
VII Del muro la sangre se desprende. El cielo sólo arroja sangre. Muere la tibieza de la tarde. Mis dedos se tornan fríos. La cantidad de aire disminuye. No hay viento ni trino, ni sol, ni agua, el horizonte quiebra su textura: los matices se suceden y la pobreza del descolor se instala, en el … Continuado