Una novia, una boda, la niebla, el fantasma, la Muerte. La fórmula podría ser anciana como el mundo, pero algunas de sus manifestaciones resultan siempre particularmente ganadoras. Es el caso de “Aquí no encontrarás a Weeping Sally”, la nueva novela de Luis Alejandro Ordóñez.
Contada en primera persona, por un narrador sin nombre aunque involucrado, un reportero editor de una imaginaria revista literaria en español publicada en Chicago, la historia -o la búsqueda de esa historia – se narra en segmentos a cargo de varias voces. A partir del fin de una presunta maldición que pesaba sobre los Cachorros (los Cubs), un equipo de beisbol, la redacción de CaraCruz decide dedicar uno de sus números a leyendas, supersticiones y otros relatos acerca de lo sobrenatural. La redactora Lea Suárez propone la historia de una novia, Weeping Sally, que a orillas del lago Michigan en el día del casamiento, quedó prematuramente viuda debido a una venganza de la renombrada mafia de la ciudad. En la persecución de la historia de esta Sayona de Chicago, con algo de recreación de aquella de la leyenda latinoamericana, Suarez que es inmigrante indocumentada, por dicha razón o por otra más siniestra, desaparecerá sin dejar rastros. Será también entonces un fantasma que pesará en la memoria del reportero.
La novela muestra el carácter elusivo de la verdad. Lo muestra con el ‘efecto Rashomon’ (llamado así por la película de Akiro Kurosawa que hizo escuela, en la que cada uno de los protagonistas cuenta su versión de una misma historia); o también, otra analogía posible, a través de una similitud con las muñecas rusas, una dentro de otra, una versión dentro de otra versión, sin poder arribar jamás a una conclusión definitiva. Sobrevuela asimismo el tema de la autoría. ¿Quién escribe la historia de la leyenda? ¿De quién es la historia? ¿Quién se la atribuye? En definitiva una leyenda pertenece a la creación literaria colectiva. Pero siempre puede aparecer quien diga haberla inventado, como el taxista que se menciona en uno de los segmentos afirmando desfachatadamente que él inventó el dicho “soy como el oso: feo pero sabroso”.
Como buen escritor, Ordóñez con estilo preciso, elegante, sugiere, deja puertas abiertas a interpretaciones que trascienden el relato. No es casual que en una época agobiada con obsesivas, intransigentes pulseadas por la posesión de la verdad, una época con tanta dificultad para conciliar posturas, este texto se centre en la probable imposibilidad de conseguir certezas. A su manera, es un recordatorio útil sin duda.
Cabe mencionar también a Chicago, esa ciudad invernal, brumosa; para algunos de nosotros, mágica. Es otro personaje de la novela con su lago neblinoso. En las últimas páginas su presencia se impone. El lago, los jardines, la enorme escultura en forma de frijol de Anish Kapoor, el parque Lincoln, la Magnificent Mile. Este recorrido en la novela lo hacemos de la mano de un fantasma. ¡Ay, qué miedo! ¡Ay, qué belleza!
‘Aquí no encontrarás a Weeping Sally’
Autor: Luis Alejandro Ordóñez
Ars Communis Editorial
Año: 2023
129 págs.
© All rights reserved Mónica Flores Correa
Mónica Flores Correa es una escritora, ex periodista y profesora de Español y Literatura que vive en Nueva York. Ha publicado “Agosto” y “Dos”, ambos libros de cuentos con la editorial Arte Poética Press de Nueva York, y en la misma editorial, una traducción con Cristóbal Williams, de “Los Muertos” de James Joyce. Recientemente ha terminado de escribir la novela “Reunión”, aún sin publicar.