Dibujar y ver guardan una relación intrínseca que todo artista visual emplea, o al menos conoce de lecturas en libros de la techné. ¿Qué hay de los novelistas? ¿Es posible dibujar una novela? En el fondo, la novela es arquitectura que parte de planos sólidamente estructurados, bocetos, diagramas, curvas dramáticas sobre el papel, etc. Los colores son las emociones.
Antes de leer a Martín Solares en Cómo dibujar una novela deben tomarse en cuenta dos consideraciones:
1. La novela es un rico ejercicio intelectual, pero ante todo se trata una maquinaria sofisticada cuyos engranajes nos obligan a ensuciarnos las manos (¿cómo está hecha, cómo funciona o cómo echarla a andar?), esto es, como diría Barthes, impera en ella la techné sobre la misma ciencia.
2. Asimismo, no sólo importan las configuraciones que nos auxilien para representarnos una novela en el espacio plano de una servilleta de papel, una hoja de cuaderno, etc., sino el sabio conocimiento de las leyes del tiempo en que fluye una historia, porque es la flecha del tiempo, curvilínea o en líneas que se quiebran o rizan, el verdadero dibujo de la novela.
En este libro, Solares se desvía de la tentación al típico manual de escritura de novelas, o la exposición ensayística de su poética, para decantarse en el planteamiento de un desenfadado y sincero trayecto por representaciones abstractas pero intuitivas de la factura de la novela. En efecto, es posible el dibujo de una novela, ya sea el que representa su estructura global o el de la planeación. El aprendiz de novelista o el autor con madurez creativa hallará un buen escaparate de ideas, todas ilustrativas, para pensar con claridad la novela. Rulfo, José Eustasio Rivera, Rabelais, Cervantes, Stendhal… cumplieron su deber con el claro pensar, a la par del claro proceder, aunque al inicio enfrentasen la bruma.
Todo proceso de novela inicia con una bruma que el lápiz mental más el papel de la continuidad del pensamiento pueden aclarar de modo paulatino. No sobra el trazo primordial de la columna vertebral: la línea recta o curva, mejor curva, que se intersecta a sí misma y sigue su trayecto, mucho mejor si es guiada por un vector.
Casi como premisa del libro, se tiene que es posible dibujar una novela porque es posible dibujar una vida.
Cómo dibujar una novela evita diagramas de flujo, mapas mentales y conceptuales, o elementos gráficos como los esquemas de Propp, más propios de un deleite intelectual para el sofá que para el escritorio. Mucho menos veremos ahí diagramas conjuntistas de Venn.
Nuestra lengua importó del antiguo francés el verbo deboissier para confeccionar la palabra dibujar. Hablamos del siglo XII, cuando deboissier significaba desbastar, esbozar, incluso esculpir… me gustan esas definiciones para la idea que Solares invoca con la palabra dibujar. ¿Qué hay del dibujar bien para escribir bien? ¿Y qué del dibujar con originalidad? El secreto de un novelista radica en la defensa a ultranza de su individualidad, plasmar en su obra la impronta de su personalidad, dice Solares. Hemos de pensar al modo de Orhan Pamuk que cada persona (o troquemos persona por personaje) es un copo de nieve único, irrepetible, interceptado por los ejes de la lógica, la imaginación y la memoria. Ya tenemos un dibujo más. Entonces el novelista acuñará un logro mayor si expresa la individualidad aludida en una obra cuyos trazos, si bien se asemejen a los de otra novela, otro autor, y la misma tradición, sean como la firma por la que se reconoce al autor.
Hay novelas en forma de olas, tsunamis, paréntesis entreverados, puzzles, muñecas rusas, wafles, espirales dobles, zigzags, incluso de elefantes. Las buenas novelas no permiten la perfección de la recta, sino la sinuosidad, la curvatura, y por supuesto, los rizos. El rizo y la digresión. Y de nuevo, una flecha. O paréntesis dentro de paréntesis: —( ( ( ) ) )->.
Antes de darnos cuenta, Solares nos intercepta en plena lectura con su Artefacto para escribir una novela. Colocándonos el lápiz entre los dedos nos conmina a enfrentar tres ítems:
Ítem primero. En el fondo, toda novela nos habla de cuánto luchamos con a) una obsesión o b) un enigma:
Ítem segundo. En el fondo, toda novela incluye un enigma que alguien intentó descifrar: el enigma de su vida, imaginaria o real.
Ítem final. Piense que su vida es una novela, y dibuje su forma:
Insisto en cómo el libro remarca la coordenada temporal de las novelas: el autor de Cómo dibujar una novela no escatima en digresiones sobre la obligación del novelista al buen manejo del tiempo. Sin duda, las mejores novelas están facturadas como objetos topológicos que se elongan en una geometría continua a medida que transcurre el tiempo: hasta la novela más breve debe generar la percepción del paso de los días o los meses, incluso de los siglos. Y por supuesto, el tiempo se curva de acuerdo a la materia de la novela.
Martín Solares nos ha entregado ya sus bocetos de ideas, planos, conceptos a punta de lápiz y goma de borrar. Queda en el lector, también el novelista, hacer sus propios dibujos mentales. ¿Empezamos?
© All rights reserved Isaí Moreno
Isaí Moreno (Ciudad de México, 1967). Se formó en matemáticas, física y literatura. Ha publicado las novelas Pisot (Premio Juan Rulfo a Primera Novela 1999) y Adicción (2004). El suicidio de una mariposa fue finalista del Premio Rejadorada de Novela Breve 2008 en Valladolid, España. Es profesor- investigador en la carrera de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y colabora con cuentos y crónicas en revistas literarias y suplementos culturales, entre ellos La Tempestad, Lado B, Letras Libres, Nexos, Tierra Adentro, etc.. Desde 2012 es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Su sitio de Twitter es: @isaimoreno.