¿Se han topado con la sensación de querer gritarle a la nada todas esas cosas que por tanto tiempo han guardado?
Como querer gritarle a un fantasma, a algo inexistente, a algo que llena tus vacíos, pero a su vez deja muchos huecos más que no sabes cómo llenar y, sin pensarlo, ya están llenos, porque son parte de nosotros. Así es nuestra memoria y así son nuestros recuerdos.
Una sensación parecida es la que se experimenta al leer esta gran obra de la que tengo el honor de hablar.
Un paseo por los sentimientos más profundos, por pasillos de un hogar construido con esfuerzo a través de los años: la vida.
Cada página del libro es un aire de melancolía, una melancolía que no es solo aquella que se asemeja a tristeza, sino que es también la que suele recordarnos el gran valor que tiene estar vivo, compartir la vida con quienes se cruzan en nuestro camino pegando cada bloque que construye nuestro hogar.
Vivir el paso del tiempo con subidas y bajadas, a veces incluso tendiendo de un hilo hacia la locura, pero siempre llenando la memoria de inspiración.
El autor nos abre las puertas a su alma, a las profundidades de una mente, donde se almacenan memorias que dan como fruto poemas con sabor a hogar, acompañado de un manojo de sentimientos que engloban lamento, fortuna, deseo.
No hay poema que no se apodere de lo más íntimo del sentir que un lector puede experimentar conforme avanza la lectura, toca cada fibra del corazón mostrando la dualidad que puede haber en la vida y en las relaciones con quienes nos van acompañando en el camino, sin miedo a la monotonía, sino que invitando a disfrutar de los recuerdos, de lo intangible que a su vez es gigantesco, como el amor o el simple hecho de estar vivo.
Voy a citar dos fragmentos, cada uno de dos poemas diferentes entre los cuales no me pude decidir porque ambos engloban mi parte favorita del libro y la esencia de este.
“Tírame
ponme una colcha encima golpea mi carne
llénala de gatos si quieres atáscala de gritos
de órdenes y barbitúricos ¿para qué no ser feliz?”
de Hay una flor detrás de la ventana.
El fragmento habla por si solo, es una invitación a ser feliz, a disfrutar de la pasión acompañados quizá de nuestra “Larissa” qué puede ser un todo, la cordura, el amor de nuestra vida, lo inquietante y a su vez lo que nos tranquiliza en momentos donde todo tiene forma de manicomio, siempre hay un lugar seguro que nos mantiene cuerdos.
“Nademos pues sueño vital
corramos
brinquemos hacia el mar desde ese muelle viejo
raspemos el moho de los días
a llenarnos de sueños la barriga
de cantos el cabello
de estrellas el silencio”
de En este sofá cama te pienso.
Un fragmento del poema que personalmente despertó muchas cosas inexplicables al leerlo; ya que se resume en el amor fraterno de un padre y la inocencia tierna que tiene un niño, ambas son la combinación perfecta que demuestra la riqueza de la vida y que el amor va más allá de lo que a veces conocemos.
Las cosas que parecen simples en realidad son lo que le da sentido a la hermosura de la vida.
En fin, si tienen la oportunidad de leer el libro no la desaprovechen, sin duda alguna es de las obras más profundas que me ha tocado leer.
Echeverría. A. 2023.
Cierra el maldito libro. Poemario.
Cisnegro. Lectores del alto riesgo.
México. 68 pp.
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Rut Treviño. 2002. Radicada en Matamoros, Tamaulipas. Estudiante de la carrera de Psicología en la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Narradora y poeta. Ha publicado en revistas digitales como “delatripa”, “nudo gordiano” entre otras.