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enero 2025

CÓNCLAVE. Un film de Eduard Berger. Eduard Reboll

El Juicio Final …lo decide usted

 

Título original. Conclave. Año 2024. Duración. 118 minutos. País Reino Unido. Dirección Edward Berger.  Guion Peter Straughan basada en la novela del mismo nombre de Robert Harris. Reparto. Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow …Isabella Rossellini. Música. Volker Beterlmann.  Fotografía.Sthéphane Fontaine.

 

Sinopsis. Tras la inesperada muerte del Sumo Pontífice, el cardenal Lawrence es designado como responsable para liderar uno de los rituales más secretos y antiguos del mundo: la elección de un nuevo Papa. Cuando los líderes más poderosos de la Iglesia Católica se reúnen en los salones del Vaticano, Lawrence se ve atrapado dentro de una compleja conspiración a la vez que descubre un secreto que podría sacudir los cimientos de la Iglesia. (FILMAFFINITY)

Entre el “Papa ha muerto” y el “Habemus Papa” hay una ceremonia eclesial para que, el mismo, pueda ser elegido: El Cónclave. Es decir, la reunión de los distintos cardenales del mundo católico encerrados en las salas del Palacio Vaticano, hasta la nominación del nuevo pontífice; un cometido basado en el debate, distintas audiencias entre los participantes y el voto final de los allí convocados.

Nota final a este introito: El secretismo e intrigas en que se desarrolla el nombramiento del sucesor de San Pedro. Y los rituales, bajo una liturgia inherente, hasta que es escogido el predilecto por dos tercios de aquella asamblea dirigida por el decano del Sacro Colegio Cardenalicio, Monseñor Lawrence (Ralph Fiennes). Estos son los dos hilos candentes de una prodigiosa trama. A su lado, los cardenales pretendientes al trono eclesial en distintas – …nunca mejor dicho -corrientes sociopolíticas que representan el hoy o el ayer de la Iglesia católica en su pugna por el poder supremo del puesto que representa.

Como film, valoro el lugar sagrado de la acción en Roma. Incluso los sucesos que ocurren bajo el terror que “supuestamente” vive la ciudad a día de hoy desde el signo islamofóbico a partir de unos atentados en la propia sede episcopal. Y que los asistentes al cónclave desconocen su origen por estar enclaustrados y por tanto aislados de toda información del exterior durante la ceremonia. La psicología de estos personajes, investidos con su sotana roja -la tradicional cuando el Santo Padre muere- mientras murmuran por los rincones dirimiendo cuál de ellos debe acceder al trono. Entre los que prefieren un nuevo papa de origen africano, otro progresista y partidario de aperturas en la Iglesia, un estafador enamorado del poder en sí mismo y el último, un amante de volver al latín y los ritos conservadores o hacia una nueva Inquisición.

Destacar la coreografía litúrgica de estos príncipes de la Iglesia, mientras se reúnen en un patio renacentista: deambulando bajo la lluvia, algunos fumando tabaco y escuchando con devoción las plegarias. Ordenados, sentados y firmes en la Capilla Sixtina mientras eligen a su elector, mirando alguno hacia arriba el origen del ser humano y otros el Diluvio Universal que se les avecina según su ideología. O frente a la soledad, orando en un dormitorio de lujo.

En otro registro, el contraste de sumisión entre las monjas-sirvientes en su día a día encargándose de ayudar al clero en sus quehaceres y el de los protegidos por el hábito y el lujo, a puerta cerrada. El papel que juega la madre superiora (Isabella Rossellini) con su mirada, más que con sus palabras. Si bien, hay una sentencia frente al séquito que hiela a ambos públicos: el religioso en la propia trama de la película y el de la sala del cine Renoir en Barcelona donde asistí: “Aunque las hermanas hemos de ser invisibles, Dios nos ha dado a todas ojos y oído”. Dando a entender a los presentes que conoce un secreto que hará mella entre los asistentes.

Hasta aquí, la estructura de un thriller clásico para averiguar quién es quien. Y ahora una pregunta ¿Será el desenlace, el simple voto de quién es investido? Como se dice hoy, sin cursiva en su haber, simplemente porque la palabra ha sido aprobada por la RAE en su última reunión: no haré un espóiler.

Eso sí, interróguense ¿por qué en el acto final, unas monjas salen corriendo alegres del recinto papal mientras Lawrence acaricia una tortuga y la mece en el agua de una pequeña fuente del edificio? Y en contraste, ¿por qué en la primera escena un clérigo, durante la noche, cruzando un túnel en dirección contraria al tráfico, se encamina hacia el Vaticano en busca de una respuesta. Dos noticias imprescindibles para entender una “fumata negra” en el inicio y otra blanca al final que sin duda les sorprenderá.

Imperdible ver esta pieza para los creyentes que quieran distinguir la fe personal que uno emite hacia Dios por sí mismo, de la procesión y los dogmas que interpreta la Iglesia oficial y las luchas de poder que se establecen para lograr representar al vicario de Cristo desde su jurisdicción. O, simplemente, para aquellos ateos o laicos que puedan inducir que, cualquier ser humano es, en sí, un subyugado con todas sus contradicciones para poder preguntarse qué hace en este mundo y quién lo ha creado…o simplemente pensar porqué debe de haber un gobierno y un regente que lo dirija sobre este tema

© All rights reserved Eduard Reboll

Eduard Reboll Barcelona,(Catalunya)

 

 

 

 

 

 

 

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