Los días son trastazos, duros bastonazos de ciego en una cristalería—Ramón Williams, A dónde.
Ramón Williams es un escritor “en clave”, o lo que es lo mismo, un músico “en códice”, es decir, un fotógrafo “en mancha”.
“El estudiante” (alias Williams) ha manifestado que su escritura le debe al Cabrera Infante de Tres tristes tigres y al James Joyce del Retrato del artista adolescente. De Cabrera Infante, los juegos del lenguaje: la onomatopeya, los pliegues del chiste, la conciliación y la equivocación. De Joyce, la experimentación literaria, la nostalgia, la libido de la adolescencia y la ceguera incipiente de Dedalus, paralela a la conjuntivitis de Nilo, el antihéroe de A dónde (Leiden: Bokeh, 2019). También le debe a una hueste de fantasmas que surgen de la novela como temas de una sonata allegro: Regina, Matías, El Nagüe, Laura, Chutemas, Lógicus, Aurora, Dolores, Magda, Quientusabes. Pero la influencia definitiva de Williams es -inexcusablemente- el propio Williams.
A dónde es, como diría Cabrera Infante, “la erótica del texto”. Y lo erótico está en la perífrasis. En esto aplica el adagio de la cuchilla de Ockham, pero al revés. En lugar de “Menos es más”, Williams declara: “Más es mucho más”. Con esto en mente, quiere llegar hasta el tuétano del hueso mismo del lenguaje. ¿Qué busca el texto? “Un automatismo” –confiesa el texto mismo. En otro sentido, A dónde nada busca, su única pretensión es “novelar, sí, pero no velar la vida con los paños de una pureza abstracta”. (pág. 33).
Escritura inconmensurable, se me ocurre cuántica, es decir, velocidad límite del texto y la realidad en el diferencial lingüístico. La realidad del texto y el texto de la realidad, asíntotas que convergen y divergen, lo cual no representa un defecto, ni tampoco una virtud.
Desde la foto en mancha, imagino cierta afinidad de A dónde con La Jeté de Chris Marker. Protagonistas de foto in moto en La Habana noventosa de un período muy especial.
La novela es abundante en lítotes, pariente del eufemismo onomástico, nombres dados al contrabando de divisas e identidades en la tierra de Quientusabes: Williams es Nilo, Nilo es El estudiante, El estudiante es FrankNiloStein; Dolores es Lola, Lola es lesbiana, Magda es la dueña de la risa marxista. La aliteración le abre la puerta a la cacofonía: alguien dirá que A dónde es un texto de pleno humor o en plena pesadilla.
Esta textualidad no sucede ex nihilo. Williams se vale de tretas. En verdad son es-TRETA-gemas. A continuación mencionamos tres de ellas:
1ro . El bucle: truco neo-barroco propuesto por el racionalista Leibniz en márgenes de su Monadología. No importa a dónde vamos, siempre terminamos justamente donde comenzamos:
Nilo escapa al desgano que trae lo único evidente en la aventura de pensarse mundo, ahora en otro cuerpo y en otra edad: una vez saltada la infancia toda sombra niega su reverso. (pág. 32).
O este:
La camisa concede la integridad atea de su meollo en pos del misterio como la otra hebra de credo para la camisa. (pág. 87).
2do. La aporía: la definición que conduce al cul de sac. Por ejemplo, en el caso de la visa de salida del país:
La visa es el síntoma del esfuerzo migratorio de un ser implume que se encuentra en el vacío. Nace de algo que se espera y que siempre se convierte en nada. Significa pues, el exilio, cierta imperfección del individuo que impone una inmediata corrección. Esta corrección es la visa. (pág. 126).
Otra muestra:
Nilo esperaba que su madre cantara una ranchera a modo de resumen como en los tiempos de Matías, pero ese era un tiempo muerto en el vientre de un tiempo en ruinas. (pág. 76).
3ro. El recurso sesentoso manoseado, llamado “realismo mágico”, que Williams ahora supera con la pesadilla mágica:
Hoy en la mañana le conté a Silvano, y me dijo que el tiempo verbal del país andaba trastocado por los experimentos de sus narradores y su espacio agujereado a causa del nuevo vacío epistemológico en la ética del poder.
