Decía Jorge Luis Borges que él no era Borges sino todos los poetas que habían existido antes que él. Humildad del bardo y, al mismo tiempo, síntesis que deviene en cúspide.
Es ampliamente reconocido que Silvio Ambrogi Román (Jinotepe, Carazo, Nicaragua 1954) tiene de Góngora y de Quevedo, una tradición de siglos que nos ha entregado otras cumbres como José Lezama Lima y Alejo Carpentier, poetas neo-barrocos que también hacen síntesis en “El Laberinto de la Raíz – Intermezzo Verde”.
Pero en este libro, maduración de trabajos anteriores como “Oscilaciones” y “Materia Fina & Arenas de Lesbos”, tiene mucho más: el virtuosismo creador de un nuevo lenguaje, luminoso y a la vez oscuro; el claro reflejo de un hombre jovial, sociable, conversador; un vocabulario extenso; y la técnica que –al igual que Cervantes y Joyce- inventa palabras cuando no encuentra la adecuada para expresar tal o cual idea, sentimiento, o acción.
Quien hubiera pensado hoy que palabras como adolescente, asunto, brillante, construir, eclipse, emular, erigir, fragmento, frustrar, joven, meta, porción que son tan comunes hoy, sonaban extrañas y ajenas hace 400 años, cuando Góngora las acuñó.
¿Quién puede negar que en un futuro sombredad, palmoleaje, cafetulescos, vientoleve por mencionar algunas, no sean palabras de uso común en Nicaragua y más allá? “El Laberinto de la Raíz” es una narrativa de contrastes, abundante en rico material, vocablos novedosos y sorpresivos, y una sintaxis lobulada y voluptuosa.
Como los 400 elefantes del cuento de Rubén, desfilan ante nosotros: culturas añosas de Indígenas, Africanos y Españoles; una constelación asombrosa de imágenes imposibles; lo real maravilloso de “Concierto Barroco” y “El Reino de Este Mundo”; y –muy importante- el movido y pegajoso ritmo de Nicolás Guillen.
Pero hay aún más: el lenguaje efusivo del verdadero Nicaragüense; la historia de la colonización; nuestros estadios de revolución y dictadura; la manera en que el lenguaje define las cosas y un lenguaje que define las cosas, definiendo las cosas con nuevo lenguaje; metáforas –las mejores- que muestran nuestra cultura en acción; y una semiótica abundante donde hay significado en cada palabra, donde ninguna palabra es insignificante.
“Gritos de barro” es un canto a la fiestea Nicaragüense
“Aquí están mis manos” es el poeta como Hacedor de arte en todas sus formas, y de puentes en una época en que la construcción de paredes y murallas está muy desprestigiada
“Periplo insular”, “Canto Altanero a las ruinas de Leon Viejo”, y “Relámpago en la sombra de León a los pies de Sutiava” recalcan nuestra triple herencia Indígena, Española y Africana. Donde el Canto Altanero, es nuestro solemne y extenso Canto General Nicaragüense.
“Ruinoso fantasma de esquina” rememora los cuentos tenebrosos de Rubén y Poe
Mientras cierran los ojos, que alguien les lea “Huellas en San Juan del Sur” y verán como Silvio les pinta un cuadro de colorido movimiento.
En “Verano Roto” son los cinco sentidos los que se excitan, y “Balsa Invisible” no le pide nada al Ulises de Joyce.
Pero es en “Intermezzo Verde” donde este magnífico concierto barroco cierra el libro con broche de esmeralda, que el oro le queda sin valor. Aquí está plasmada toda la rica y variada geografía y fauna verde de nuestro bello país, que puede ser de la América toda.
Hay quienes leen para entender. Hay quienes leen para sentir. “El laberinto de la Raíz – Intermezzo Verde” tiene el mérito de casar ambos. Le habla directamente al alma y a la mente racional. No es únicamente una pirotecnia de palabras –lo cual denota maestría del lenguaje-; ni solamente musicalidad y ritmo, sino también consistencia entre poesía y la filosofía que la sostiene.▪
© All rights reserved Danilo López Román
Danilo López Román. Nació en Managua el 20 de mayo de 1954. Se graduó de arquitecto en la Universidad Nacional de Nicaragua. Durante la década de los 70, perteneció al grupo literario y activista Gradas.
En 1985, se trasladó a Miami, Florida.
Ha publicado poesía y critica literaria en muchas revistas literarias, portales cibernéticos y periódicos de Nicaragua y Estados Unidos de América, en inglés y en español.
Entre sus traducciones del español al inglés, cabe mencionar “El paraíso recobrado” de Carlos Martínez Rivas (Miami, 1998).