ENRIQUE CÓRDOBA. Colombia
Periodista, diplomático, graduado en Derecho Internacional, fundador del programa radial “Cita con Caracol”, columnista, autor de varios libros y distinguido con numerosos premios. Siempre digo que llegue, con Carlos Lehder Rivas, el traficante colombiano, pero en dos aviones distintos. Él vino extraditado y yo vine a cubrir su juicio, en Jacksonville, en 1987, como corresponsal del diario El Espectador y la cadena Caracol.
Llegué cuando era necesario ir al Down Town a buscar los periódicos para enterarse de lo que pasaba en América Latina, porque no existían las velocidades del internet. Yo salía al balcón con una radio portátil, arreglando la antena para captar las emisoras de Colombia.
Miami era un gran pueblo de mar y centros comerciales donde la gente venía a descansar en las playas y a hacer compras por las mercancías baratas.
También, cuando yo llegué, éste era el epicentro del narcotráfico; había mucho dinero sucio. Aquí crecieron bancos y empresas con dinero sucio. Naturalmente que por ser Colombia el punto de donde salía la droga, los colombianos estábamos obligados a demostrar, las 24 horas, que no éramos narcotraficantes, que no teníamos nada que ver con ese negocio.
Como periodista viví momentos muy dramáticos, angustiosos e interesantes. Desde el punto de vista del cubrimiento de la noticia, era una escuela de noticias. Permanentemente me llamaban de Bogotá para que cubriera capturas de narcotraficantes y de cargamentos de droga. Esa fue mi labor básica durante mi primer periodo aquí.
Era tan desafiante lo que hacía, que, un día llegué a mi departamento y me encontré en la máquina contestadora un mensaje sobre mi artículo en El Espectador, sobre narcotráfico. Eran mensajes que te enviaban en esos momentos. Con esa amenaza y con el hecho de frecuentar bares y sitios y encontrarte con mujeres y amigos que hoy tomaban un café contigo y mañana estaban detenido porque eran informantes de narcotraficantes, se vivía con la espada de Damócles, todos los días. Estabas con una persona que parecía vivir una vida transparente, participabas de un asado y por la noche estaban los helicópteros con las luces porque ese era un foco de narcotraficantes.
Puedo decir que tuve un angelito que me cuidó, en realidad, yo no tenía nada que ver, cubría la noticia. Era muy cuidadoso y vivía con la preocupación de no involucrarme en ningún negocio que me complicara la vida, por eso yo vendía publicidad para El Espectador y hacia separatas sobre Colombia. Tenía que tener mucha sutileza, los ojos muy abiertos.
Hoy, hace más veinticuatro años que estoy en Miami y mi vida ha sido limpia. Ése es uno de los grandes logros de haber estado aquí en un momento tan difícil.
AB: Cuando yo llegué a principios de los 90, no vi esa guerra del narco, recuerdo sí, que la zona de South Beach y la Lincoln Road eran calles muy descuidadas, sin seguridad. No eran lugares para frecuentar, ni turísticos como hoy.
EC: En los 90 empezó a cambiar el ambiente, pero cuando yo llegué en los 80 había masacres, en condominios, entre una familia y otra, encontrabas muchos crímenes por los territorios y por arreglo de cuentas, muchas noticias en relación con el narco. Había gente involucrada de todas las nacionalidades, pero los colombianos cargábamos con el peso de ser los responsables de lo que estaba pasando. Los noticieros se llenaban de información sobre la droga y los colombianos eran los personajes.
AB: ¿Cómo y por qué decidiste quedarte a pesar de ese clima tan agobiante?
EC: La pasión del periodismo, el reto y la adrenalina que produce estar en el centro de la noticia.
Yo pensaba quedarme unos dos años y regresarme a Colombia, a mi carrera diplomática. Había sido Cónsul en Quito, en Guayaquil, y representante de Colombia en Conferencias internacionales.
Cuando terminé Derecho Internacional y Diplomacia en la Universidad, un Ministro me llamó para trabajar en el Ministerio, simultáneamente yo era periodista de El Espectador, pero entré a la carrera diplomática a trabajar y creé la Secretaria de Prensa de la Cancillería.
Cuando volví a Bogotá me desvinculé de la política, me decepcioné de lo que estaba pasando en el país, y de los niveles de politiquería que había. Le pedí al Director de El Espectador que me mandara como corresponsal de prensa a Estados Unidos.
La Embajada americana me dio la visa y entré como corresponsal, pensando siempre en regresar a los 2 años y ya llevo 25 años en Miami.
Cuando llegue aquí con un salario de corresponsal de medios, apenas me alcanzaba para cubrir los gastos; entonces para redondear mis ingresos me puse a vender publicidad para el periódico y se me ocurrió crear un programa de radio.
Entonces, no había radio colombiana en Miami, con otros amigos empezamos a hacer lo que se llamó: “La Voz de Colombia”, una hora el uno, otra hora el otro, con noticias. Yo comencé a hablar de cultura, de mis viajes, de libros, del folklore y así nació: “Cita con Enrique Córdoba”, hace 24 años que estoy en el aire y luego se transformó en “Cita con Caracol”, un programa que pretende tomar el pulso de la cultura.
