Mientras escribo esta columna que ustedes leerán en junio, se está celebrando en Buenos Aires la 43ª Feria del Libro. Todos los editores tratan de llamar la atención sobre la necesidad de apoyar nuestra industria del libro, terriblemente afectada por la crisis económica. En medio de estos duros tiempos neoliberales, La aldaba del desierto se abre hacia la aventura de tres mujeres que siguen apostando –plenas de entusiasmo- a la poesía, a través de la editorial Hilos. Veamos qué nos cuentan de sus peripecias.
Lo primero que me surge es la pregunta sobre cuál fue el motivo que las llevó a esta empresa difícil pero plena de gratificaciones al mismo tiempo. “Dado que escribir poesía es una actividad tan solitaria –nos dice Dolores Etchecopar– editar surgió como un deseo de salida al mundo, de romper el aislamiento, que no respondiera únicamente a un proyecto personal o a mi propia escritura, sino a reunir y difundir otras obras. Escrituras diversas que no responden a una sola corriente sino al impacto que nos hacen como lectoras apasionadas. Hablo en plural porque solo editamos libros que nos conmueven a las tres integrantes de HILOS editora. En el 2010, María Mascheroni, María Julia De Ruschi y yo, lanzamos los cuatro primeros títulos de nuestro catálogo. Unos años más tarde se alejó María Julia y se incorporó María del Carmen Colombo con su valiosísimo aporte de experiencia y lucidez poética. Además de algunos sellos de poesía que ya existían en ese momento, coincidiendo lanzamiento de la nuestra, fueron naciendo numerosas editoriales independientes de poesía, dirigidas por lo general por jóvenes, lo cual resulta estimulante y nos hace sentir acompañadas en esta bella tarea.”
En cuanto al nombre “Hilos”, Dolores comenta que “armar un catálogo de poesía es un modo de hilar una trama de voces. Hilos muy diferentes entre sí pueden hacer una trama, un catálogo en el caso de un sello editorial. Un hilo es algo delicado y potente a la vez, mantiene unidas cosas aparentemente distantes, lo visible y lo invisible.”
En esos años previos a la creación de la editorial, Dolores había montado un nuevo atelier de pintura y se dedicó a esta actividad con pasión sin tener muy en claro si mostraría o no su trabajo plástico. Pero en un encuentro con María Mascheroni, brota la idea: “tomemos fragmentos de las pinturas y póngamoslas sobre fondo negro, como si fueran pizarrones.” Así fueron surgiendo las hermosas tapas de los libros.
Cuando se integra María del Carmen Colombo al equipo, trae, a su vez, su bagaje de experiencia de más de treinta años, con el medio gráfico-editorial. “Trabajé para diarios y editoriales como correctora tipográfica y de estilo. Pasé por todas las etapas de esta industria que en estos tiempos ha experimentado una de las más importantes transformaciones. Ahora en este caso, estar al lado de quien edita un libro, acompañar cada momento del autor/a, permanecer alerta para lograr un nivel de calidad óptimo es una experiencia radicalmente diferente y que aporta un enorme aprendizaje.”
Lo que más la entusiasma del trabajo editorial, me aclara Dolores, pero creo que en esto coinciden las tres, “es la búsqueda de textos raros o que no han sido muy difundidos y considero valiosos. También me gusta mucho el proceso de armado y composición de la tapa, trabajo que hacemos con María. Pensar en una imagen para la tapa de un libro determinado es un hermoso desafío. Me cuesta y no me destaco en la parte de difusión y prensa. Pero La poesía, por sus características y su exigencia al lector de una lectura activa, de una disposición a cambiar su relación con la lengua, no propicia un gran nivel de difusión como puede ocurrir con otros campos del arte y la literatura. Por lo tanto no me preocupa tanto este aspecto, basta con que los libros de poesía sean alcanzables en algunos sitios para sus lectores que somos pocos pero fervorosos. Pero estos puntos, aunque escasos, tendrían que repartirse por todo el país, cosa que no ocurre y sería deseable mejorar. También la llegada a otros países latinoamericanos es algo pendiente.
Con respecto a la edición de poesía, Dolores opina que hay cada vez más interés en considerar el libro como objeto y poner en esto un cuidado especial. Y también es el caso de Hilos. “Hay más para celebrar que para cambiar en este terreno.”
Una característica de esta editorial es que se planifica el trabajo como decisión desde las editoras mismas. A veces se gestan libros que llevan mucho tiempo y se elige hacerlos aunque tal vez haya que demorar temporariamente la frecuencia de edición. Eso sí, como aclara María del Carmen, “cada proyecto lo discutimos y votamos democráticamente como lo hacemos en todas las decisiones y ahora están por concretarse iniciativas que tomamos tiempo atrás.” En este momento- dice Dolores- estamos preparando varios libros que por su complejidad tardan en armarse, entre ellos está la obra completa de Celia Gourinski, una antología de Hugo Gola, una antología de Silvia Guerra, el proyecto “Hierba sobre el mundo castigado” de María Mascheroni y Teresa Arijón, un libro del poeta francés Jacques Ancet, unos ensayos de Edgar Bayley, entre otros.
