Elenco: Alina Robert, Anne García, Jalymar Salomón, Marianela Pupo,
Michelle Posada e Isaniel Rojas.
Teatro Ateneo Doral 10395 NW 41 St Suite 110
Doral Fl, 33178. Tel.. 305 549 80 56 . Viernes y Sábado a las 8.30 (puntuales) y Domingo 6.00 pm
Cuando las mujeres hablan sin la máscara.
Escrita originalmente por el norteamericano Alan Ball (American Beauty,1999 y Óscar al mejor guión original, o por True blood y Six feet under, series para la cadena HBO. ) bajo el título de Five Women Wearing the Same Dress 1993. La acción sucede en la fiesta de una boda en Miami ( originariamente fue en Tenessee). Cinco mujeres se irán reuniendo en un dormitorio que pertenece a la hermana de la novia. Son damas de honor y van vestidas en forma idéntica, de fucsia y con un tocado en el pelo. Todas tienen personalidades completamente distintas. A través de los diálogos informales que generan, descubrirán poco a poco y con humor, sus sueños, sus ilusiones, sus secretos y sus fracasos, demostrando al espectador que las apariencias engañan, y que nada es como lo que realmente se dice.
Esta obra no está estructurada bajo el hilo de un conflicto principal sino que es una sucesión de situaciones entre los personajes. Por lo tanto la atención está basada en los contrastes que éstos ofrecen al intervenir entre ellos mismos. Fernanda (Michelle Posada) ejecuta su papel de “cristiana devota ” con el recato y liviandad que requiere el personaje. En contraposición Mariana (Anne García) hermana de la novia, de rasgos contestatarios (hay un póster de Malcom X en su habitación) irá subiendo su rebeldía con dignidad hasta asumir una violación a los 12 años como un acto sin aparente trasfondo psicológico “…me lo hizo con tanto amor”. “Esto se llama abuso y tienes que ir al terapeuta” le dice la alocada y glotona Manuela (Marianela Pupo) investida del papel de lesbiana “entendida”, capaz de asumir que ella le encantaba participar en concursos de belleza de adolescente. Le seguirá la apasionada y sexual Gabriella (Jalymar Salomón) que después de hacer el amor con un hombre al lado de un container, no dudará en confesar en sus histéricos recuerdos que “Yo no puedo tirar la basura sin pensar en él”. Por último Valentina (Alina Robert), amante liberal de cualquier aventura atrevida, capaz de decir: “¿qué hay de malo en drogarse, tener sexo e ir a un motel?”.Y que va a conquistar, al fin, a su futuro galán, Cristian (Isaniel Rojas) bajo las formas más tiernas y clásicas de amar.
No voy discutir sobre la belleza del elenco porque esto no es ni Telemundo ni Univisión. O simplemente porque la obra me da un aviso en boca de Gabriella, a partir de una pregunta en sus comienzos (posiblemente un poco lento en la dirección del ritmo dramático en sus inicios, a diferencia de una segunda parte más activa y dinámica) “¿Por qué los hombres son tan estúpidos? …porqué les está permitido”. Por lo tanto me abstengo.
Lo digo con toda honestidad y sin tapujos: buena interpretación de todas/os y por lo tanto buena dirección escénica en su conjunto. Cada personaje asumiendo con mesura o altitud sus transiciones. Mirándonos al público como parte de la fiesta cuando fungíamos como supuestos invitados, o seduciendo o maldiciendo a la otra cuando el diálogo lo justifica. Quiero destacar la espontaneidad y desenfado natural de Manuela. La histeria compasiva y bien actuada de Gabriella. Los aspectos sencillamente traducidos de mojigata y soñadora de Fernanda. La actitud desenvuelta y lanzada de Valentina y su transformación final. La candidez y travesura juvenil de Mariana con su disconformidad a través del vestuario heavy. Y la disposición dinámica y decidida del galán-malvado-de-menterijillas de Cristian.
Si descontamos alguna observación (quizás un poco plana la luz, a excepción de algunas escenas emotivas o de feedback . O una escenografía necesariamente convencional; propia quizás, de una habitación de cualquier casa de Kendall o el Doral) esta obra se desarrolla hasta su fin de una forma ligera y con continuidad. Con una coreografía muy bien delineada y corregida para representar sus distintas acciones bajo la fluidez en los movimientos escénicos.
A destacar que la historia adaptada y dirigida por Adela Romero rompe con la tradicional visión sobre el matrimonio, la manera de entender el sexo y las formas disímiles sobre el amor. Una forma de decir en voz alta: no existe una sola fórmula para amar a un ser. Hasta aquí, dar valor a la apuesta arriesgada, feminista y deliberadamente ideológica, a mi entender, rompiendo tópicos con la comedia fácil tan de moda hoy en día. Ya no es solo una buena obra lo que se exhibe, sino una manera de “ver” distinta en esta sociedad -vamos a ser sinceros- bastante conservadora como es la sociedad latina en esta metrópoli llamada Miami. ER
Nota. Una curiosidad: si fuera Adela Romero después de la convención típica del “me ha gustado” (aprovecho ahora y lo confirmo sin lugar a dudas). Desearía saber qué piensa el público de esta ciudad ante temas que surgen de una manera natural y a veces irónica a través de los personajes. Contenidos como la trivialización de la marihuana, la cocaína, Dios, el cristianismo, la lujuria, el alcohol, el lesbianismo abierto, la violación, el personaje de Malcom X, el matrimonio “feliz” y el trato de la mujer entre mujeres. Yo creo que las reacciones pueden dar pie a una tesis doctoral, sin lugar a dudas, si se coloca al público de la platea, en el mismo dormitorio que ellos contemplaron en el escenario.