Las Cubas: la “histórica-revolucionaria” y la real.
Autor original Sófocles. Versión adaptada Antigonón. Un contingente épico Rogelio Orizondo / Carlos Díaz. Dirección Carlos Díaz. Elenco Giselda Calero, Daysi Forcade, Luís Manuel Álvarez, Roberto Espinosa, Linnet Hernández. Coreografía y Movimiento Xendra Cruz/Sandra Ramy. Vestuario. Celia Ledon/Robertiko Ramos. Diseño de Luces. Óscar Bastanzuri. Música Bárbara LLanes. Producción . Teatro el Público y FUNDarte, MDC Auditorium . Compañía. Teatro El Público.
A José Manuel Domínguez
Prólogo
La asistencia personal a este espectáculo nace de una polémica. Y desde la más absoluta división de opiniones en la comunidad teatral de Miami. “No vayas… es propaganda comunista disfrazada de libertad” me dijo un cubano en el Versalles. “Yo la vi en la Habana y a mí no me gustó” me dio a entender un crítico teatral que aprecio. “ Mira juzga por ti mismo. Aquí te envío por mi facebook algunas crónicas periodísticas de la compañía El Público y su trayectoria teatral en Cuba” me sugirió otro gran amigo y director residente. Así lo hice, y así agradezco su consejo dedicándole en particular y bajo su nombre esta reseña.
La Antígona de Sófocles
En Tebas el rey Creonte ha decidido condenar a Polínices a no tener sepultura por haber combatido contra su ciudad natal. En ella muere su hermano Eteocles que se postula al lado del monarca en la defensa de la ciudad. Antígona, hija de Yocasta y Edipo, y sobrina del rey se niega a cumplir sus ordenes y en nombre de la tradición familiar y la de los dioses, lo entierra mientras pide ayuda a Ismene, su hermana. La condena de Creonte a Antígona a morir en un cueva en vida por no cumplir las leyes del estado, llevará la tragedia a su existencia. Su hijo Hemón, amado de Antígona, y su mujer Eurídice se suicidaran en cadena al saber de la muerte de la heroína. Creonte recibirá la condena del Olimpo, la de su pueblo y la de sí mismo.
Definición de un contingente épico.
En el affiche de la obra aparece un subtítulo. Antigonón. Un contingente épico. Hay siete acepciones que, curiosamente, pueden definir contingente. Siendo la mayoría diferentes, uno puede aplicar sin fisuras a esta obra cada una de ellas. Desde un “suceso posible”, hasta un “cupo de hombres que ingresa anualmente en el servicio militar” si le adjuntamos el adjetivo “épico” a su lado.
La Antígona de Rogelio Orizondo.
En esta Antígona, Rogelio Orizondo protege el espíritu de la obra de Sófocles. Es decir, mantiene la tragedia en su texto y le añade su propia pátina surrealista, ofreciéndonos una extrema contemporaneidad. Manteniendo a los mismos personajes y sumándose a otros que, a través del suceso, la historia, y los temas vitales que hoy ocupan la realidad de su Tebas (Cuba), permiten abrir una nueva lectura irreverentemente crítica y social. Sin embargo, lo sutil y condescendiente con las reformas de su país también están con una delicada ambivalencia en positivo. Yo creo que Rogelio, como lo hizo Sófocles, se decanta por Antígona. Pero avisa a su “Creonte” cubano que, en nombre de las demandas actuales de su pueblo, sea inteligente y no la condene por sepultar a Polícines. Les dejo a su elección lo que representa este personaje último que durante largo tiempo permanece insepulto en escena sabiendo como estaba Tebas en 402 AC.
La Obra. Un álbum de Las Cubas: la “histórica-revolucionaria” y la real
La obra arranca con el silencio desnudo en los labios de los protagonistas (Antígona, Ismene, Polínices y Eteocles ) y con el que les envuelve su piel. Sus rostros deambulan por el campo de batalla. Es hora de recoger los cadáveres. La muerte no tiene ropa con que cubrir la culpa o la verdad de los hechos que se van a suceder o han acontecido en la historia de Cuba. Polínices yacerá en el suelo hasta que Antígona consiga sus propósitos. A partir de aquí la libertad narrativa y los distintos cuadros escénicos que se abordarán desde el monólogo o la proyección… serán los protagonistas.
