Me interesa que vos de verdad te creas que eso que estás viendo es una familia. Adentro de esa familia hay un emergente que de alguna manera encarna la locura familiar y la pone de manifiesto. Todos esos personajes están medios tocados y hay uno que lo muestra de manera verdadera. Esa familia supuestamente vive según los cánones sociales: el interés por el dinero, las apariencias, la mentira. Y eso es lo que consumimos a diario.
Un espectáculo llevado a escena con una dramaturgia y estética realistas que pone al espectador en la obligación de profundizar en ese realismo. Nelson Valente autor y director de la pieza, presentó en 2009 la obra en un apartamento para una audiencia de sólo 20 espectadores incorporados a la escena. Plenamente justificado en una obra que erige personajes esterotípicos que conforman una familia disfuncional en la que se entrelazan: la locura, la violencia doméstica y el hastío en la convivencia familiar que solapan el verdadero drama trágico de esta historia: la mentira que posee a cada uno en su especificidad; menos al loco, quien ademas no tiene filtros, ni para ver ni para decir la verdad. La obra desnuda bajo una lupa las relaciones y vínculos de esta familia que intenta esconder al hijo loco, mientras este devela las verdades de todos.
En esta ocasión, para el XXIX Festival Internacional de Teatro Hispano en Miami El Loco y la Camisa se presentó en el Black box del Miami Dade Auditorium. La experiencia de ver teatro por algunos años me ha enseñado que necesito más que la primera vista de un espectáculo, para tomar decisiones definitivas sobre mis argumentos para defenderlo y meterlo en mi lista de indispensables o bajar un poco la euforia del primer acercamiento y encontrarle lo que al final no me resulta tan satisfactorio. Sin embargo, El Loco y la Camisa me abrazó en un encuentro renacentista y definitivo con un teatro que conmueve y enfrenta, que provoca atracción y rechazo, que da placer y causa impotencia, que provoca compasion y odio, que hace llorar de regocijo y de angustia y de necesidad perentoria de estar allí haciendo lo que hace ese director y esos actores… y por todo esto, me subyuga a seguir en este tortuosamente divino camino del teatrero.
Nelson Valente en un espacio escénico naturalista dispuesto en la modalidad arena y sin mas pretenciones -y allí radica lo mejor del espectáculo-, se aventura en una puesta en escena sin iluminación especial, sin un sólo acorde musical que no sea la voz y los sonidos de los elementos de utileria y nos regala un recorrido por todo lo que conforma el teatro indispensable: un texto impecable, un tema universal, una puesta tan efectiva que no se ve, actores que desprenden verdad a cada mirada con un realismo que quema, que nos recuerda que estamos vivos y que eso que allí vemos nos toca en algun lugar de nuestra historia.
Valente cuenta con un elenco inmejorable formado por Julián Paz Figueira (el hijo), Lide Uranga (la madre), Ricardo Larrama (el padre), Soledad Bautista (la hija) y José Pablo Suárez (el novio).
La fecundidad del teatro argentino, siempre ha sido inminente en latinoamerica y el mundo y Valente forma parte de esa nueva camada de hacedores, que vino para quedarse en la lista de los mejores de esta generación de creadores; es profundo, versátil, audaz, irreverente , pero más aun consciente de lo estrictamente necesario. Un aplauso largo y de pie para este maravilloso grupo de actores, para su regidor y su estremecedora puesta en escena.
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