Los alemanes de Sergio del Molino
PREMIO ALFAGUARA DE NOVELA 2024
«Oscuros secretos familiares encierran un pasado amenazador capaz de destruir el presente. ¿Heredan los hijos la culpa de los padres? Una novela apasionante que pone a prueba la conciencia de los personajes y que sacude la del lector»”.
Del acta del jurado
En 1916, en plena Primera Guerra Mundial, llegan a Cádiz dos barcos con más de seiscientos alemanes provenientes de Camerún. Se han entregado en la frontera guineana a las autoridades coloniales por ser España país neutral. Se instalarán, entre otros sitios, en Zaragoza y formarán allí una pequeña comunidad que ya no volverá a Alemania. Entre ellos estaba el bisabuelo de Eva y Fede, quienes, casi un siglo después, se encuentran en el cementerio alemán de Zaragoza en el entierro de Gabi, su hermano mayor. Junto con su padre, son los últimos supervivientes de los Schuster, una familia que llegó a formar un importante negocio de alimentación. Pero en los tiempos que corren el pasado siempre puede regresar para levantar ampollas.
Con una intriga que crece página a página, Los alemanes trata uno de los episodios más vergonzosos y menos divulgados de la historia de España: cómo los nazis refugiados aquí en un retiro dorado activaron el neonazismo en Alemania. Con sutileza alumbra el infierno que puede llegar a ser, en ocasiones, la familia, y deja en el aire dos preguntas incómodas: ¿Cuándo caducan las culpas de los padres? ¿Llega hasta los hijos la obligación de redimirlas?
Sinopsis (penguinlibros.com)
SOBRE EL AUTOR
Sergio del Molino (Madrid, 1979) es autor de dos ensayos narrativos cruciales sobre la despoblación y «la idea de país»: La España vacía (2016; Alfaguara, 2022), con el que ganó el premio al mejor ensayo del Gremio de Libreros y el Premio Cálamo, además de entrar en las listas de «mejores del año» de toda la prensa cultural; y Contra la España vacía (Alfaguara, 2021). Antes se había alzado con los premios Ojo Crítico y Tigre Juan con La hora violeta (2013) y después con el Premio Espasa gracias a Lugares fuera de sitio (2018). Además, es autor de novelas como Lo que a nadie le importa (2014) y La mirada de los peces (2017), del breve ensayo biográfico Calomarde. El hijo bastardo de las luces (2020), de una autobiografía novelada sobre su relación con la enfermedad, La piel (Alfaguara, 2020), y Un tal González (Alfaguara, 2022). Su última novela es Los alemanes (Alfaguara, 2024) que ha sido galardonada con el Premio Alfaguara 2024 y es uno de los mejores libros del año según Babelia. Es columnista del diario El País y colaborador de Onda Cero Radio, entre otros medios. Sus obras han aparecido en inglés, italiano, francés, griego, alemán y chino, entre otros idiomas, y en más de quince países.
En el marco de la Miami Book Fair 2024 en un ambiente cordial tuvimos una interesante conversación con Sergio del Molino acerca de su novela Los alemanes y las reflexiones que se derivan de su lectura.
Omar Villasana. Estamos con el escritor español Sergio del Molino, ganador del Premio Alfaguara de novela 2024, autor del libro Los alemanes.
Muchas gracias, Sergio por este tiempo para poder conversar acerca de tu obra. Quisiera comenzar la entrevista con la génesis del libro, de hecho, tú lo mencionas al final de la novela, que te topas con este suceso histórico de los alemanes del Camerún, pero sobre todo hay una parte muy personal que llamó mi atención sobre Pablo Bieger, el abogado que era descendiente de estos alemanes que llegaron a España y sé que lamentablemente el mismo falleció sin ver que este libro llegara a su término.
Haciendo un pequeño ejercicio de ficción ¿cómo crees o cómo hubiese sido la reacción de Pablo al ver esta obra que finalizaste y que me parece es un poco un homenaje a él, a su memoria?
