BELLA DURMIENTE
Ni es bella, ni duerme,
Es un puñado de letras organizadas
En varios pedazos de papel
Escritos hace quién sabe.
Ella, durmiendo no, despierta siempre,
Y se pasa los días uno a uno contados
Dos tres cuatro,
Resignadamente,
Cinco seis, siete
Sentada en un rincón de la casa
No duerme
No come,
No anhela,
No siente el cuerpo que debía
Poseerla.
Por eso, ha decidido dejar de pensar
No volver a decir palabra,
Y solo refugiarse
En los secretos más profundos
Que habitan al borde de su conciencia.
La Bella Durmiente desquiciada
La Bella Durmiente intolerable.
Con el ropón de rosas azules
Las sandalias amarillas
Y ese dolor en el pecho
Que podría llevarla hacia otro mundo.
Mientras los días pasan
Y los sueños se evaporan
Los príncipes se pierden
En tierras indefinidas…
Las aves vuelan hacia otros cielos
Donde enanos hermosísimos
Se esconden por lugares invisibles.
No hay nada que hacer: la voz
De ultratumba se acerca a la mujer…
No quieres vida
No deseas ser libre
No eres un ser humano.
Fantasmas de colores paliduchos
Entonan una balada prehistórica
Sin solución alguna
Desde un rincón de cuarto oscuro…
La Bella Durmiente
Hace mucho
Que no duerme…
Hace mucho, mucho
Que no duerme:
Pero tampoco duermen
Las palabras
Ni los cuentos
Ni los libros…
ESE VIEJO RUIDO
Ese viejo ruido y la mirada
De la lechuza que se fuga
En el silencio de la noche,
Corriendo detrás de un sueño
Hecho polvo por los años perdidos.
Ese vendaval de palabras oscuras
Que va cayendo a pocas junto al rocío
Vertical del tiempo.
Esa quimera, esa lucha
Esa visión antigua y destartalada
Donde nos unimos como encadenados
A resistir cualquier inclinación
Del beso.
Esos labios marcados por las sombras
Que gimen un popular estribillo
De cadencias,
Más no abiertos, a la par
Sino más bien al toque
De la lengua
O la fiebre.
Esa luz circular que baja
Por mi cabeza hasta oler tus motivos
Conjugados a mis penas,
Y gira y gira y gira la realidad
Solitaria y gira…
Y los pasos van quedando atrás
Marcados por un deseo inútil
De saber que ya no nos amamos
No nos amamos
Ya no nos amamos…
Que un pájaro tiñe
De azul añil el corazón de tu pecho
Bajo las ropas sucias
De la próxima aventura.
Y gira, y gira la realidad
Y seguimos a pocas, muriendo.
FEOS
“Todo lo feo debilita y deprime al hombre. Le sugiere la decadencia, el peligro, la impotencia.”
Los jornaleros son feos
Con sus casacas amarillas
Y esos hocicos de puercos
Achicharrados bajo la resolana más impía
De la estación estival…
Son feas las putas viejas
Con sus pellejeras de mil metros
Colgándoles de las caderas,
Y el esófago tan hinchado
Por años de tragar pecadillos inestables.
Son feas las bailarinas, mejor
Si el pelo lo tienen desmoronado
Y grasoso,
Y el dedo gordo del pie lo esconden
Como una enorme piragua
Aguardando el momento
De los desquiciados fouttés
En la escena nocturna.
Son feas las vecinas chismosas
Con caras de yeguas y lenguas quilométricas
Las que se posan por los huecos
De los postigos
A denunciar con sus babas perniciosas
Lo que no les importa.
No obstante: existen feas extraordinarias
De talle finísimo y caras de jirafa
Que se atreven a caminar
Por un parque, al mediodía, sin taparse la cara:
Son feas extranjeras o maestras solteronas
Algunas, son dentistas con peste en la boca
Y cajetillas de dientes hechas de mayólica.
Otras veces, es horriblemente feo un mago de circo
Que busca ilusiones fugaces en
Su consciencia de culpable.
Son feos también los bodegueros, Dios nos ampare,
Luciendo unas caras grises
Marcadas por la venta constante
De libras de aceite y jamón
Batiendo la monotonía
De estar, por horas, cruzando de un lado a otro
De un mostrador destartalado.
Son feos mis primos, mis hermanas
Mis tíos son tan feos que nunca los invito
A casa por temor a que me espanten,
Son feos un par de amigos olvidados
Que se han ido secando a solas
Como ramas de un árbol en invierno.
Feos, también, los encuentras en los bares en la madrugada,
Cuando las estrellas se hacen las ciegas
Para no dejarles la oportunidad
De verles el resplandor sideral
Que expulsan de sus jetas descascaradas.
Son tan feos los taxistas
Que ellos solos se hunden en las sombras
Del taxi masticando saliva
Como los dromedarios.
Al contrario de toda esta fealdad
Cochina y malparida,
Por ejemplo: los asesinos son hermosos
Llenos de pelos, escondiendo siempre el puñal
Bajo un pecho acalorado
O una bolsa prieta pegada a sus espaldas.
Hermosos son los traidores
Espías y chismosos
Escondidos detrás de altas tapias
De cemento y alambradas de púas
Para evitar todo posible escape
Hacia la vida.
Son aún más hermosos
Los condenados a muerte
En su silencio de años
De horas
De nostalgias
Que solo esperan
La voz del verdugo, tan hermoso como ellos,
Para finalizar
Sus vidas
Con esa calma divina que les llega
De una sociedad perfecta.
© All rights reserved Chicho Porras
Félix Rizo, mejor conocido por los seudónimos de Cristiano M. Jaime y Chicho Porras nació en la isla de Cuba de padres españoles y portugueses. Reside en la ciudad de Miami, pero vivió la mayor parte de su vida entre Nueva Jersey y Santa Fe, Nuevo México rodeado de una colonia de ciudadanos descendientes de los españoles que conquistaron esos territorios siglos atrás. Todos sus personajes, tradiciones y visiones literarias son tomadas del modus vivendi del suroeste norteamericano, añadiendo a esto, el tema central de la realidad paralela o paralelismo que el maneja con buena precisión literaria. Ha escrito desde los doce años y publicado, entre otros cuentos: De Mujeres y Perros, Cuentos de Caronte; novelas: El Mundo Sin Clara; El Extraño Viaje de una Salamandra; La Eternidad en una Hora. Tiene cuatro libros de poesía publicados: Pasado Pluscuamperfecto, El Extraordinario Moño de una Dama Boba, La Santa Marica Levanta su Vuelo y los Poemas de Facebook. Sus obras de teatros han sido presentadas en Nueva York, Santa Fe y Miami. Es editor de la revista Rácata de arte que se distribuye en Miami, NY, y Santa Fe.
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