” – según palabras de Rubén- y obstinada directora de la institución Ana (Anna Silvetti) de que no es culpable de ningún abuso, e intentar convencer a su compañero de trabajo Héctor (José Guillermo Cortines), de que confíe en él.
A mitad de la obra un padre, David (Alberto Mateo), desencadenará el galope –el grupo de niños se llama “caballitos de mar”- hacia una actitud violenta. Éste lo acusa directamente de abuso. Dirigiéndose a Ana le espeta: “¿Sabe si es homosexual…? ¿y cómo sabemos que él es buena persona?”. En un momento de la contienda y mirándolo con lástima ella le responde “Y usted ¿qué sabe de él?… si ni siquiera conoce su nombre”.
La elección del casting y la dirección de los mismos es muy digna. Los movimientos son naturales; bien coordinados. La dificultad del diálogo es máxima, precisamente por lo espontáneo y tenso del mismo. A pesar que el día que acudí, estaban un poquito bajos Rubén y David en algunas parte íntimas de sus personajes. Destacar la presencia escénica en cuerpo y sentimiento de David Chocarro. Tiene que alternar, casi al segundo, la bondad de Rubén -si es que la hubiere-, algo de travesura, una rebeldía de joven inteligente, y una defensa ante sus actos que supuestamente no ha cometido…¿o sí?. Anna Silvetti, fungiendo de Ana, es un rol que nos molesta, desde la seriedad implacable, con su actitud de falta de confianza hacia todo. Y en un momento determinado, con gran maestría actoral, nos despierta un sentimiento de compasión por un detalle que no desvelaré. Héctor (Jorge Guillermo) como segundo actor, hace estupendamente de compungido y cabizbajo; imprescindible para apoyar al protagonista. Y Alberto Mateo, como David en la obra, enfatiza con su gestualidad bien sostenida a aquel padre imbécil que tiene todas las cartas para joder –no encontré una palabra mejor- una situación de posible acuerdo desde la opinión infundada con que la juzga.
La obra arranca con un “¿Estás seguro?” y finaliza a pedradas. Hasta aquí todo dicho.
Una sugerencia, permitan que la comunidad angloparlante de Miami, disfrute con la proyección de subtítulos en inglés. En cualquier ciudad multilingüe del planeta ya es un hecho. Gracias Kevin por preguntarme hace tres meses ¿Eduard que te parece si traigo El Principio de Arquímides a Miami? Y yo te contesté …”Si lo traes y triunfas va a ser el principio de un cambio en esta ciudad. El espectador va a deleitarse de un buen drama contemporáneo y, a partir de aquí, va a exigir nuevas propuestas”.
Dos fines de semanas…y sold outs en todas las funciones. Repito en todas. Ustedes deciden. ER