De todos es conocido que El Yunque sigue su línea de teatro a lo largo del año y no iba a ser menos no hacerlo con una obra del distinguido autor de comedias cubano Mario Martín. Él, junto al dúo que forman los productores, Pedro García y Roberto Cruz -dependiendo de las obras alternan la dirección o la representación- bien sumados hacen un trío donde mueve el Café teatro El Yunque a las mil maravillas dentro de su estilo de comedia, ligera, picante y “sabrosa”, casi siempre adaptada a la realidad local de nuestro Miami. Pues bien Divórciate y Verás es un buen ejemplo de ello.
Ricardo (Pedro García) a menudo se queja que él no tiene suerte en su matrimonio. Al principio parece que sus relaciones empiezan bien con sus parejas, sin embargo los “peros” dan signos de hacer mella y al final siempre acaba divorciándose. Son cuatro los matrimonios que van a pasar por aquel apartamento donde Ricardo lo cuestiona todo… desde el sexo, hasta los hijos que le piden. Pues bien las susodichas afortunadas de poder iniciar y acabar la relación con este desafortunado Don Juan que tendrá un final posiblemente previsible pero coherente con su condición, serán desde el principio una monja y una abusadora sexual (Karen Cintrón) hasta una empresaria que quiere comprarlo o una simple campesina que, al final, le quita la casa que poseía (Ary Lezcano).
Si bien no me gustó la manera en que cierran las escenas dentro de la dirección por lo precarias y algo forzadas, si quiero destacar a Roberto Cruz a la hora de dirigir a los actores. La “desfachatez” en el sentido positivo de Pedro García “¿…?” ja ja ja… es memorable. (Nota. Sí. ¡Por supuesto uno puede dar como positivo “el descaro” desde el punto de vista del comentario crítico, cuando se combinan rasgos de Ricardo, el personaje principal, con la valentía del actor a la hora de escoger el papel de este protagonista!). Confieso que ha sido la primera vez que lo he visto en escena, las demás obras en las que he asistido, era casi siempre el director o productor de la pieza. Y por tanto, observarlo en la disparidad de situaciones cómicas, me ha permitido valorar su riesgo escénico dentro del género. Apuntar también la versatilidad de Karen Cintrón que pasa de un papel angelical como monja de clausura, al de una abusadora sexual en tiempo casi record y admitir que tuve que decir al compañero de al lado, el actor Lucho Acosta, la siguiente pregunta“¿quién es esta actriz?” por su especial transformación. “Ella es Karen la que hacía de monja en la primera escena” me contestó.
Pero si un recuerdo me quiero llevar de esta “familia” en esta pieza, es la manera muy particular de estar en el escenario de Ary Lezcano y de ir viendo como organiza con gran dominio la ascensión de sus dos personajes. A medida que avanza primero como dueña de un negocio antes de conseguir un hijo de él, hasta transformarse en alcohólica cuando pierde su empresa. O simplemente verla en situaciones histriónicas intentando que su marido se ponga un perfume con feromonas contra su impotencia y, al final, quitándole la casa que poseía de sus anteriores matrimonios sin ningún pavor. Ary se funde en sus papeles con variados e imprevisibles cambios siempre bien sintonizados con la acción del momento.
Pues bien, para despedirnos, decir que me reí a gusto y, en consecuencia, recomendar que, si la repusieran, no duden en “casarse” con la obra Divórciate y verás y asistir al banquete que les ofrezca El Yunque…siempre les van a servir unos suculentos platos de la Isla del Encanto al momento. ER