D E P R E D A D O R
Resonancia de otro tiempo
en todas las plazas
…
He aquí el pájaro que se amplifica,
carcome los huesos del día;
lento camina en la comarca
disimula detrás de las copas
de un árbol calavera sin frutos.
Desde el aposento puedo verle
circular como un triste ojo
habitante bajo el sol diluido
rincón azul derramado en la ciudad,
campana que nadie escucha.
Cerca el morado río,
peces espesos relucientes:
el pavón asoma su cabeza delicada.
Cuenca del Caroní
pasos ocultos.
P O Z A S
Para meterte en cintura,
escurridizo como ardilla californiana,
distinguí lo que podía verse
en la tierra del babandí
—tan estimulante el camarón negro.
¿Acaso el brote?
¡Carnicero colosal!
El resorte de goma rosa,
hacia la zona de agua amarilleada
amarilleante / amarillosa
desnudo contorsionista,
mezclado con alucema.
Agigantada fogata,
melcocha que aliñas,
zapoara y morocoto
penden en poza.
¡Madreselva encarnada,
despertar de semilla!
¿Qué quieres de mí?
L L A N U R A
Fluyes en la oleada floreciente,
cayenas dobles se abren llameantes
como el vientre en el que anidas,
y te entregas a su afluente amazónico.
Rama y follaje, o sol de hastío,
alcanzan tu altura roída
por el tiempo o anillo sórdido.
L e j o s…
más lejos de lo fútil
un pensamiento te sobrepasa.
Hacia ti mismo se devuelven las palabras
como larga aliteración modificable;
luz y silencio se remontan
lunelas veloces de medianoche
—te tiñen—
cobre y escama, mica roja oculta
y detrás, la hoguera del verso
vasta llanura.
F E N E C E R
La lluvia borró el cuerpo
la simiente de la carne,
las líneas enaltecidas y atabacadas…
Los vuelos aéreos,
el contaminado paraíso,
el lugar frenético,
los candores imaginados.
El almizcle del contorno,
el polvo esparcido…
y aún así enroscaba el aullido
a la flor solitaria,
al sueño de junio,
al acrecentado espasmo.
Había un beso que fenecía
frente al licántropo
más cerca la fatiga.
Natalia Lara
Febrero2023