AB: Fue uno de los primeros programas culturales, porque existían emisoras con contenidos políticos cubanos, pero no netamente cultural como el tuyo…
EC: En Miami, durante dieciocho años, todos los días, incluyendo sábado y domingo, comercialicé el tema de la cultura. Yo digo que vivo del cuento de la cultura. Todos nos inventamos un cuento para vivir, yo de una manera entretenida y amena, abordo el cuento de la cultura con todos los tópicos. He entrevistado a casi todos los grandes escritores, acudo a todas la ferias del libro de Iberoamérica y si pasan por Miami los entrevisto, a su vez, escribo la columna en El Nuevo Herald sobre viajes.
Es un medio de vida que disfruto y me ha enriquecido, y lo transfiero a mis oyentes, que también lo disfrutan.
AB: De esos personajes que entrevistaste ¿A quienes recuerdas?
EC: Muchos, recuerdo a Camilo José Cela, a Vargas Llosa a quien le coordiné la presentación de uno de sus libros en Miami por indicación de Alfaguara. Yo tuve la suerte de tener en mi programa a tres premios Nobel simultáneamente, hace unos quince años atrás: a Octavio Paz, Wislawa Szymborska y Derek Walcott, hice la entrevista con los tres.
Otra innovación radial fue una transmisión a caballo atravesando El Yunque en Puerto Rico, por teléfono, conversando con mi amigo Manolo González en Moscú, con el director de la Casa de García Márquez, en Aracataca y también, conversando con Fabio Esparza desde Radio Cairo.
AB: Un verdadero alarde radial… ¿Cómo has vivido el cambio de Miami, sientes un crecimiento en el aspecto cultural?
EC: Sin duda. El Miami que yo conocí ha cambiado totalmente. Es verdad que Miami no es Buenos Aires, Bogotá o New York pero Miami es Miami, con una personalidad diferente.
Hoy en día ofrece una cartelera cultural interesante, con muchas atracciones.
También la comunidad colombiana ha cambiado: a base de trabajo y de una buena imagen, la comunidad colombiana está posesionada de otra manera. Cantidad de empresarios, comerciantes, muchos líderes contribuyen al desarrollo positivo del condado y con esas contribuciones, la imagen de Colombia ha cambiado.
En cuanto a las otras comunidades, yo siempre digo que a la camiseta de colombiano le puse la camiseta de Latinoamericano. En Miami uno se encuentra con gente de todas las nacionalidades, porque se va haciendo con los componentes de los que van inmigrando.
En Miami encuentras gente de toda Iberoamérica, uno de los éxitos que tuve con mi programa es que sumé a todas nacionalidades, he hecho programas de micrófono abierto y he encontrado oyentes de 20 nacionalidades.
He dado siempre espacio a las distintas comunidades para que se expresen, ese es mi servicio de integración.
AB: ¿Cómo sentiste ese crecimiento de las distintas comunidades?
EC: Bueno, el caso cubano es aparte, ellos llegaron en los 50-60, poblaron la pequeña Habana, sentaron las bases hispanas en un medio anglosajón.
Luego vino una gran oleada de nicaragüense por la guerra en Nicaragua. Mas tarde, colombianos, panameños a raíz del problema de Noriega. Por la crisis económica argentina llegaron como 100.000 argentinos, luego chilenos, y últimamente venezolanos.
Detrás de esas oleadas, Miami fue recibiendo y adaptándose, uniéndose al desarrollo del lugar, para formar ese componente multicultural que es hoy el sur de la Florida.
Una de las grandes contribuciones de este lugar, es que hablando español nos permite conocernos y compartir nuestras alegrías y sin sabores y así nos entendemos más. Compartimos las mismas ansiedades, las mismas frustraciones y expectativas y podemos compartirlas y comprendernos.
Miami es también una suma de ilusiones.
AB: Tú eres parte de la historia del periodismo regional. Has visto la presencia de El Nuevo Herald, el Diario Las Américas, el gran cambio en cuanto a los medios.
EC: Ha habido una evolución increíble. Cuando yo llegué habían tres o cuatro emisoras, recuerdo que los haitianos tenían los horarios de la noche, nosotros íbamos de las 7 de la mañana a las 7 de la noche y no teníamos emisora propia, como fue luego con la presencia de Caracol. Luego aparecieron periódicos comunales, revistas, canales de televisión. Los medios de comunicación han ido marcando etapas del desarrollo económico de la comunidad. A medida que la economía se fortifica van surgiendo más medios de información. Miami tiene un ejército de periodistas de todas partes de Latinoamérica, que trabajan y enriquecen el medio.
Miami se posesiona cada vez más como una gran capital en el mundo. En las escuelas van niños de 100 nacionalidades que hablan más de 70 lenguas, en sus casas. Es un laboratorio social internacional, un lugar donde llega gente de todas partes del mundo, para estudiar, poner negocios o trabajar.
Hay que planificar a largo plazo y con perspectiva internacional, insertando Miami en la red de las grandes ciudades del mundo, proyectando la región a ese futuro internacional.
Nota: Extraído de Miami Habla: Entrevistas a emblemáticos hispanos de 20 países latinoamericanos (Ed Alexandria-Miami-2013). Se puede adquirir en Amazon.com.
Adriana Bianco. Profesora de Filosofía y Letras, con Postgrado en la Sorbona de Paris. Ejerce actualmente como periodista y colabora con la revista de la OEA, la agencia EFE, Carátula, la revista de la Academia Norteamericana de la Lengua Española-ANLE, Radio Nova y Radio Miami Internacional. Ha publicado varios libros, entre ellos: Borges y los otros, y Miami Habla (2013).