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La pérdida no desaparece; solo aprende a disfrazarse. Al principio, se presenta como un mueble mal colocado en mitad de la casa: chocas con él en la oscuridad, maldices su existencia, te preguntas por qué sigue ahí. Luego se vuelve más astuta. Se esconde en los huecos de la rutina, en el ruido del ascensor, … Continuado