Empieza con una oda a Maceo un recordatorio entre el mármol y su voz de combate. Sigue una mención a “Este es el país de las piezas de repuesto”; nunca mejor dicho un país de “reciclados”. La misma posición laboral de por vida “Cuando me doy cuenta que sigo aún dando martillitos, me dan ganas de no marcar la tarjeta” dice Antígona desde la queja. Sale la carne de mono muerto en un zoológico como dieta. La archiconocida soja como sustituto proteico. “Yo lo que necesito es jamar para hacer la revolución”. El mito de la “fraternidad” como valor social devaluado a la misma vez que su homónimo “patria” – surge infinidad de veces en la obra. El tema de la sexualidad en la pareja desde lo cotidiano:”Yo necesito una flor que me haga sentir que me haga sentir que estoy viva….que amo ”. O desde la aparente escasez de medios de subsistencia “que me haga olvidar la rutina del mundo en que vivo”. La homosexualidad “Todos los dramaturgos son maricones”. La transexualidad a través de un soldado investido de cabaretera que canta boleros en plataformas y falda ceñida. La juventud bajo la jerga callejera del reguetón “Tú no zabess que dise tu pulover …Tu pulóver dise Ai lof sex”. Que mira a la Yuma como espejo y, a la vez, defiende el café con chícharos y sus orígenes alcohólicos y nacionales “Viva el Havanna Club muera el Ron Bacardí”. La relación de sus habitantes con la informática y su censura. El recordatorio “heroico” en blanco y negro y proyectado en primer plano en pantalla. El discurso de Yusimí, un personaje afrocubano vestida en rojo con una maleta del mismo color que habla sobre la sangre, la manigua y los pies de su madre muerta. Una mujer que convierte su monólogo bajo el poder de su palabra en una proclama feminista: “Yo exprimo mis tetas al mundo para criar hijos…y me sirvo un vaso de leche…. para criar mujeres sin tetas. Yo estoy aquí para que ustedes me condenen ¿pueden hacer otra cosa?”. Hacia el último una serie de preguntas “oficiales” son contestadas por los pioneros fieles a la revolución mientras se visten o se desnudan según las preguntas. En plano fijo durante unos minutos, cierra la obra la tumba de Maceo.
La dirección de un “no-dirigible”. Carlos Díaz
Indómito e inteligente. Afable con los suyos y los extraños. Fumando su cigarrillo de premio. Contemplando la noche y el éxito ofrecido. Atento a este crítico que escribe por si le pregunta algo incómodo como “¿Oiga… usted que opina del régimen de su país?. Pues bien no me imaginaba que alguien tan libre de espíritu, claro de ideas y radical en sus planteamientos teatrales tuviera la grandeza de mostrarnos una puesta en escena llena de calidad sin límites, compromiso humano y político y originalidad. Los que quieran ahondar en su trayectoria aquí va un enlace que habla de sí mismo y de la compañía que fundó en la Isla.
Una alfombra roja para “El Público”.
No voy a escoger estrellas ni remarcar “quién fue más” del elenco. Porque si algo valoro de la compañía es su solidaridad laboral, la filosofía de un buen trabajo en equipo, la modestia y la comunicación impecable en lo humano. Pero sí quiero destacar en lo escénico: la fuerza vital, entrega unánime, carnalidad pura, épica gestual y la dicción puntuada y nítida cuando el texto lo requiere tanto en lo obsceno como desde el dolor. Gracias Giselda, Daysi, Luís Manuel, Roberto, y Linnet . Y por supuesto y, en añadidura, mención cumbre al vestuario de Celia y Robertiko por el impacto visual provocado desde lo incomprensible y elegante, hasta por lo deliberadamente vulgar y pornográfico. Y por supuesto a todos lo que han hecho posible, con su colaboración, o patrocinio: FUNDarte con su programa “NO BORDERS”, al MDC por su apertura a este magnífico espacio del Auditorium en pos del teatro independiente, al CCE por coordinar este proyecto de apertura a Cuba, Kinght Foundation…Esta obra maestra se lo merece. Chapeau.
Conclusión
Jaques Derrida tenía una frase que bien podría resumir esta obra “Hay que olvidar la lógica maniquea de verdad y mentira, y centrarnos en la intencionalidad de quienes mienten”. La reflexión sobre Creonte está servida en la mesa. Nagari
Nota. En este trailer hay escenas de desnudo real por si alguien puede herir su sensibilidad.