Desde que la pintura rupestre puso en Altamira a sus animales en el Paleolítico, los relatos de los egipcios impregnaran las pirámides de sincretismo, las estancias del Vaticano permitieran a Miguel Ángel ritualizar El Juicio Final en sus bóvedas o, simplemente, la imaginación revolucionaria de Rivera, Siqueiros u Orozco en México reemplazase el fervor popular que había en las calles por su conquistas de carácter social…la pintura en el muro ha tenido su lugar en la historia del arte.
Lo ha heredado también el grafitti desde que el arqueólogo italiano Raffaele Garruci divulgara este término dentro del mundo académico en 1855 y que después fuera apropiado a lo largo del siglo XX por las distintas “pintadas” tanto en época de guerra como de paz. O desde la autodeterminación del artista y su popularización dentro de este mundo hoy mediático y urbano. Un ejemplo de esto serían J.P. Basquiart o Keith Haring en las paredes o ferrocarriles de Nueva York.
¿Por qué toda esta introducción? Pues bien, para ubicar dentro de este estilo contemporáneo la mezcla que posee Akim Hoste de lo narrado. Un memorial a la vieja tradición histórica donde desde su perspectiva realista y con identificación propia, es capaz de transmitirnos aquellos elementos que forman parte de las vivencias del lugar donde reside. Imágenes que permiten la ampliación de lo pequeño y que van desde insectos o reptiles, hasta homenajes al jazz y la cultura afroamericana como ya la hizo con sus colaboraciones en nuestra edición impresa anual Nagari # 2 Miami: Arte en construcción.
Incluso a veces, desde el ámbito más comercial pero no por ello menos preciado, crear ambientaciones en edificios de apartamentos con temáticas tan diversas como las de la playa o el surf.
También ha sido llamado a ilustrar, por ejemplo, elementos icónicos del mundo teatral en el Paseo de las Artes con sus rostros en primer plano en distintos containers. Rostros que, a mi entender, son su don y su dominio entre la pluralidad de ofertas en su trayectoria artística.
Esta definición ampliada de estos perfiles es lo mejor, sin duda, de su narrativa visual como creador de relatos urbanos en su segunda ciudad, Miami. Nagari