
Manos al volante, la carretera se obstina en seguir su trazado rectilíneo con una persistencia que nos ancla al asfalto. Suerte de eso porque me ciega la luz. Es esa hora tonta en que el sol baja de su trono del mediodía y, no sé si por venganza, se dedica a deslumbrar a los conductores. … Continuado