Don Jon es una película que está en cartelera en esto momentos y que plantea la adicción a la pornografía como un producto emergente y fruto de una visión mediática del amor. Y ¿cómo lo hace?: a partir del análisis de la voz masculina de un Don Juan moderno exitoso, que no puede vivir ni relacionarse con sus amores, sin los videos eróticos que le proporciona la red digital. El film intenta mostrar el drama y el deplorable estado de las relaciones afectivas en ciertas parejas de hoy día, como si éstas fueran transacciones de bienes raíces a intercambiar…Pero bien no es de la película de la que quiero hablar. Sin duda, la historia ha generado en la audiencia preguntas mucho más profundas que tienen que ver con ¿qué papel ocupa el sentir en la actualidad?, ¿qué premiamos socialmente y por qué? y ¿cómo se relaciona el sentir con la capacidad de conectarse significativamente con alguien?
Esta comedia dramática muestra el desenfreno y obsesivo culto presente por el hedonismo. Incentivado por los medios que objetivizan el sentir y que lo igualan con la adquisición del placer. Este goce inmediato que se consigue gracias al consumo, el sexo, la belleza y el éxito social, y que tiene como fin: anestesiar cualquier pregunta que contraste la mirada ajena con la propia… Y claro, “poder mirarnos” significa conectar con nosotros mismos y los demás, en un diálogo que abre preguntas las cuales desafían una mutualidad entre valores y el sentido actual de los vínculos.
Sólo basta salir por los restaurantes o cafeterías para ver mesas ocupadas por personas que dialogan con sus celulares. Allí, abren su Facebook para presenciar el desfile de imágenes de autopromoción del cuerpo como si de una forma de identidad se tratara. Ejemplos así hay varios, falta leer las estadísticas que revelan que sólo el 60% de los norteamericanos cenan en familia diariamente.
La película concluye que atreverse a conectarse desde el verdadero sentir promueve cambios y elecciones más felices, y genera vínculos que aportan a nuestra identidad, una manera más sana de estar junto a alguien.
Conectarse desde el sentir infaliblemente abre conexiones más comprometidas, audaces y responsables con nuestros verdaderos deseos, miedos, lados oscuros y sueños. Y, estas conexiones, atentan contra las creencias que confunden el sexo con amor, el chat con el diálogo, la identidad con la belleza, el éxito con el poseer, la popularidad con la cantidad de “amigos” virtuales o el ser con el protagonismo.
Zygmunt Bauman, en su maravilloso libro Amor Líquido, resume el estado actual de las relaciones afectivas afirmando que la sociedad actual premia y estimula las conexiones efímeras porque de esa manera se nos asegura el amor como consumo. Cuando cierra su libro con las palabras de Ralph Emerson, recoge a la vez el sentir que tuve al ver Don Jon con respecto a este tema: “ la falta de calidad, se redime con la cantidad.”
María Inés Marino es argentina, radica en USA desde 2008 tiene una maestría en periodismo por la FIU