Clavícula (Mi clavícula y otros inmensos desajustes)
Marta Sanz
Ed. Anagrama. Barcelona.2017.
201 páginas
“Uno se encarniza. No se puede escribir sin la fuerza del cuerpo”
La cita de Marguerite Duras en la página número diez del libro, Clavícula, resume la voluntad de su autora, Marta Sanz, de mostrarse cruel y despiadada consigo misma.
La percepción del dolor y el miedo a la enfermedad son la excusa para escribir una novela de difícil clasificación. ¿Es una autobiografía…un diario?.
Me atrevería a decir que, la novela, es un acto de flagelación pública de todos los “pecados” veniales de una mujer que necesita la purga de la escritura para poder exorcizar su malestar físico y espiritual.
El dolor se inicia en un vuelo transoceánico
“…mientras sobrevuelo el mar constantemente diurno, noto la presencia de una costilla bajo el pecho izquierdo. Y, en la costilla, detecto una pequeña cabeza de alfiler que súbitamente se transforma en una huella de malignidad. Una fractura en la osamenta o el reflejo de una vorágine interior”.
Marta Sanz nos describe sin tapujos como incide el dolor en su vida cotidiana, en su relación con los demás y en la escritura. Muestra su hipocondría, narrando el detalle de sus pruebas y visitas médicas sin pudor alguno.
La sinceridad o la crueldad con la que expresa opiniones sobre su marido, padres o amigas, revela la valentía de esta escritora para mostrar su vulnerabilidad y también su despotismo.
La autora tiene un interés especial en divulgar su vida cotidiana con un empeño de verosimilitud que raya lo impúdico. La transcripción casi literal del viaje que realiza a Málaga y Almería para dar una charla, podría ser perfectamente el texto de una canción del género hip hop.
Durante la lectura de la obra pensé, si Marta Sanz fue consciente de los riesgos que corría al mostrar sus debilidades íntimas al lector. ¿Pensó en algún momento que podría defraudar a sus seguidores? Qui lo sa.
Confieso haber vivido en carne propia los efectos secundarios de Clavícula durante los días en los que compartí algunos párrafos del libro, con un hombre que padecía un dolor en una costilla y un síndrome perenne de hipocondría.
Algunos textos de Marta Sanz protagonizaron discusiones escabrosas sobre el dolor, la vejez y la pérdida de autonomía.
La novela se convirtió en un objeto maléfico que me provocaba dolor cabeza cada vez qua abría sus páginas. La abandoné por unos días, y la recuperé una tarde lluviosa de agosto. La tormenta y un café ahuyentaron los malos espíritus. Y pude finalizar mi lectura, admirando el coraje y la excelente narrativa en la obra.
Marta Sanz tiene una sólida trayectoria literaria de la que destacan, entre otras, la novela Farándula, premio Herralde de novela, Lección de anatomía, considerada una de sus mejores novelas y Daniela Astor y la caja negra, galardonada con el Tigre Juan.
La reseña finaliza con una frase enigmática al inicio del primer capítulo:
“Voy a contar lo que me ha pasado y lo que no me ha pasado.
La posibilidad de que no me haya pasado nada, es lo que más me estremece”.
Ángels Martínez