Teatro Argos. 10 Millones
Autoría, Dirección y Puesta en Escena. Carlos Celdrán. Elenco. Daniel Romero, Caleb Casas, Maridelmis Marín, Waldo Franco. Vestuario. Vladimir Cuenca. Iluminación Manolo Garriga. Música Denis Peralta. Director Asistente Yeandro Tamayo. Producción Teatro Argos en colaboración con Copperbridge Foundation and FUNdarte.
Empecemos al revés…
Crónica final
Los actores salen unidos de manos al escenario. A continuación se une Carlos Celdrán, su autor y director. Todo el público de pie con un aplauso indiscutible. Al salir del Black Box Stage me acerco a dos críticos de teatro de esta ciudad a quienes admiro y quiero antes de partir del Auditorium intercambiar opiniones. Nos miramos fijamente desde el cariño y la confianza que nos une. Sus ojos transpiran verdad y rabia al mismo tiempo: “Esta no es toda la historia. Está omitida. Esto es injusto. No me gustó para nada esta línea. Inclusive la forma de abordar el texto. Dime tu versión”. Atónito por lo que dijeron les contesto:“Os respeto pero no entiendo porqué la traducís así. Yo la disfruté y mucho: Teatro de la ambivalencia. Teatro del compromiso y del desequilibrio al unísono. Teatro sobre la vida y la historia de un país. Denunciando el acoso que sufrieron los que huyen por el Mariel. Derrumbe de todos los mitos que el sistema creó. Por ejemplo, el de la zafra, origen del título que adquiere la obra. Y las consecuencias de sus errores a través de los personajes. O sin ir más lejos… el ascenso y desencanto con respecto a la figura de ‘la mujer revolucionaria’ y su sueño de emancipación. Y también es cierto y no me engaño: el final determina una posición política del protagonista a pesar de todos sus avatares. Esté como esté la Isla, si el teatro que se hace en Cuba es éste o el de Carlos Díaz… que sigan viniendo a Miami. Y no me mal interpreten, sin menosprecio a la labor y al esfuerzo por un nuevo teatro independiente que se hace en esta ciudad y que tanto ustedes como yo apoyamos”.
Foto. Abel Carmenate
Sinopsis. Un hijo con problemas de personalidad por la situación familiar y de divorcio que viven sus padres en Cuba, se siente dividido como sujeto por las contradicciones ideológicas de ambos progenitores. Después de pasar por distintos internados bajo supervisión terapéutica de los médicos, tendrá que afrontar tres realidades: la de sí mismo con su identidad, la separación de los padres con dos proyectos de vida que se contraponen – “revolución” por parte de la madre o “huida hacia delante” por parte de su progenitor- y la sociopolítica que afronta el país en el que habita.
Basado en un relato autobiográfico del propio autor Carlos Celdrán, 10 millones, como libreto pudiera resumirse con respecto a su calidad a partir de dos conceptos: sustancia en los contenidos emocionales y políticos que entran en conflicto entre los personajes. Y una catarsis en ascenso, a medida que avanza la pieza. Desde hacía años que no veía una obra donde la palabra alcanzara el valor que adquiere hasta prácticamente desnudarla de artificios escénicos.
¿Cómo lo logra Celdrán? Muy sencillo:… con lo “sencillo”.
Una escenografía tan simple como una tarima alargada cubierta de gris que se enlaza a una pared con textura de pizarra. Una iluminación tenue y con pocos cambios para enmarcar un espacio de angustia y confesión. Un vestuario cotidiano y humilde de los protagonistas perteneciente a un país que quiere salir de la miseria. Una puesta en escena, básicamente estructurada a partir de monólogos que se alternan. Y una excelente naturalidad actoral del elenco propia de una gran escuela de interpretación (ISA).
Foto. Manolo Garriga
Desde este último punto de vista destacar una brillante contención, soltura y flujo emocional en el hijo (Daniel Romero). El autoritarismo de corte militar muy bien investido por su madre (Maridelmis Marín). O desde la sorpresa y culpa que le produce, estar en contra del régimen y el haber huido a EE.UU, observar en su adorado papá (Caleb Casas) …la traducción de unos sentimientos francos e insatisfechos hacia su pupilo. Cierra este triángulo, un “punto extrínseco” y polivalente que adopta el rol de narrador (Waldo Franco). Vestido de cronista o médico, según la escena, será un contrapunto perfecto para detener o crear un avance en el relato a partir de una simple tiza entre sus dedos señalando al público que “capítulo” leemos: Sueño, Viaje, Encuentros….Epílogo.
Crónica de inicio
Llego pronto. En la fila el dramaturgo y director Nilo Cruz y el actor Andy Barbosa mirándose a sí mismos y hablando de sus próximos proyectos. Sale el tema de la creación del Teatro La Cubana en Barcelona. Lo dejamos para otro día. No hay más minutos. Adentro, un asiduo impenitente de estrenos: Oscar García; A continuación, van integrándose en la platea actores y actrices residentes en la ciudad: Vivian Acosta, Reina Ivis, Larry Villanueva y la dama en sí misma de la escena de Miami, Teresa María Rojas.
Mirándonos como si no estuviésemos, un hombre de mediana edad, entre relajado y nervioso, está sentado en el escenario. “Buenas tardes…yo soy el autor. Bien, yo no he escrito este texto; simplemente lo digo en su nombre”. Delante de él, no hay diez millones de espectadores pero sí la sala llena y una audiencia inquieta por saber su arranque. Las luces de platea se apagan. El narrador, toma un pedazo de tiza y escribe en la pizarra la palabra “sueño”. Acaba de empezar la obra con un vocablo sugerente; la realidad que se plasma después… júzguenla ustedes mismos. ER