Teatro Art Spoken Performing Arts Center
1167 SW 6th Miami, Fl 33130
Autor Albert Camus. Director Yoshvani Medina Elenco Yenilén Mola, Alicita Lora, Jorge Carrigan y actuaciones especiales de Yrelkah Brown y Renato Campilongo Adaptación teatral Jorge Carrigán. Escenografía Carlos Artime. Maquillaje y Vestuario Ángel Lucena . Fotografía Ulises Regueiro.
Cuando la muerte somos todos
Recuerdo hace ahora más de un mes una frase de Yenilén Mola cuando la entrevisté en el programa radial “nagarianos” y me dijo: “Yo no me pongo en ningún proyecto teatral donde el texto no me atrape…esto es la primera condición”. Pues bien estamos ante una obra del francés de origen argelino y premio Nobel de Literatura Albert Camus… que no es poco.
La historia nos narra el retorno de Jan (Renato Campilongo) que decide renovar los lazos con su familia, a la que había abandonado hacía muchos años en busca de fortuna,“Volverá…¨. Junto a su esposa María (Yrelkah Brown), regresa al pequeño hotel de su ciudad regentado por su madre (Alicita Lora) y su hermana Martha (Yenilén Mora) para intentar dar una sorpresa con su presencia. Jan se hace pasar por un cliente y ellas no lo reconocen. Lo que no sabe Jan, es el trato bajo el horror que en aquel lugar sucede con los viajeros que se hospedan: “Cuando el hombre está solo es cuando nos interesa” dice su insatisfecha hermana. Jan no revela su identidad en espera que lo reconozcan, y solo el agua de un río cercano, sabrá su destino final.
Una obra ubicada en el teatro de la posguerra europea de mediados del siglo XX donde “La existencia precede a la esencia”, decía el filósofo Jean Paul Sartre creador del término existencialismo. Y esto es lo que pasa exactamente con la familia del protagonista en esta historia. Madre e hija que van en busca de aquello que “necesitan” para sí y que nunca han poseído. Y de los cuáles poco les importa la ética de sus actos, llegando al punto del absurdo –…la obra está dentro de esta corriente ligada a Jean Genet y Beckett, pero bajo el signo de la tragedia- como asesinos que buscan satisfacer y justificar sus actos: “No puedo sentirme culpable…sólo cansada” dice la madre antes de cometer el crimen. O para huir de su realidad monótona e hiriente con sus vidas:“Quiero ir a un lugar donde el sol queme las preguntas”. María y Jan, en cambio, vienen de un paraíso junto al mar. Jan a redimir su culpa por el abandono de los años, aunque la flamante y hermosa María, intuye que algo le va suceder a su marido: “Esta voz la conozco, no es la voz del amor sino de la soledad” le dice mientras conversan.
Una puesta en escena sobria ante un público dividido en ambos lados por un pasillo central, permitirá mostrar con una simple mesa móvil y unos candiles: la recepción de un hotel, una habitación y una cama mortuoria donde los diálogos se sucederán como si la soledad, el malestar y lo lúgubre estuvieran impregnados en el espacio escénico donde acudimos.
Yoshvani Medina pone énfasis en crear una atmósfera cerrada y casi monacal. Hay poca luz y una respiración de angustia y desaliento en el ambiente como corresponde al texto. Este escenario, nos obliga a prestar mucha atención al argumento y a fijarnos más en los detalles actorales, meritorios, sin duda, en todo momento durante el transcurso de la obra. Sobre todo, en el último acto. Allí, cada personaje encuentra su propia maldición contrastada con su homólogo. A resaltar teatralmente la penúltima escena, y el diálogo de María y Marta entre la crueldad de la primera y la desesperanza por los hechos ocurridos a la última.
Aplaudida y aclamada en el pasado Festival de Teatro de Mérida en México, se ha repuesto en Art Spoken y se presentó hasta este domingo 15 de febrero. Me despido como dice el inquietante y silente Mayordomo (Jorge Carrigán) ante la última pregunta de María cuando lo ha perdido todo: “¿Me puede ayudar por favor?” y él le contesta “No”, la única palabra que emite en la obra. Espero que este adverbio de negación en el adiós, lo juzguen como un malentendido. ER