Sergio del Molino. Pues quiero creer que le habría gustado, porque Pablo era un grandísimo lector, un escritor frustrado, pero un grandísimo lector y me había leído mucho, me conocía muy bien y me apreciaba mucho. Quiero creer, no que se hubiera visto reflejado, creo que habría hecho una valoración estrictamente literaria del libro. No creo que se hubiera reconocido nada de él ni de su familia, tampoco tenía por qué, pero creo que sí le habrían gustado las reflexiones y habríamos debatido largamente sobre la culpa y sobre las cuestiones que están detrás. Estoy plenamente convencido, me habría extrañado mucho lo contrario entonces entiendo que este libro le habría llegado literariamente, o sea, no emocionalmente. Creo que habría sido un buen lector del libro.
OV. El libro tiene un toque muy intimista, pero al ser un relato, una ficción histórica me imagino que conllevó una serie de investigaciones ¿cómo fue este proceso de la investigación histórica para crear la novela de los alemanes?
SDM. En realidad, investigación para esta novela no ha habido, porque la investigación ya la hice hace quince años cuando descubrí la historia de los alemanes del Camerún y lo que he hecho es rescatarla, lo que escribí hace quince años acerca de ellos. Cuando la hice no la hice pensando en esta novela. No es una investigación a propósito, como he hecho para otros libros, donde sí que me he propuesto documentarme mucho para poder escribir de lo que quería del objeto que me interesaba. Aquí ya lo tenía hecho, sabía de qué iba a escribir, ya tenía muy trabajado ese suceso histórico, ese episodio. Entonces lo que hice fue trasladarlo, traerlo aquí a la trama y trabajarlo como una ficción, pero la investigación ya estaba hecha.
OV. La voz narrativa es una serie de testimonios ¿cuál fue la decisión de tomar esta técnica? Que de hecho me parece muy acorde al tema del libro.
SDM. Bueno, a mí, siempre me ha interesado mucho el multi-perspectivismo, Me ha interesado mucho la idea de que la narración es un punto de vista. La narración nunca es los sucesos que cuentan lo narrado, sino el cómo y el quién. Sobre todo, el quién la narra. Es muy importante la figura del narrador.
Con lo cual aquí me interesaba mucho aportar fragmentos incompletos de una misma historia que permitirían al lector empoderarse y convertirse en una especie de lector omnisciente que pudiera dominar la totalidad de la historia, que a cada uno de los personajes por sí mismos se les escapa, a todos ellos, tienen visiones muy parciales de lo que está ocurriendo y eso solo lo podía conseguir a través de múltiples voces. Me interesaba mucho trabajar esa idea de que la realidad cambia según quién la mira, quién la observa a través de su bagaje de prejuicios.
Pero la primera idea que tuve fue escribir dos novelas. La novela de Fede y la novela de Eva y contrastar las dos ideas de los dos hermanos y escribir la misma historia desde dos novelas distintas. Eso era mi idea original que quedó desbaratada desde el principio y me pareció muchísimo más interesante ampliar ese universo de personajes, ampliar esas voces hacer dos voces principales que son Fede y Eva y dos voces secundarias que son Berta y el malvado Ziv y a partir de ahí crear un universo rico: el de los alemanes y el de los Schuster, ese mundo que está en decadencia que está rompiéndose y que, a través de todo ello, de todas esas voces puedo hacer el lector un Schuster más, alguien que participa más dentro de ese mundo que lo siente implicado lo siente propio.
OV. Y dentro de estas voces narrativas ¿hubo alguna que se resistiera un poco al momento de la creación o fluyeron?
SDM. No, fluyeron muy bien, la única voz que presentaba más problemas era la de Ziv porque es muy disruptiva. Yo deliberadamente quise hacer un personaje que rozara en lo inverosímil porque tiene ciertas trazas casi de personaje de Marvel, de personaje más del universo de los videojuegos en una novela donde todo es verosímil y realista, entonces es un elemento que rompe bastante la suspensión de incredulidad. Me costó equilibrarlo, meterlo dentro de lo que yo quería, o sea, no traicionar su naturaleza un poco fantástica, un poco de superhéroe, bueno de malvado de cómic. Que no tuviera esos rasgos un poco exagerados que le he puesto y que estuvieran dentro de la trama, que pudieran convivir esa exageración con el resto de los personajes, fue lo más difícil que me encontré, pero tampoco lo recuerdo como una cosa angustiosa a la hora de construirlo, me parecía como un reto divertido. Me he divertido mucho escribiendo la novela, realmente.
