Derrota de Mar de Marco Antonio Murillo, es un libro construido en multitud de niveles, a los cuales se puede acceder con ligereza o despeñarse abruptamente, pero no hay manera de evadir los sustratos, la profundidad se ensancha gracias a la palabra desplegada con valentía y precisión. Palabra que no da tregua ni concede contrapuntos erráticos que la desvinculen del resquebrajamiento interno. Eso que necesita desmantelar los cimientos antes de permitirse avanzar.
El bosque del lenguaje ardía toda la noche en el vientre
de mi madre
La ausencia concreta su geografía, el paisaje impone su maderamen desnudo de nostalgia. Una realidad dislocada por la certeza de lo que ya no es nos introduce en su solidez impecable. Como la silueta de una catedral en ruinas, presentimos la intimidad, el ruego, la esperanza decapitada a los pies de un altar sombrío.
La piel de la salamandra
era el humo
de un enorme madero que ardía como una hermosa muchacha
En una claridad turbia se vislumbran formas desconcertantes alejadas del ineficiente, hubiera; y se yerguen pasiones de largo aliento, sólidas, capaces de hacerle frente a huracanes que todo lo desdibujan.
y mi corazón triste estaba lejos de la palabra asfixia
En este libro, las derrotas y las ganas de amar se confrontan y prevalecen. Como la plástica nervadura de la ola, nuestras emociones enfrentan lo irreparable y sobreviven la turbulencia, gracias a imágenes construidas desde un dolor irremediable expuesto con delicadeza, como los ojos del mascarón de proa que sólo pueden cerrarse con un deambular de peces apiñados en sus cuencas. Ahí descansamos, en ese mundo tangible transitamos del sueño a la vigilia y, a veces, percibimos emocionados el umbral de la belleza inscrita en esta manera particular de vincular las palabras.
Marco Antonio Murillo tiene el don de las mareas, una consonancia donde lo vivo palpita sin sobresaltos.
Sigo creyendo que el mar es piadoso,
no destruye las cosas, las limpia
llevándose los sargazos enredados en nuestra angustia.
Cuando se va, algo deja
como un pequeño brillo entre las piedras,
acaso una espuma; ojalá pudieras verlo.
Derrota de Mar es un libro donde la poesía con su naturaleza compleja, y aunque sedosa y dúctil, no es una madre buena que nos consuela, es un toro que embiste y sacude nuestros cimientos adoloridos. Es un golpe de mar que nos remite, con mano abrupta y precisa, al fondo que nos da forma y sostiene.
en medio de la tempestad, en medio
de un mar
de cuerdas desbocadas,
tocar el aire
es aceptar los tormentos del poema.
El impulso poético que alienta el libro facilita el descenso, como por un pasadizo, hacia un suelo común, inexplorado. No queremos saber de ese dolor que aprieta el pecho con descaro. No nos interesa su galopar agitado ni queremos conocerlo, pero estos poemas, como un andamio, nos permiten afrontarlo.
Tú creciste lejos y la brújula no marcaba el rumbo hacia ti.
Sumergidos en una densidad sorda y opaca, las distancias denotan perspectivas alteradas. Imperturbable, el ritmo suscribe pausas capaces de contener eternidades, donde el silencio encuentra refugio y asidero. Vayamos pues,
Descenso al naufragio: la realidad apenas toca los pulmones
del buzo y los días del agua son más largos en la oscuridad
de la madera. Allí abajo la luz pesa menos que la sombra
de los muebles sumergidos. Una mujer hecha de ébano es llama
inmóvil, los peces se arremolinan en sus ojos; sólo de esta
forma pueden cerrarlos. El buzo le habla de un país donde
el aire es como el agua, y la luz resiste a la memoria; pero la
mujer no logra escuchar más que la respiración, el oxígeno de los
minutos.
Nada turba la quietud de ese instante. Digamos que una
mujer dormida es un vaso que contiene toda el agua del mar
Gracias por tu oficio, Marco Antonio Murillo, por la calidad de tu espíritu destilado en estos versos. Los lectores agradecemos tu entrega que nos enriquece y restaura nuestra humanidad en tu palabra.
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Kary Cerda. Poeta y fotógrafa mexicana. Estudio Sociología en la UNAM y Demografía en la Universidad de la Sorbona de Paris, así como Grabado y Fotografía en la misma ciudad. Tiene diez libros publicados de poesía: Por la Vida Una, Soirs de Vignes, Caracol Aventurero, Usumacintamente, De tu piel a mi universo, Los Nombres de la Tierra, La falda de Jade, Océano Mudo, Meridiano de Intemperies y Tierra Nueva. Ha ilustrado más de cuarenta libros con sus fotografías y participado en recitales de poesía en México, Canadá, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Francia, Honduras, Nueva York, Washington, Puerto Rico y República Dominicana. Sus poemas han sido traducidos al Francés, Inglés, Italiano, Maya, Náhuatl, entre otros.