…son la simbología de un Miami que vive entre el vacío peatonal y la lírica de los gestos de sus habitantes en los muros de sus casas. Una ciudad no sólo son los trazos en un plano de calles y avenidas. Ni un downtown lleno de oficinistas y ejecutivos a las nueve de la mañana. Tampoco cierra la definición de o qué quiere decir urbe, el ver una playa llena de bañistas en la arena tomando el sol, o una fotografía publicitaria en un mall repleto de ciudadanos en busca de sales.
Las metrópolis tienen también sus iconografías gastadas por la sal y el óxido. Iconografías que forman parte de un paisaje que se resiste al olvido. Edificios que tienen la piel de Cy Tombly o Basquiart. Casas hermosamente abandonadas donde la hierba o el grafiti la cubren de una gloria extraña. Y tan importante son estas tumbas abiertas al público, como los rasguños grisáceos del caucho de las ruedas incrustados en la pared en una autovía y que hablan – en silencio- de los accidentes acaecidos. Twelve Traces, (2011)
Un camión transporta una “nada jaspeada” en forma de anuncio publicitario que tiene por titular lo siguiente:“Setting the standard of what a gentlemen´s club should be”. A Gentlemen’s Club, (2009). Nadie puede acudir al lugar… porque nada hay.
Un árbol quemado aparece en primer plano y al fondo unas patatas doradas de McDonalds se anuncian. Burning Tree. (2009) Las brancas de la mata y los tubérculos en su bolsa roja, hacen un juego formal donde uno deduce que una misma causa -el fuego- ha producido distintos efectos. Esta observación, aparentemente banal, guarda en sí de lo que hoy esconde esta ciudad: sus contrastes visuales..
Ramón Williams hace publicidad de la publicidad. Nos habla del mensaje cuando el mensaje ha desaparecido en su forma habitual o, cuando al degradarse, dialoga con el significado de “otro nuevo anuncio”. Hay veces -la mayoría- que la captación de estos hechos son bajo el juego de los opuestos: el antes y el después como en: M (2008), Beneath the Tone (2009) o Shell(2008). Juegos explícitos, directos, y de fácil lectura que no requiere más que recordar el original que reside en nuestra memoria colectiva de Miami.
Cuando la palabra se apodera del muro, cuando los signos gráficos permanecen corroídos por el tránsito del tiempo o cuando la destrucción se detiene y forma parte del paisaje…Entonces, el autor se consagra como poeta urbano sin haber escrito una sola coma: Iluminísimo (2010), Untilted (2008 ) Think Safety (2012)
Pero Ramón Williams es también político y no sólo en su sentido etimológico relacionado con aquel que habita en la polis sino también un denunciante –desconozco sin o con intención- social de su entorno. Yo veo mensajes inequívocamente provocadores que estarían en los movimientos sociales que hace unos años protagonizaron los indignados en Nueva York alrededor de Wall Street o en Madrid en la plaza del Sol o incluso en Sao Paulo relacionados con la función de los bancos. Omnimoney I (2008), Omnimoney II (2009), UnTrust ( 2008) o el exquisito International Fin, (2008).
Una ciudad hay que recorrerla en todas direcciones. Lo hicieron y lo recuerdo varios artistas en aquella antológica exposición curada por Jesús Rosado y por mí en el CCE español, en el cual él participó, llamada Miami: ciudad metáfora. Ramón Williamns no ha abandonado sus zapatillas deportivas ni un instante y menos su cámara en mano para ir en busca de “lo ya dicho y perdido” o de lo “ya expuesto y hoy muerto”. Su misión es sencilla: hurgar y dar vida a los restos –los fallecidos- que hoy nos acompañan en el Miami que compartimos. Con él y el relato de sus encuentros, la ciudad tiene más sentido como tal…al menos para mí. ER