OV. Hay también una reflexión que uno hace como lector acerca del tema del arraigo y del desarraigo con este grupo de personas que no renuncian a sus raíces ¿hasta qué punto tú lo ves esto como una desventaja? O por ejemplo en Estados Unidos han existido comunidades que de hecho el mismo país ha minado su arraigo o los gobiernos buscan que estas personas que migran se asimilen. ¿Cómo ves tú esta reflexión sobre el desarraigo y el arraigo en tu novela y sus peligros? Porque ellos se van hacia un polo que tal vez la España Franquista era un espacio propicio para que esto se desarrollara al seguir el nazismo.
SDM. Bueno es que son cuestiones muy contemporáneas, que tienen que ver con el mundo de hoy y con lo que está ocurriendo con las grandes migraciones que caracterizan nuestro mundo y que es probablemente muy difícil de responder. Muy difícil de atinar porque evidentemente una persona no puede desarraigarse por completo. Una persona desarraigada es una persona que tiene un futuro muy difícil. Todos necesitamos un arraigo, un sentido de pertenencia, no podemos estar flotando en el aire y no se nos puede obligar a olvidar lo que somos y reprogramarnos, no somos ordenadores, no podemos resetear y de repente presentarnos como tabula rasa en otro sitio, como si fuéramos plantas que nos aclimatamos a otra tierra. Sin embargo, la nostalgia es una fuerza muy malévola, que nos paraliza, que nos impide vivir el presente. Nos impide pensar en proyectos de futuro y que nos arrastra a veces a lugares muy muy oscuros.
Creo que las personas que migran y que están en un momento de transición, de cambio, de intentar adaptarse son especialmente vulnerables a propagandas nefastas, son especialmente vulnerables a proyectos políticos verdaderamente perversos y creo que aquí se puede ver de una forma catastrófica, pero lo podemos ver en muchas otras cuestiones.
Yo creo que cualquier exigencia radical a que alguien olvide quién es, de dónde viene o sea que olvide todo lo que ha aprendido de sus padres: su idioma, su forma de comer, su forma de estar en el mundo, su forma de ver el mundo ¿cómo puedes? Es una crueldad horrible, ninguna sociedad puede exigir ninguna —sociedad democrática— tiene derecho a exigir eso a nadie. Debe haber un cumplimiento mínimo de las reglas democráticas, las que sabemos todos, si tú has crecido en una cultura donde lo natural es que corten la cabeza de los niños pues si evidentemente vamos, o sea, eso no. Aquí puedes decir “mire señor, aquí no cortamos cabezas de niños, aquí no se hacen estas cosas, no tenemos esa costumbre y como usted le corte la cabeza a un niño, la cárcel, tenga usted cuidado”.
Pero más allá de eso, la intervención debe ser mínima porque lo que trae un inmigrante de bagaje enriquece la sociedad en la que está, lo enriquece de una forma brutal. Las grandes civilizaciones son civilizaciones de mixtura, de encuentro, son civilizaciones donde todos se enriquecen unos de otros y es ajeno a cualquier idea de intervención. Tú no le puedes decir a alguien que se olvide de quién es, no puedes, ya no puedes, imposible eso es una atrocidad.
Parece que hay ahora mucha gente en el mundo convencida de que se puede hacer. Escribí una columna hace poco con el argumento siempre de los que hablan de de la integración: “que tienen que integrarse” exigen un esfuerzo enorme a los inmigrantes. Un esfuerzo que ellos no están dispuestos a hacer porque exigen integración porque ellos son incapaces de adaptarse a un cambio. Ellos lo que no soportan es que su mundo cambie, pero exigen a los que vengan que han cambiado todo su mundo, cambien ellos el mundo para no molestar a los demás. Los inflexibles, los que son incapaces de integrarse en el mundo actual son ellos, son los que no son capaces de aceptar los cambios, que el mundo cambie y que de repente en tu barrio se hablen otros idiomas, se escuchan otras cosas y se coman otras cosas. Tendrás que adaptarte a que el mundo ha cambiado, que no va a ser siempre como tú pensabas que era. La adaptación tiene que ser, pero por parte de la sociedad que reside no por parte de los que llegan.
