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Marzo 2024

A ESTAS ALTURAS Y OTROS POEMAS. Miguel Rodríguez Otero

a estas alturas

 

 

otra noche en vela

repasando fotos de antes

pensando que me curaré

si doblo las camisas

que quizá alguna vez fueron mías

 

de acuerdo

alguna vez lo fueron

 

me aburro viéndome contar los años

tratando de rescatar al que llevaba mi ropa

tomando las pastillas

para ir a saltar a la playa

 

a estas alturas ya no merece la pena

clasificar el amor o la desgracia

ambos esparcidos por las esquinas

de la casa

y también de las otras casas

en las que ya no vivo

 

qué hacemos ahora

con el resto de las noches

y de las playas

 

de las otras casas

ya mejor no hablar

 

no nos queda mucho

dejar la medicación

la ropa

los retratos inmóviles

y buscarnos en otros lugares

absurdos y equivocados

 

tal vez por eso me encuentras

una y otra vez

 

 

 

desearte

 

 

casi no me ha dado ni tiempo a desearte

buen viaje

cerraste tu maleta de golosinas

y saltaste al otro lado del andén

volando por encima de los meses

y de diccionarios generalistas

 

esto es lo que me queda

las noticias absurdas del mundo

una maleta llena de dibujos

y esta cita de caramelos

en una sala de espera

sin anuncio alguno de destino

 

al otro lado de las vías

yo me empeñé en mostrarte

desastres e inconvenientes

para que no perdieras tiempo

tratando de adivinar secretos

estúpidamente ocultos por mi parte

y poder disponer así

de todas las tardes del día

para contarnos los dedos

 

y es que

amor

no sé muy bien qué hacer

con los nombres que les puse a los tuyos

 

 

 

el otro atlas

 

 

creo que aquello es una isla

seguro que allí hay alguien

que hable mi idioma

y observe el mar

por si llega un náufrago

a la hora de la cena

hay que lanzar los botes

dejar la comida en la mesa

y preparar las palabras

que nadie muera

en medio del mar

y del silencio

 

después

nos contaremos historias

de continentes

que hemos conocido

con otros nombres

y de personas

que no vienen

en los atlas

 

siempre dicen

que en el mar hay islas

 

porque aquello

es una isla

¿no?

 

 

 

en tu pelo

 

 

salí hace unas horas sin mirar el depósito

ni el punto de destino

al fin y al cabo ya he estado allí

conozco las curvas los moteles

algunos de ellos he decidido olvidarlos

no me ha costado mucho

 

veinte años atrás una mano al volante

la otra en ella

y entre nosotros sólo la línea insegura del mar

la única certeza para gente como ella y yo

– y ahora como yo –

que te abre la vida sin mirar la hora

¿o es que hay que ir a algún sitio?

 

quizás debí haber salido antes

elegido otras rutas

¿a qué viene eso de dejar todo atrás ahora?

pero me enamoré de las curvas

de los kilómetros

de verla reír

con una cerveza en la mano

y la otra en mi pelo

 

sí seguramente debí haber hecho casa

en otros moteles a los que fui

sólo porque se veía un mar

lleno de criaturas inseguras

como ella y yo

puede que algo mío haya estado siempre ahí

a kilómetros o centímetros de ella

sin decisiones ni certezas pendientes

por fin

 

 

 

puede que sólo sea eso

 

 

algunas noches me asalta

una frase de esas que llega

y te jode la cara sin palabras exactas

un arañazo que no ves venir

 

pero yo también soy así

de joder sin exactitud

y vivir en la aproximación

de dar golpes fallidos

con las manos rotas

 

si me rindo tampoco sucede nada

o al menos nada distinto

tan sólo un día más

con los pies pesados y exactos

 

quizás no todo esté maldito en mi vida

 

puede que sólo sea eso

que no lo he sabido hasta ahora

 

 

 

© All rights reserved Miguel Rodríguez Otero

 

 

 

Miguel Rodríguez Otero es profesor en programas de ELT y reside en un pueblito de Galicia. Es autor de la colección de relatos La mujer que huele a café y de El lugar del Norte.

rodetheriver@gmail.com

 

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