Desde la palabra se crean universos o se destruyen mundos, se pronuncian los deseos o se acallan las podredumbres, se lamentan los padecimientos o se pronuncian las posibles salvaciones. Desde la palabra, y desde el silencio que ya está implícito en sus entrañas, se puede buscar el significado de eso oculto, de ese misterio, que yace en la intimidad del individuo. Pronunciarlo, más que para comprenderlo, para dotarlo de vida, para saberlo parte de nosotros mismos.
Entre los rincones de esos laberintos el misterio hecho palabra conlleva finalmente el acabamiento, la muerte, el acantilado. Desde esta geografía es donde se sitúa el poeta Zamuel Hernández en su último libro de versos, titulado Derrumbe (El diván negro, 2021). Partiendo de su labor en el psicoanálisis y de sus labores de investigación vinculadas con la psicología crítica, psicopatología, infancias y las locuras, el autor potosino se lanza con una propuesta estética vinculada a la expresión de la palabra en su sentido más primigenio. Palabra que sirve para nombrar y para callar, para iluminar y para opacar, para asir y para soltar.
El libro dividido en cinco secciones —«Haikus de invierno», «Trágicas pasiones», «Reminiscencias clandestinas», «Pandaemonium» y «Derrumbe»— más que un viaje estético propone una exploración de los misterios de la esencia poética. La voz lírica se sitúa en medio del laberinto de la palabra y desde ahí muestra los descubrimientos que halla, sin importar hacia donde lo llevé la develación en cuanto a formas, tonos y formatos:
gota de cielo
duermen en árboles
hoy es tu alba
Es entonces que la palabra se libera de sí misma. Ya no importan los territorios que encuentra poblados de significados o los páramos yermos de sentido, el laberinto lingüístico de Hernández deviene en la libertad. Es por ello que el volumen se encuentra dedicado «A los insensatos», aquellos que rehúyen a las líneas de la razón para zambullirse en las delicias de lo posible, separados de amarras y paradigmas sociales, sin importar las mutilaciones que conlleva la libertad en su sentido puro. Lo advierte el poeta en su nota de presentación: «No creo que existan las sensaciones sin consecuencia, los afectos sin intensidad o las pasiones sin inmortalidad. La intensidad de nuestras pasiones y sus resonancias en el mundo nos derrumban, y extrañamente, también nos persiguen».
Así la palabra es el vehículo y también la vía y también el espacio donde todo es posible, donde los asideros se olvidan y los versos de Derrumbe son un fluir punzante. Asegura Hernández: «Es el radical fenómeno del lenguaje el que nos empuja a desear, vivir, sentir, e, incluso, a dibujar desde el acto de la escritura un delirio nuevo». Y él mismo no rehúye a lo asentado en la página. Su poemario se devela, a veces, como un rosario para los malditos:
Alma febril que rondas las esperanzas
sin amparo ni cuidado de dios
medita la muerte en este vacío
¡afronta lo claroscuro del siniestro deseo!
¡arriesgarse a la vida como la muerte!
¡haced temblar a las lenguas!
En otras ocasiones, tal y como sucede en el poema «Vodka tónic», los versos se convierten en reminiscencias de acontecimiento donde Eros y Tánatos, misticismo y carne, piedad y castigo, se fusionan y concluyen en una reminiscencia a la literatura infantil que nos recuerda el paraíso perdido de la infancia:
luciérnagas de luz amanecer
velas mortecinas de un cadáver
blanca, espiritual, adolescente
brama el clítoris por su madre
bruja sin dientes de leche amarga
el conjuro está hecho:
Blancanieves no volvió a casa
En «Locura Panero», las letras de Zamuel Hernández siguen la consigna de la libertad y se vuelcan en un homenaje al poeta español. Sus palabras son un espejo de lo que pretendía Leopoldo María respecto a sangrar los versos hasta que los significados se dispararan hacia todos los rincones del inconsciente:
descarriados le hemos seguido al brocal del sanatorio
leímos pergaminos escritos con orina santa
con aromas de misántropos poetas nos perfumamos
besamos las musas muertas con el nombre de nuestra madre
cogimos con Caronte por un par de monedas
bebimos hasta el hartazgo los jugos de medusa
nos eclipsamos y volvimos a nacer
escribimos en la bata de los policías mentales tu nombre
De esta forma Derrumbe se convierte en el espacio para la palabra y sus coyunturas, la palabra y sus silencios, la palabra y sus laberintos. Porque sólo en la palabra puede degustarse el universo, nombrar las sombras del alma, lamer las heridas que cada noche vuelven a sangrar para recordarnos que, cuando de verdad se le ha dado el golpe al tiempo, el camino puede ser cualquier cosa, menos un viaje benevolente. Cierra Zamuel Hernández con un poema que puede leerse como la poética del libro entero:
Es el vicio de ti:
punzante,
lúcida,
droga mía,
palabra que monta mis humores veniales.
© All rights reserved Xalbador Garcia
XALBADOR GARCÍA (Cuernavaca, México, 1982) es Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y Maestro y Doctor en Literatura Hispanoamericana por El Colegio de San Luis (Colsan).
Es autor de Paredón Nocturno (UAEM, 2004) y La isla de Ulises (Porrúa, 2014), y coautor de El complot anticanónico. Ensayos sobre Rafael Bernal (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015). Ha publicado las ediciones críticas de El campeón, de Antonio M. Abad (Instituto Cervantes, 2013); Los raros. 1896, de Rubén Darío (Colsan, 2013) y La bohemia de la muerte, de Julio Sesto (Colsan, 2015).
Realizó estancias de investigación en la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos, y en la Universidad del Ateneo, en Manila, Filipinas, en la que también se desempeñó como catedrático. En 2009 fue becado por el Fondo Estatal pJara la CulturPoesía, ensayo y narrativa suya han aparecido en diversas revistas del mundo, como Letras Libres (México), La estafeta del viento (España), Cuaderno Rojo Estelar (Estados Unidos), Conseup (Ecuador) y Perro Berde (Filipinas). Fue editor de la revista generacional Los perros del alba y su columna cultural “Vientre de Cabra”, apareció en el diario La Jornada Morelos por diez años.
Actualmente es colaborador del Instituto Cervantes de España, en su filial de Manila y mantiene el blog: vientre de cabra.