El juego es complicado, pero es verdad que una respuesta normal ante un rechazo xenófobo es armarte en la nostalgia. Decir bueno, claro, yo me refugio en mí mismo y eso es peligroso porque crea guetos y acaba conduciendo a lugares muy oscuros.
OV. Tú mencionaste el personaje Ziv que bueno, sin ánimo de dar spoilers a la novela, es este antagonista que va con una sed de justicia…
SDM. ¿De justicia? Venganza, de venganza…
OV. Bueno, él dice que es justicia, pero sí es que claro que va contra los descendientes no contra los que originaron el problema. ¿Hasta qué punto los seres humanos, dentro de esta novela perdemos la idea de compasión? Porque hay una ausencia de compasión por parte de Ziv y asimismo por el lado del padre de Fede y de Eva, cada uno está encerrado en su mundo.
SDM. Son muy mala gente los dos. No creo que sean ejemplos de la pérdida de compasión que pueda acarrear a las personas. Creo que ellos son muy mala gente son en verdad si ves una persona espoleada por la venganza y totalmente amoral que es capaz de las peores atrocidades con tal de ver satisfecho su deseo y su deseo puede ser más o menos justo, más o menos noble, más o menos lo que tú quieras pero a él no se le pone nada por delante es un personaje totalmente abyecto y amoral y también lo es abyecto y amoral el padre, que es capaz de anteponer a su fanatismo, es un fanático y no se le pone nada por delante.
Creo que son dos ejemplos de fanatismos. El fanatismo deshumaniza absolutamente, hace que seas incapaz de ver otra cosa que no sea tu propia causa y eres capaz de justificar cualquier cosa con tal de que sirva al objetivo que tú te has planteado como fanático. Esa es la gran tragedia del fanatismo, que no se le puede combatir fácilmente porque usa otras armas o sea no puedes apelar a la compasión el fanático no conoce esa compasión, no le interesa. A un fanático solo se le puede combatir con firmeza y poniéndole las cosas claras, con remilgos democráticos no puedes con él, te gana, él siempre te va a ganar.
OV. En este sentido creo que la figura de Gabi Ese es esa respuesta a través del arte contestatario, disruptivo y rebelde.
SDM. Lo habéis visto muy bien y se ha hablado muy poco al respecto, una de las intenciones del personaje de Gabi Ese, de las funciones dentro de la novela es ver eso, ver que la única manera de combatir ese fanatismo no es sentarte a hablar con él ni a negociar sino plantarle cara como la planta Gabi y plantarle cara siendo como tú eres. Había un lema punk, que no recuerdo la frase, es una frase muy como de camiseta adolescente, un lema muy tonto pero que resume un poco el espíritu primario del punk que dice “si para el mundo somos basura, nosotros vamos a ser las flores que crecen en la basura”. Lo que hacía el punk precisamente además era explotar lo que denostaba la sociedad burguesa, de decir “bueno somos basura” pues se vestían con basura o sea somos lo peor vamos, a demostrarles a ponerles un espejo delante. Vamos a confirmar vuestros prejuicios o sea si vosotros queréis que somos lo más abyecto del mundo, vamos a comportarnos como tal y vamos a presentarnos de esa forma. Eso es lo que hace Gabi y con orgullo además y con vehemencia a decir bueno pues sí, soy así, soy lo que tú más detestas y aquí estoy delante y me tienes que aguantar. Creo que esa es la única actitud que cabe ante el fanatismo. Lo he planteado en otros libros más políticos, más ensayo político, tengo un libro que se llama Contra la España vacía en el cual hago una reivindicación del intelectual pijo progre que en España es la forma que tiene la ultraderecha de dirigirse a los intelectuales progresistas, a la gente como yo básicamente ¿no? Entonces, asumir la crítica, asumir el insulto y volverlo contra el fanático es la forma más eficaz de combatir el fanatismo. Plantarte ahí, no esconderte, no pedir disculpas por lo que eres sino decir: “bueno sí, soy todo lo que detestas, pero te jodes porque me tienes que aguantar” “te jodes porque yo también ocupo un espacio en este sitio y me tienes que mirar y me tienes que soportar y no hay otra y si quieres acabar conmigo, tendrás que acabar conmigo, yo no me voy a ir tendrás que acabar conmigo” y esa es la forma de combatir al fanatismo y creo que es algo que es totalmente vigente en el mundo de hoy, a lo mejor perdemos y a lo mejor acaban con nosotros, pero no podemos perder pidiendo perdón ni de rodillas en ningún momento.
