Bastaría con que el correo
(en el que envío cartas y fotografías a mi madre)
se extraviara.
Bastaría con que se cayera el avión
que me debe llevar dentro de poco a mi ciudad
para que junto conmigo desaparezcan los diarios,
los poemas, las fotografías, sus negativos
y toda prueba de mi existencia terrena.
Permanecería en la memoria de quienes me quieren
mientras no les diera un infarto cerebral, como le ocurrió a mi abuelo,
que olvidó el sabor de la naranjilla,
su propio nombre y hasta el rostro de mi abuela.
Sin embargo aquí estoy,
atesorando las voces de mis hermanos,
jugando con ellos en un parque donde nunca estuvimos de niños,
invocando a mis padres,
dibujando mi sombra en los fragmentos que me quedan de su errancia.
Y no importa que después ya nadie sepa de nosotros
pues el absoluto es hoy
y en su relámpago
brillamos.
SIMULTÁNEAS ALREDEDOR DEL MUNDO
Recibo la llegada de la noche.
Golpeo el teclado
este hermoso piano de vocales y consonantes que lanzan su música inaudible
dejando que la ciudad se me escape lentamente por el oído izquierdo
mientras por el derecho me invade la tierra cruda que está del otro lado
los chaquiñanes detrás de mi casa…
Si los seguía me llevaban a la autopista
que sin saberlo rompe los montes
separa el campo
y mi madre
en su pequeño escarabajo por el camino empedrado
mientras yo, en la Gran Muralla,
bajo la luna llena
me recuesto.
El miedo me traspasaba con deleite
cuando venía el gato negro a pronunciar todos mis nombres
cuando asechaba tras de mí
para arrancarme.
Cómo volver
si ya los pájaros limpiaron el sendero
y las luciérnagas borraron su reflejo en el paisaje.
Si no ocurriese que la duda me persigue
ya ni siquiera intentaría recordar
pero la niña sin escrúpulos que fui
deja sus huellas en el fango
escupe
llora
se revuelca
mientras aquella
la de los abuelos
viene a buscarme entre las sombras
todavía.
Como pastillas de algún tóxico que nadie tomará
lanzo palabras que se riegan en mi falda.
Otras resbalan por la tierra.
Algunas van por el barranco
sin tener eco que las roce
ni sentido.
No les importa mi dolor.
Su asunto es otro.
Poemas publicados en Nagari 5 edición impresa
© All rights reserved Marialuz Albuja Bayas
Marialuz Albuja Bayas. Quito, 1972. Poeta, traductora, docente y editora. Obtuvo su licenciatura en Artes Liberales por la Universidad San Francisco de Quito y su maestría en Estudios de la Cultura, con mención en Literatura Hispanoamericana, por la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha publicado los poemarios Las naranjas y el mar, Llevo de la luna un rayo, Paisaje de sal, La pendiente imposible, obra premiada y publicada por el Ministerio de Cultura del Ecuador, Detrás de la brisa, mención de honor del premio César Dávila Andrade, Cristales invisibles (mínima antología personal), El invisible despertar del páramo (recopilación) y El último peldaño . También es coautora de los libros para niños Cuando cierro mis ojos y Cuando duerme el sol. Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés, portugués, italiano, francés y euskera. Es cofundadora del sello editorial Rascacielos.