La editorial se guía principalmente por un gusto apasionado, independientemente de la generación a la que pertenezca el autor, o de la poética que profesa o de su país de origen. Lamentan no poder aún incluir a más poetas de otros países latinoamericanos cuya obra no está difundida en Argentina. Pero “la limitación –nos explica Dolores- está dada principalmente por no cobrar las ediciones a los autores, quisimos contrariar esa inveterada resignación a pagar la edición de sus propios libros que experimentan muchos excelentes poetas, cosa que no ocurre, al menos no con la misma frecuencia, con los narradores por ejemplo. Esta decisión, sumada al hecho de que no nos dedicarnos a tiempo completo a esta actividad, limita mucho el número de libros que podemos editar por año.”
Entre los libros por salir está la sorpresa que nos vienen preparando Teresa Arijón y María Mascheroni. Veamos, entonces cómo, María y Teresa, nos cuentan esta verdadera aventura de descubrimiento y revelación. “El proyecto de buscar las obras de poetas nacidos entre 1955 y 1965, grupo que nos contiene a ambas, tiene que ver con el interés de destacar en qué años comienzan estos autore/as a salir al mundo, a salir de la infancia, de lo familiar, de lo endogámico. Estos poetas llegan a los veinte con la dictadura que comienza el 24 de marzo de 1976, con el Comunicado No.1 de la Junta Militar, y concluye el 10 de diciembre de 1983. Dos fechas que son una marca. Una marca también interna, solapada, fundante. Una marca que sentimos y llevamos advirtiéndola o no, tácita. Los nacidos en 1955 tenían veintiún años cuando se produjo el golpe militar de 1976 y los nacidos en 1965 rondaban los once; unos ya en su primera juventud, trabajando o estudiando en la universidad, muchos en la militancia política –algunos haciendo todas esas cosas o ninguna–, y otros recién por terminar la escuela primaria. Los que salimos al mundo inmersos en esa “realidad” (por confuso, vulgar o arcano que resulte el concepto) asomamos a un mundo donde la extrema cautela, la retención, el esconderse, el ocultar por supervivencia, convivían –estaban obligados a convivir– con la incorporación al mundo adulto ¿Qué significa para nosotras este proyecto? Ante todo, un descubrimiento. Cuando empezamos a pensar en esa generación, no conocíamos casi a nadie en realidad. Era una idea en el aire, una percepción, una intuición. Y después empezaron a aparecer, como decíamos: debajo de las piedras. Algunos. Otros no. Pero muchos sí. O al menos era así para nosotras. Entonces fue, a partir de un trazo que marca, una gran apertura, un horizonte que parece interminable.” Hierba sobre el mundo castigado es una suerte de escrito colectivo involuntario, integrado por fragmentos de poemas y en ciertos casos poemas completos de cincuenta y seis poetas. Proponemos leerlo como un solo y largo poema. Hierba sobre el mundo castigado presenta y preludia 55.65, serie de breves antologías de poetas nacidos entre 1955 y 1965, pequeños libritos con el formato de poesía de cordel. Comprobar que la “generación” tiene una voz coral, hecha de muchas voces, un decir fuerte, intenso, poderoso, nos causa alegría. Y nos gusta el equipo, el animal que formamos, me parece que nos complementamos bien y que siempre todo resulta emocionante y armonioso.”
Quedan, por suerte, otros proyectos de los que hablar, por ejemplo, la sección de traducciones, tanto de poemas como de ensayos. Sin embargo, elijo detenerme aquí. Espero que los lectores sientan que esta charla entre amigas los convoca a buscar los libros nacidos de un cierto amor delicado, dedicado, cuidadoso. Destaco esta imagen: una hierba pequeña pero rebelde, como esos yuyos que contra todo pronóstico, asoman entre los adoquines de nuestra ciudad. Esa hierba tierna que crece extendiéndose sobre las cicatrices duras y amortigua el dolor. Por eso, estos hilos cosen heridas de un país que aún está convaleciente y urge ser cuidado en cada poema. En el poema de cada uno de nosotros y de todos a la vez. Nuestra Madre Pampa nos cobija, pero también, con todo derecho, nos exige sostener el preciado y necesario patrimonio poético de sus hijas e hijos.
© All rights reserved Graciela Perosio
Graciela Perosio. Bs. As (1950) Escritora. Prof. Universitaria en Letras. Recibió la Beca Nacional de Investigación del Fondo Nacional de las Artes para estudiar la obra del poeta argentino Carlos Latorre. Publicó ocho libros de poesía: del luminoso error (1982 de autor), Brechas Muro (1986, Tierra Firme), La varita del mago (1990, Tierra Firme), La vida espera (1994, Del Dock), La entrada secreta (1999, Grupo Editor Latinoamericano), Regreso a la fuente (2005, Del Copista), Sin andarivel (2009, Del Copista), Balandro (2014, Paradiso), la antología Escampa, el corazón (Editorial Ruinas Circulares 2016) y El privilegio de los años, (Editorial Leviatán 2016)
Su obra ha motivado puestas escénicas multimediáticas, esculturas, pinturas y otras obras literarias. Muchos de sus poemas se han difundido por la red en sitios nacionales y extranjeros mereciendo juicios elogiosos de críticos y colegas. Un poema de su autoría fue seleccionado para realizar un afiche con ilustración de Alexiev Gandman que se presentó en las veredas de la Ciudad de Buenos Aires.