Otro truco es el circunloquio ideológico:
El remedio contra el miedo es echar a andar desde el temblor. Arduo es ocultar el rostro en la escritura y ardua la conciencia del sigilo. Toda huida es aplazamiento, demora útil sólo a corto plazo. (pág. 47).
Y la representación, como otro mundo del mundo:
El mundo, en tanto usuario-objeto, admite el uso como función y así se desenvuelve, entre manojos de clarividencias y carretas de frivolidades. (pág. 111).
O este:
Más cochino es el tiempo que con sus patas apelmaza en un instante la suma de visiones escondidas bajo la costra de los años y los hechos. (pág. 68).
Nilo expresa y es presa del ensimismamiento, condición que Ortega y Gasset describiera como “el hombre que se siente perdido, náufrago en las cosas”. No dijo “balsero” el filósofo porque no leyó A dónde.
Nilo aún experimenta con las curvas de la duda: el rostro de esa sombra todavía puede ser algo más que suyo. Por otra parte, a dónde lleva encrespar la mente en averiguaciones sobre lo que puede llanamente ser la chinesca acompañante de siempre. Inútil. (pág. 31).
Viene otro:
En su flotar, Nilo dejó vagar la mirada en busca de ese palmo en el espacio donde la vigilia recesa y sobreviene una separación provisional. De un lado la materia inerte, y del otro un navío cuya proa desaparece entre las nubes del ensueño donde rigen otras leyes. (pág. 69)
Enumero a continuación una miscelánea de textos, pretextos y contextos recomendables de la novela:
- Uno de tres aforismas para estudiantes, en la página 122:
La literatura nota al margen de la vida. Como una gran cuartilla la vida viene a ser literatura que el demiurgo dicta y el libre albedrío edita.
- La paranoia del escritor bajo la amenaza de la seguridad del estado, en un párrafo harto paranoico, en la página 46.
- Una escena de amor à-la-mode-française entre Nilo y Nicole recuerda la Espuma de los días, de Boris Vian, en la página 143.
- En la página 112 descubrimos la penetración anal épica de la literatura cubana de la década de los 90, entre Nilo y Magda (profesora de marxismo).
- Un suceso escatológico en la vida de Quientusabes, (id est, Fidel Castro Ruz) titulado “Un sueño”, en la página 123:
Un dolor lo atosiga. El escozor arremete creciente dentro de él… pero también se corre. Este es un dolor del tipo que puede echarse afuera más fácil que a la gusanera (…) Le urge dejar libre al menos el área de salida, no quiere dejar evidencias de lavandería, su mierda es suya. Rompe el bloqueo, inspira profundo.
- La despedida de Matías y el niño Nilo durante el éxodo del Mariel, en la página 23, regala párrafos de un lirismo filial excéntrico.
- ¿Qué es “propaganda enemiga”? Creíamos saberlo, pero merece que volvamos a la definición ramonística en la página 171.
- Un episodio neo-surrealista de écriture automatique salido de Jan Švankmajer o Andre Masson, en la página 212, “mas allá de las tiñosas y de los tenues rosas del crepúsculo”.
- En la página 203 observamos a Chutemas y Nilo en la balsa Potemkin. Van a la deriva, en medio del pleamar del estrecho de la Florida. Uno de ellos, el muerto tumescente, es Chutemas. Nilo, deshidratado, delira. Aparece entonces Quientusabes. El dictador y el balsero conversan en el plano sideral. Mefistófeles le revela a Fausto el núcleo del caniche:
¿Imaginas lo blanduzco de una tierra donde el bien y el mal quedan al libre albedrío de millones dubitativos?
- Por último la coda metafísica de la novela. Repaso las tres últimas líneas de la página 223:
Nadie me asegura que un Dios auténtico te acoge en su cielo. Sólo sé que usted respira fuera de mis manos y que hasta lo eterno diera por vencer el miedo de seguirlo a usted.
A dónde de Ramón Williams es una opera prima de poesis errante, elísea y obsesiva impregnando las paredes asediadas del espíritu.
Alfredo Triff
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