En una ciudad como Miami donde los edificios se encuentran entre los matices de la claridad y los colores pastel, nada puede ser tan provocador que mostrar la luz industrial y nórdica del bronce. En una línea cercana al realismo soviético de los años treinta, Ángel Vapor se sumerge en un mundo particular y cerrado a la hora de narrar la idea de la cual se enamora. Llenas de compromiso interno, silenciosas, hermosamente brutas y salpicadas a veces por motas blancas de arena, sus piezas parecen recién salidas del frío del metal. La fusión, el relleno y el vertido del bronce marchan al unísono. Y entonces, como salidos del taller en aquel instante, aparecen unos bustos clásicos. Torsos que imitan a cualquier personaje histórico y que nos recuerdan que, aún hoy, existen ciudadanos que necesitan de la intemporalidad para saber que han desfilado por esta vida. La imagen decimonónica del Dr. Gaspar, mostrando la impavidez y la sabiduría en su mirada es un ejemplo. “Si no pusiera mi obra comercial en la exposición, estaría engañando al público… y tanto construyo en esa línea, como a la hora de hacer un homenaje a mis herramientas de trabajo o a un soldado desconocido”, una composición geométrica parecida a la de los carteles de la era deco.
En medio de la sala, una sombra alargada y perpendicular -las pinzas para derramar el bronce en un molde- se utiliza para distinguir la parte gemela de metal que le falta (Herramienta para fundir). Un memorial sin duda al escultor español de las vanguardias, Julio González. Acto de poder es una obra influida por la herencia de su abuelo, uno do los titiriteros más importantes de su época en la ciudad de la Habana. En esta pieza se contrapone el estoicismo oriental, representado por un sujeto arrodillado y en posición sedente, con la mecánica de un brazo truncado que apunta a su pecho, proponiendo romper así, la estabilidad del ahora. Herramienta para trazar, muestra un cepillo de pulir nudos deslizándose por una tabla lisa de madera de teca. Como una invocación al recogimiento y a la austeridad. Este utensilio parece que salga de un banco de trabajo de un convento . La sobriedad y la eliminación de lo superfluo a la hora de diseñar sus obras son características vitales de su labor como escultor. Página de acero y Constructor son, para finalizar, aquellas piezas esenciales que recogen los símbolos de un trabajo serio, duro y sólo iluminado por la pátina fría del bronce, esta aleación que funde clasicismo con interioridad y silencios.
Amílcar Barca