Festival Grec de Barcelona 2015
Dirección y Puesta en escena. Gabriella Carrizo y Frank Chartier. Intérpretes y creadores. Jos Baker. Leo De Beul. Eurudike De Beul, Marie Gyselbrecht, Hun-Mok-Jung, Seoljim Kim y Simon Versnel. Escenografía Peeping Tom, Amber Vandenhoeck y Federick Liekens.
Un poema escénico impecable y hermosamente extraño.
A Carlota Pradera y Godoy
En el escenario, una sala llena de altas cortinas rojas en forma de semicírculo muestran en un principio un salón con un tresillo, una lámpara de pie, un piano y un par de pequeños sillones. Todo cubierto con sus respectivas sábanas blancas aludiendo a un espacio inmobiliario aún sin ser alquilado. Un actor/bailarín (Seoljim Kim) ocupa el lugar con sus movimientos oblicuos. Se asemeja a una marioneta rota, porque de sus articulaciones ya no penden sus cuerdas. Las manos y sus tobillos parecen lamentar el aire de aquel espacio. De todas formas, lo ocupa. Lo vive…Ejerce su oficio frente al público. Es un sirviente. Y todo sirviente tiene a sus órdenes una dama a quien adorar (Marie Gyselbrecht). “¿Esta no es la habitación 207… verdad?”.
Qué busca esta señora…A qué ha venido: si bien equivocada, está ahí para rentar una fantasía. En esta especie de hotel alquila “ficciones-reales”. Así como suena. Relatan historias donde los protagonistas habitan frente al inquilino. Traspasan sus conflictos familiares y te llevan a su infancia o a su irracionalidad como sujetos. Hoy, esta habitación en el escenario, es el propio teatro donde acude el espectador, el Mercat de les Flors. Ante nosotros una “soprano” recuerda sus triunfos y sus aplausos seguido de su marido y de su hijo, hoy, desquiciado por no ser atendido por su madre en pleno apogeo de su carrera. Al unísono “la dama” parece que rechaza la alucinación que se le ofrece y se enamora del sirviente. La concupiscencia y la lujuria, como una danza a través del suelo y las vestiduras que llevan los dos amantes, se mostrarán al público de la platea. De manera imprevista, irán apareciendo alternativamente los fantasmas de la cantante de ópera y su familia en el escenario. Y en algún momento pudiéramos pensar que, ambas historias, confluyen a través del movimiento y una escenografía casi wagneriana ante la audiencia.
A louer es una orgía para los sentidos. Y si bien es una frase hecha que la he meditado mucho antes de escribirla…me ratifico en ella. Cuando los géneros se fusionan y aparece la sorpresa o la duda de si lo que ves es danza, teatro u ópera sin poderlo definir…es cuando entiendes porque la fotografía al principio quiso asemejarse a la pintura impresionista de Cezanne o Monet para poder ser aceptada, o porque los grandes hiperrealistas Alyssa Monks o Javier Arizabalo han querido acercarse a la fotografía e incluso superarla para abrir nuevos caminos en el medio.
Sensibilidad en el planteamiento. Una impecable interpretación teatral y, desde la danza contemporánea, decir que sus coreografías son únicas. Ambición en los objetivos experimentales y de riesgo creacional. Una escenografía que alterna con una sencillez en su recorrido -una simple cortina roja lo permite- pasar de un salón de hogar decimonónico al hall de un teatro europeo, o a los bastidores del mismo. Como dirían Gabriella Carrizo y Frank Chartier, sus autores, “El espacio vuelve a ser el motor de la creación dramática”. Imprescindible ser visto por los directores, coreógrafos y programadores de teatro y danza de nuestra ciudad de Miami. El espectáculo del año en el Festival del Teatre Grec de Barcelona en mi modesta opinión.
A louer no tiene precio
como tampoco lo tenía 32 Rue Brandenvanden
o Vader
Obras que tuve la suerte de ver en festivales anteriores y que han hecho que me convierta en un seguidor incondicional de sus creaciones. ER