
Esta ciudad es un laberinto, con su Minotauro absuelto. Todos los días somos los comensales en sus fauces, pues ya no nos salva la infalible espada, el certero hilo. ¡Qué dócil monstruosidad la que nos acechó en Creta! Ariadna, solamente nos queda una carta para redimirnos: deja que tu belleza me penetre como una espada, … Continuado