OV. Hay una parte que es irónica y que lo pones en la novela, el público la audiencia cuando se revela el secreto del nazismo se pierde en un ruido, en un ruido absurdo ¿no? donde se van a conceptos que van fuera de lo que queremos reivindicar que es la dignidad humana y hay un desvío ahí que me parece muy bien manejado con un humor muy mordaz.
SDM. (Jaja) Sí bueno eso es el chiste de lo que son las redes sociales, que luego provocan una respuesta muy airada, muy activista pero muy desorganizada y desorientada, porque claro, el activismo es de sofá, de activismos individuales, se reacciona de forma muy intuitiva y de forma muy infantil. No hay una reflexión detrás. Alguien que está en las redes sociales está muy enfadado, pero no sabe por qué, ni sabe canalizar, ni sabe argumentar su enfado y al final acaba enfadándose por razones totalmente peregrinas como ocurren en este caso que no voy a desvelar porque es el final del libro. Pero sí, claro, puede ocurrir que tengamos una atrocidad delante y la gente se enfade por alguna cosa que es mucho más banal realmente.
OV. Para finalizar y si es posible ¿cuál es el siguiente proyecto de Sergio del Molino?
SDM. Llegar a casa (jejeje), llegar a casa (jejeje) mi siguiente proyecto es llegar a casa. Tengo ya más o menos maduro que voy a escribir una novela, pero no puedo desvelar nada de ello. Me sentaré a escribir tranquilamente cuando termine esté este año agotador del Premio Alfaguara.
OV. Bueno entonces queda el gusanito de la ficción porque el ensayo…
SDM. Bueno, sí, no lo abandono, seguiré alternando ensayos y novelas, pero lo siguiente como apetece seguir con la novela, lo tengo bastante claro.
OV. Muy bien y bueno te preguntaba cuando nos encontramos hace unas horas ¿es tu primera vez en Miami?
SDM. Sí, es mi primera vez en Miami.
OV. Yo sé que es muy poco tiempo porque los traen a ustedes de todo, pero ¿qué te llevas de Miami? porque esta es una pregunta que siempre hago para la revista.
SDM. Pues me llevo la sensación, claro de estar en EE.UU. y no estar al mismo tiempo. Yo sí que he viajado por EE.UU. y sí que conozco incluso también lugares con mucha presencia latina como en California, Los Ángeles que sí que he estado. Yo no había visto pero nada como Miami o sea ningún otro sitio donde creo que no he dicho una palabra en inglés. Creo que no ha hecho falta y creo que me voy a ir sin decir una palabra en inglés. (jejeje) Entonces eso para mí me resulta muy curioso y estimulante. Me parece que es un sitio muy especial. De los sitios del mundo que son difíciles de clasificar, difíciles de comprender que desde luego no se comprenden en un paseo. Aquí estoy en una sociedad muy compleja y me interesa mucho como se ve mi literatura en estos sitios. Espero volver con más tiempo y con más calma para hablar y que me dé tiempo a encontrarme con alguien que no hable español que no sé si será posible (jejeje).
Pero miento he hablado con el director de la feria que no habla español (jejeje).
OV. Pues Sergio de verdad muchas gracias, vamos a estar muy pendientes de los próximos libros y ojalá vengas con un poquito más de tiempo para que puedas disfrutar de Miami a tus anchas.
SDM. Ojalá, muchísimas gracias, un placer de verdad, encantadísimo.
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