Hace unos días celebré el cumpleaños de una amiga —a quien no voy a nombrar, pero la estimo— y allí pude compartir con amigos y nuevos conocidos. A veces no logramos encajar en grupos sociales, porque como se dice a menudo “cada cabeza es un mundo”, pero no siempre debemos quedarnos con una primera impresión.
Mientras disfrutaba alegremente la velada pensaba en estas consignas trascendentes, y al mismo tiempo observaba a través de la nubosidad del cielo una hermosa y brillante luna creciente y por asociación con esta gibosa, recordé que al llegar a casa debía terminar esta reseña sobre la obra de Igal Permuth.
Esta serie, cuya mayor diferencia a simple vista, es el colorido y los materiales que ha utilizado el artista a la hora de realizar estos collages, tiene un incuestionable contenido esotérico. Pero veamos que más podemos descubrir en estas piezas, aparentemente similares.
La muestra que nos ha ofrecido el creador busca representar superficies estelares en contraposición con el mundo, pero creando una conexión entre sí, mediante cubiertas de muchas capas que desdibujan la línea real, considerando así que la abstracción está inmersa en estos collages a partir de fotografías adheridas a la obra además de otros elementos cotidianos que al agruparlos, el artista recrea imágenes siderales de intensos tintes cambiantes, dando como resultado la individualidad de cada pieza.
A menudo, innegables historias de fondo logran ciertas conexiones del creador con cada pieza. De allí que podamos advertir el mensaje intrínseco en cada una y su título, con lo cual también observamos la secuencia y el tiempo en que el artista ha ejecutado algunas piezas de esta serie.
Cielos nocturnos, nebulosos y yuxtapuestos a otro elemento: una esfera representando un mundo o nuestro planeta, la Tierra. Partiendo de unas fotografías, a veces fragmentadas y otras duplicadas, el creador se sumerge en ciertos espacios y los transmuta con trazos enérgicos, hasta lograr la comunicación de los elementos estelares que ha plasmado en el lienzo junto a algún otro recurso que tenga a bien utilizar para el proceso de su obra.
En esos mundos y firmamentos que el creador nos plantea, existe una distinción en la paleta de coloraciones, que varía de una pieza a la siguiente. Rojos intensos y tonos profundos. Otros cálidos y/o tan gélidos como hielo, manifestando que nuestra percepción hacia conductas humanas también se puede catalogar mediante las tonalidades y que posiblemente cada ser es capaz de despedir y hacer sentir esto mismo por medio de la mirada, la palabra o del aura. Podemos así mismo y por medio de indudable reflejo, plantear ciertas incógnitas o respuestas a condiciones sociales: ¿necesitamos remediar aspectos de nuestra forma de sentir y proceder frente a los demás? ¿nuestra conducta social es acorde con nuestro entorno?
Queremos vivir en un mundo perfecto, donde el respeto y la sinceridad, sean percibidos en matices suaves y agradables, además de que otras cualidades nos abracen cada vez que nos acercamos a las personas. Pero la complejidad del ser humano es abismal y lejana a la comprensión de la mayoría de nosotros, incluyéndome. Podemos conocer muchas personas y lograr ninguna afinidad ni conexión, hasta que cada parte de ese encuentro lo desee.
Cuando accedemos a la apertura de nuestra vulnerabilidad y somos permeables, deseamos que el arquetipo ideal nos acompañe con buen entendimiento, parte del recorrido vital, mientras habitamos nuestro mundo y lo mismo debería suceder hacia nuestro semejante.
Gloria MiládelaRoca
Contacto con el Artista
Igal Permuth
https://www.instagram.com/igalpermuth/