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Diciembre 2022

DE AGUAS ABAJO (Y OTROS POEMAS). Natalia Lara

De aguas abajo

A la inversa

             de la raíz originaria;

             este manifiesto

             de revelar lo incómodo.

Oscuro irrumpes

en vilo precario;

dentro, tu guitarra extática,

turbonada de fuego.

Cierto acomodo

            para salir a las tablas,

            tentación tu baile.

Aplaudo los roces

            con lentitud,

            con los quinientos dedos de mis manos,

  desarmada desde el talle,

aletas y líquidos en el descenso.

Saliva y congoja.

¡Bienamado!

¿Por qué gimes?

¿Quién tira de tu do sobreagudo?

Atravesado por azulejas canciones

        —cebo que confiesa—

en este rescoldo verde aceituna

me llamas fábula,

dispuesta a tu centro

            estremecida unidad.

En el extravío, el limo,

nos traga a pedazos…

Hazaña de roedor perenne.

¿Cuándo regresas?

 

Presagios añosos

Se venden piezas metálicas,

escaparates, botes de sopa,

papel hidrófugo, etiquetas,

contrapuertas, colección particular,

una pintura con tema de muerte,

fotos de prensa, serigrafías,

anuncios para revistas de lujo,

etiquetas de café, acuarelas,

revólver, almohada y gritos…

Esta estructura de madera,

de felpa, de seda crujiente,

con cráteres en el lomo.

Un ataúd de música chirriante,

las venas prolongadas,

los tajos aturdidos…

No es que haya perdido la línea,

tampoco el veneno,

el amor de dunas…

Se extinguió la voz arenosa,

la apariencia hecha penumbra

                          y costumbre…

por las rendijas, a tu espalda.

Un cadáver que cuenta

lo que canta la obra de arte:

              Ni sentido común,

              ni lógica.

Cabe decir,

las entrañas merodean

hongos desahuciados,

y brotan rosas rojas

tras tiempo pasado.

Catapulta en el muelle

restos amontonados.

¡Y este presentir,

este observar!

Un lienzo de 81,6 x 100,6 cm

en Nueva York,

The Museum of Modern Art.

“La espera”, de Oelze,

para evocar brevedad y clausura,

orfandad de perros.

Cañonazos en el cielo como efecto

de la vida que ya no será.

Habitación

Miro la multiplicidad
del que se esparce

montaña inenarrable
que crece

Con la cabeza astillada
el verde estruendoso
la trascendencia del germen

Desgarradura potencial, seré

Agua que fluctúa,
t e n s i ó n,
ambivalencia

En el surco acampo,
y me hago terrón,
y me vuelvo memoria,
y ya no digo

o

b

s

e

r

v

o

¿Quién más dentro de la habitación?

Una clemátide perenne
me mira.

Fondo blanco

                        «On ne sait jamais!
I n c e n d i e s!»

El suave golpe
certero en la fractura

Abierto está el silencio
a riesgo de insinuar
o p a c i d a d

—estridencia indecible—

Aflicción ferrosa,
aguja y ojal,
hilo contenido

¡Nunca se sabe!
¡I n c e n d i o s!

La aspereza
es un fondo blanco
que reclama presencia

Apilada está la ciudad
empequeñecemos
tras los muros.

Natalia Lara

Noviembre, 2022

© All rights reserved Natalia Lara.
Natalia Lara. Escritora venezolana (1978). Reside en Puerto Ordaz, Bolívar. Formó parte del grupo literario El Círculo Impreciso (2011). Cursó talleres auspiciados por la 
Sala de Arte Sidor, a cargo del poeta guayanés Francisco Arévalo. Ha publicado sus escritos en diarios de circulación regional del estado Bolívar y en otros, tales como El Venezolano y El Periodiquito (Maracay, Aragua). Ha participado en diversas lecturas poéticas. Gracias a Néstor Rojas y Francisco Arévalo, al apoyo de Fundaletra y la Sala de Arte Sidor, realizó el Diplomado de Poesía Venezolana Siglo XX (2017). Forma parte de los autores del libro Exilios y otros desarraigos (2018).

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