De aguas abajo
A la inversa
de la raíz originaria;
este manifiesto
de revelar lo incómodo.
Oscuro irrumpes
en vilo precario;
dentro, tu guitarra extática,
turbonada de fuego.
Cierto acomodo
para salir a las tablas,
tentación tu baile.
Aplaudo los roces
con lentitud,
con los quinientos dedos de mis manos,
desarmada desde el talle,
aletas y líquidos en el descenso.
Saliva y congoja.
¡Bienamado!
¿Por qué gimes?
¿Quién tira de tu do sobreagudo?
Atravesado por azulejas canciones
—cebo que confiesa—
en este rescoldo verde aceituna
me llamas fábula,
dispuesta a tu centro
estremecida unidad.
En el extravío, el limo,
nos traga a pedazos…
Hazaña de roedor perenne.
¿Cuándo regresas?
Presagios añosos
Se venden piezas metálicas,
escaparates, botes de sopa,
papel hidrófugo, etiquetas,
contrapuertas, colección particular,
una pintura con tema de muerte,
fotos de prensa, serigrafías,
anuncios para revistas de lujo,
etiquetas de café, acuarelas,
revólver, almohada y gritos…
Esta estructura de madera,
de felpa, de seda crujiente,
con cráteres en el lomo.
Un ataúd de música chirriante,
las venas prolongadas,
los tajos aturdidos…
No es que haya perdido la línea,
tampoco el veneno,
el amor de dunas…
Se extinguió la voz arenosa,
la apariencia hecha penumbra
y costumbre…
por las rendijas, a tu espalda.
Un cadáver que cuenta
lo que canta la obra de arte:
Ni sentido común,
ni lógica.
Cabe decir,
las entrañas merodean
hongos desahuciados,
y brotan rosas rojas
tras tiempo pasado.
Catapulta en el muelle
restos amontonados.
¡Y este presentir,
este observar!
Un lienzo de 81,6 x 100,6 cm
en Nueva York,
The Museum of Modern Art.
“La espera”, de Oelze,
para evocar brevedad y clausura,
orfandad de perros.
Cañonazos en el cielo como efecto
de la vida que ya no será.
Habitación
Miro la multiplicidad
del que se esparce
montaña inenarrable
que crece
Con la cabeza astillada
el verde estruendoso
la trascendencia del germen
Desgarradura potencial, seré
Agua que fluctúa,
t e n s i ó n,
ambivalencia
…
En el surco acampo,
y me hago terrón,
y me vuelvo memoria,
y ya no digo
o
b
s
e
r
v
o
¿Quién más dentro de la habitación?
Una clemátide perenne
me mira.
Fondo blanco
«On ne sait jamais!
I n c e n d i e s!»
El suave golpe
certero en la fractura
Abierto está el silencio
a riesgo de insinuar
o p a c i d a d
—estridencia indecible—
Aflicción ferrosa,
aguja y ojal,
hilo contenido
¡Nunca se sabe!
¡I n c e n d i o s!
La aspereza
es un fondo blanco
que reclama presencia
Apilada está la ciudad
empequeñecemos
tras los muros.
Natalia Lara
Noviembre, 2022