Casas
salgo al balcón
y veo pasar casas sobre las nubes
son las mismas casas pobres
llueve
son las mismas casas amarillas y los
mismos colores azules
sale el sol un pájaro vuela
veo pasar las mismas casas
siento la misma boca tibia y el
mismo sabor amargo
sigo siendo yo siguen siendo pobres
El Alfil es Negro
es la hora de partir en el caballo húmedo
con los pies descalzos y la vida triste
es la hora del amanecer tranquilo
con los ojos fijos y el andar seguro
ya la luna me dice su secreto
y el jaguar no lame las palmeras
la manera de mantener al hombre
es con respeto
tus brazos son negros, alfiles
tan alfiles como la noche que te cubre el rostro
tan negros como la sombra que castiga
tu destino y el absceso que aumenta tu
desidia
que se abra tu sangre al órgano demoledor:
yace en la sala abandonada el objeto que
Lisa te robara, los espías alrededor del sueno
congregan angustias, su búsqueda inútil
la música exaspera, los vecinos oyen sus pies
descalzos sobre un libro abierto
y su actitud estorba con seriedad los padecimientos
del corazón
rápidamente el trata de escribir sus
experiencias, pero le falta el lápiz
y la luz falla y la energía desaparece,
despierta desesperado a un sueño dentro
de otro sueno y el poema perfecto, lineal,
maestro, otra vez desaparece en el eterno
pozo de la memoria, también negro
como el alfil que te cubre el rostro
y solo queda esta débil inexacta semblanza
una luna sola aúlla en la punta del cerro
el amanecer esta cercano, el indio desaparece
en el monte
la lechuza acaba su rapiña y los patos salvajes
inician otra ronda de jaleos y condecoraciones
en la distancia el perro ladra su júbilo nocturno
antes de ver al sol por última vez
y Diego exhala el último suspiro sobre el cuerpo
viejo de Amanda, cansada de dormir sola
mañana, la vejez del vecino resaltará como nunca
sobre las arrugas del vigor y este cansancio misterioso
que azota el estómago pasará a ser un interrogatorio
más en la vasta siembra campesina
tus brazos son negros, alfiles
tan alfiles como la noche que te cubre el rostro
es la hora de partir en el caballo húmedo
a los hombres se los mantiene con respeto
con los pies descalzos y la vida triste
Brasil
la cama está revuelta,
afuera la luna hechiza,
mi sueño se disipa un cuarto
para las cinco
el otro lado de la ciudad
el canto de su rostro
dibuja al día con sonrisas
y golondrinas
era imposible predecir
que nuevos trazos de destino
iban a tejer tu nostalgia
con la mía:
caminatas que no se andan,
poemas que no se escriben.
Este pedacito de tu adentro
marca con tersura el final de
pesadillas,
la paz de dos océanos, el jazz
de mi memoria el beso
de tu acento
© All rights reserved Danilo López Román
Danilo López Román. Nació en Managua el 20 de mayo de 1954. Se graduó de arquitecto en la Universidad Nacional de Nicaragua. Durante la década de los 70, perteneció al grupo literario y activista Gradas.
En 1985, se trasladó a Miami, Florida.
Ha publicado poesía y critica literaria en muchas revistas literarias, portales cibernéticos y periódicos de Nicaragua y Estados Unidos de América, en inglés y en español.
Entre sus traducciones del español al inglés, cabe mencionar “El paraíso recobrado” de Carlos Martínez Rivas (Miami, 1998).