Caravanas de lenguas
labran las tardes,
escribo.
WI MAJ
Yikiyotem
ri kaqiq’ tajisanem
Ri b’ inikotel xelesex che jub ‘iq ‘chi qech
wi maj
wi maj
wi maj
wi maj.
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Turbulencia
el viento sagrado
Mi corazón despojado de lo que somos
sin culpa
sin culpa
sin culpa
sin culpa.
MA JOKARAISA
(w a r a o)
Ma jokaraisa
izaré tu nombre engrandecido
mamífero placentario
lleno de alas.
M e j o k o j i
Sol del pecho
enroscado en la hora te recuerdo
macerado en aguardiente,
raíces amarillosas,
botella de cañaclara
sin enfermedad tus ojos.
Diapasón vibras curioso
albergue de música
e r e s…
Dicen que olfateaste espesura,
alteraciones y grafía enarmonía,
otro corazón.
Armadura escarlata,
efecto de dosis que corona.
Amigo
ma jokaraisa,
montaña sol remanso verde,
guitarra de crisantemos
sabor a jardín lanudo.
Helechos se despegan
alfombras vibrátiles.
Kojoboto zeneneee
¡Yan ekey!
¡Yakari ama!
Blancura el viento,
polvillo urticante…
Tallo que ramifica
amor de antaño,
cabecera tu río.
Lleno de gracia,
escarcha carmín.
Najamuto jo
mi otro corazón,
mi amigo, ma jokaraisa.
Cielo agua
zancudo zumbido
zeneneee
¡Gran alegría!
¡Amanecer ahora!
H U M E D A L E S
Humedales perfilan las luces,
tu cuerpo da frutos y derrama jugos cárnicos
…
Belleza de Angostura transfigurada,
en la lingüística llama que evocas.
Pareces ser principio y fin,
plenitud inquieta de alba,
dualidad viva en las yemas
rugido que brota en boca extraña.
La tarde se vuelca en minúsculo tacto
y la brizna seca se remonta en ave,
con pupilas doradas te mira exhausto,
más cerca la inquietud de tu lengua subsiste.
Lames la heridasol en ojos rasgados,
tu frente camina a otra remota…
Sonríes asido al recuerdo.
PRESENCIA
Octavas Gongorinas
Sin prisa me detengo, débil ánfora,
y con la mano enganchada al vajillo
acompaño los momentos de otrora,
mi madre nos miraba en el pasillo…
Con su gracia anciana, mujer dadora,
flor descendiente de frente al sencillo,
imagínala ser ante la albura
lámpara donde amarras la cintura.
Porque en la noche humana ella devino,
desaparecieron las ambiciones,
y subterráneo quedó el dañino
tiempo de soledad en los buzones.
Achispado el corazón adivino,
frágil se abrió hasta sus fundaciones
y yo la sentí a ella como la espiga
asomada y segura entre mi vástiga.