Festival Teatre Grec. Barcelona 2016-07-12
Fotos Jan Versweyveld
A Fernando Calzadilla, Pedro Balmaseda y Jorge Noa
Conocí la obra de Toneelgroep Amsterdan dirigida por Ivo Van Hove, desde el riesgo propio en 2013 en Barcelona. Su obra Las Tragedias Romanas de Shakespeare (Antonio y Cleopatra, El Coriolano y Julio César ) tenían una duración de seis horas seguidas en holandés con súbtitulos. Nadie (…ni yo mismo) pensó que aguantaría hasta el final. Pue bien al concluir la pieza me levanté extasiado a aplaudir ininterrumpidamente como aquel niño que le acaban de comunicar una noticia inesperada.
Desde lo más inverosímil diré, que podías estar en la propia cafetería tomando un té y escuchar a la madre de Coriolano evitar que destruyera a Roma con sus palabras, mientras el general se paseaba por la barra vestido de impoluto traje y corbata ofreciendo sus proclamas de aniquilamiento ¿Y de qué manera? Muy sencillo, el bar estaba en medio del escenario y los divanes y repositorios de mármol romanos, eran una decena de sofás de último diseño y su séquito -posteriormente sería en Julio César– iba con trajes contemporáneos de Giorgio Armani ¿Y el Senado?…la curia éramos nosotros; la platea donde el propio pùblico tomaba decisiones importantes.
En 2014 presentaron La deu basada en una novela de d`Ayn Rand. La obra nos relata la vida de un arquitecto que vive sus contradicciones y sus sueños urbanísticos en una ciudad. El repudio social en escena, lo apreciamos a través de una pieza de hierro antiguo. Una imprenta monumental donde el diario aparece en primera plana con las malas noticias de su despido y su fracaso profesional en directo.
En 2015, la primera intérprete del grupo, Halina Reijn, hizo una versión desde el monólogo de La voz humana de Jean Cocteau. La magia que tiene esta actriz en escena es inmensurable. Sus registros en esta obra, el diálogo por teléfono, su coreografía en el loft donde reside, los gestos de locura o desprecio por la vida, sus interrogantes desde la propia soledad que vive en su apartamento, le valieron el reconocimiento de toda la crítica de la ciudad.
Esta temporada trajeron en el Festival Grec de Barcelona De Stille Kracht (La fuerza oculta) del famoso escritor holandés Louis Couperus.
Sinopsis
En Labuwangi en la isla de Java ocurren algunos sucesos inexplicables. Los habitantes lo atribuyen a la “fuerza silenciosa”, un misterio que mantiene a la gente siempre en alerta. El residente Otto Oudijck, un diplomático quiere encontrar el sentido de esta fuerza oculta. De repente empieza a descubir cosas extrañas en su casa . Oudijck se ha quedado solo, enfermo y débil, mientras a su alrededor los miembros de su famlia entran en conflicto internos.
Arte escénico de joyería
Si hay algo que hablar y distinguir de Toneelgroep Amsterdam y su director es la estética escenográfrica como lenguaje. La creación de una atmósfera única e indispensable para entender y complementar textos. Una manera de incorporar la sorpresa sin vacuidad en los objetos. Una facilidad para difundir lo inédito en las ideas primeras del montaje. O hacer que, lo virgen, se fusione en un todo. Desde una coreografía laberíntica, el nivel de interpretación de su elenco al punto más alto, un sencillo mobiliario para la ocasión, o incluso, un juego de luces y sonido ambie con idioma propio.
Nunca en mi vida larga de espectador y mi corta de crítico, he experimentado la lluvia monzónica arriba de un escenario. Nunca he sentido llegar hasta la platea la humedad de este fenómeno atmósferico. Una infinidad de chorros de agua desde el efecto más impensable inunda de verosimilitud escenas donde la tragedia o la pasión circundan a sus personajes. Nunca me imaginé que un Steinway and Sons de cola, permitiera a un pianista tocar las teclas mientras una tormenta real cae sobre él en escena al compás de su melodía. Ver chorrear sangre de una ducha en la mansión gubernamental, durante el baño que se toma la mujer de Otto después de tener relaciones con su hijastro. O emplear, solo a tres actores-mayordomos de origen asiático para servir y recoger la mesa, más de diez veces seguidas, sin que ningún comensal se sentara en ella o emitiese más sonido que el anunciar que “ ya está lista”.
Y creo que es la primera vez que, amando y amante que soy de los textos dramatúrgicos, no voy a hablar de éste por el impacto visual que me provocó su puesta en escena.Voy a ser sincero, la espectacularidad de la pieza hizo que los pormenosres clásicos de un conflicto familiar y social quedara en segundo plano.
Dejo a los académicos y expertos en el género, si realmente habría que hablar, junto a otros de los grandes en la escena actual como Romeo Castellucci, o Peeping Tom de una nueva etapa a la hora de abordar una obra teatral desde el discurso contemporáneo de lo escenográfico. ER