
Dedicado a Abner Fotografía del acervo de Carlos Abraham. Habían pasado tres días desde que se le cortó el cuerpo en mil pedazos a mi Juan. Se quejaba de mareos, perdió los sentidos del gusto y el olfato y me aseguró que la cabeza le iba a estallar como “marcianito”, esos fuegos pirotécnicos en … Continuado